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¿Qué representaría para México que Donald Trump gane en EU?

Aunque hay actores que lo critican, ambos países han fortalecido su relación comercial tras la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte

Mariana Gómez del Campo, PAN

México y Estados Unidos tienen una relación de enorme relevancia,  tan sólo si hablamos de vecindad compartimos una dinámica frontera de 3,142 km, en la que colindan cuatro estados estadounidenses y seis mexicanos, en el que habitan 83 millones de personas y donde se comparten números recursos naturales.

Aunque hay actores que lo critican, ambos países han fortalecido su relación comercial tras la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), es claro que el comercio bilateral ha representado una fortaleza para nuestro país. Actualmente, Estados Unidos es el principal destino de las exportaciones mexicanas, convirtiendo a México en su segundo socio comercial, lo que representa que cerca de 6 millones de empleos en la Unión Americana dependen del comercio con México.     

Según los resultados emitidos por la Oficina de Censo de Estados Unidos, en 2013 habitaban en territorio estadounidense más de 33.6 millones de mexicanos, el mayor número de estos habitan en California con un total de 11.9 millones, seguido por Texas con 8.6 millones.

Los mexicanos representan una importante fuerza de trabajo, pues casi el 70% de los mayores a 16 años trabajan. Según datos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, la actividad mexicana en dicho país representa aproximadamente el 8% de su PIB; cabe señalar que el 40% de las empresas de Fortune 500 fueron fundadas por inmigrantes, las cuales generan más de 10 millones de empleos, lo que confirma la importancia de la participación de migrantes en la Unión Americana.

Donald Trump es un empresario estadounidense que desde hace años ha estado ligado a agrupaciones políticas conservadoras como el Partido Republicano y el Tea Party Movement. Es un hombre que durante su carrera empresarial se ha destacado por su pragmatismo, mismo que está rompiendo los paradigmas convencionales de la derecha estadounidense: se ha declarado neutral ante el conflicto entre Palestina e Israel y ha enviado elogios al Presidente de Rusia, Estado tradicionalmente opuesto a la política exterior de Estados Unidos. En resumen, el precandidato republicano tiene posturas que van desde la izquierda radical hasta la derecha ultraconservadora, en un vaivén donde retoma el discurso nacionalista en la que resalta la improvisación.

Según la encuesta publicada por Real Clear Politics, de los precandidatos presidenciales republicanos, Trump se mantiene como líder con 34.2% de las preferencias. En las tres elecciones primarias que se han celebrado, dos las ha ganado Trump (New Hapshire y Carolina del Sur), lo cual fortalece su posición hacia el 1 de marzo, el “súper martes”, en el que doce estados celebran su primaria.

De ganar las elecciones, Donald Trump ha declarado que deportaría a 11 millones de mexicanos que viven en Estados Unidos, lo que tendría serias repercusiones para ambos países, pero además se ha pronunciado por renegociar o denunciar el TLCAN lo que sin duda afectaría al comercio exterior, pues el valor de sus exportaciones fue de más de 283 mil millones de dólares en 2015, según la Secretaría de Economía.

Como país no podemos mantenernos expectantes ante las coyunturas internacionales, debemos establecer estrategias de prevención y ser proactivos. Sin duda ha hecho falta que nuestro gobierno se pronuncie en contra del discurso xenófobo de Trump, que alce la voz en contra de la discriminación y la difamación hacia nuestros connacionales y nuestro país.

Si bien es necesario que México deje de depender del mercado norteamericano diversificando las exportaciones, aprovechando al máximo nuestros acuerdos internacionales y las oportunidades que ahora representa la Alianza del Pacífico o que podría contener el TPP, la vecindad con Estados Unidos es una realidad y debe construirse bajo principios permanentes de confianza y cooperación. Pero para que ello rinda frutos es indispensable el respeto mutuo.

Es increíble que el discurso radical esté ganando tantos adeptos en Estados Unidos pero en buena medida ha cobrado fuerza gracias a que ha faltado contundencia para dejar en claro que ese es el camino incorrecto. Por desgracia, el discurso populista genera simpatías cuando las sociedades ni están plenamente satisfechas pero entraña enormes riesgos por la intolerancia, el agravio y la sinrazón de las que se nutre.

Frase: Como país no podemos seguir expectantes ante las coyunturas internacionales, la relación con Estados Unidos debe basarse en la confianza y el respeto mutuos. Nuestro gobierno debe ser contundente para censurar el discurso xenófobo de Trump.

Ana Lilia Herrera, PRI
 
El pasado viernes nos sorprendió la muerte de la escritora estadounidense Harper Lee, que en su obra «Matar a un ruiseñor», abordó temas como el racismo, la tolerancia y la justicia; pero lo que debe llamar a indignación y acción, más que a sorpresa es que, a más de medio siglo de la aparición de ese libro, estos temas sigan dolorosamente vigentes en perjuicio de nuestras sociedades.
 
México comparte más de 3 mil 140  kilómetros de frontera con Estados Unidos, condición geográfica que actualmente hace que nuestro país sea el segundo socio comercial de esa nación y el primer destino de las exportaciones de California, Arizona y Texas, y el segundo mercado para otros 20 estados de la unión americana.

Además, aproximadamente seis millones de empleos en Estados Unidos dependen del comercio con México y cada minuto se comercia cerca de un millón de dólares. Se trata del cruce fronterizo más transitado del mundo, pues diariamente cruzan un millón de personas y trescientos mil vehículos.

Con esa intensa relación comercial, nuestro vecino país del norte se encuentra inmerso en un proceso donde los ciudadanos de sus 50 estados  y cinco territorios votarán en las elecciones internas que definirán a sus candidatos de los partidos Demócrata y Republicano, que contenderán en la elección presidencial de noviembre de este año.

Quizá el más polémico de los 12 candidatos con que arrancó el Partido Republicano, es el empresario Donald Trump, cuyas reiteradas declaraciones xenofóbicas han sorprendido a propios y extraños, por sus intenciones de levantar un muro en la frontera con México o bien, terminar los acuerdos comerciales que – según él- han sido un fracaso.

Tras las jornadas de elecciones primarias en los estados de Iowa, New Hampshire y Carolina del Sur, hasta este sábado 20 de febrero, en el lado republicano pareciera perfilarse la candidatura de Trump, aun cuando muchos vaticinaban una derrota provocada por sus excesos verbales.

Por el Partido Demócrata, de seguir la tendencia de las primarias realizadas en Iowa, New Hampshire y Nevada, Hillary Clinton se perfilaría como la candidata a la presidencia norteamericana.

Luego de confirmar su triunfo en Carolina del Sur el sábado, Trump reiteró que impedirá, con sanciones fiscales, a empresas que quieran transferir inversión y trabajos a México, además de señalar que el muro fronterizo lo pagará México.
 
En materia migratoria, lejos de encontrar soluciones, el empresario ha señalado su intención de hacer regresar a los mexicanos indocumentados, pese a las importantes aportaciones que realizan a la economía norteamericana.
 
De acuerdo con el Instituto de los Mexicanos en el Exterior, los migrantes mexicanos, de manera global, son dueños de alrededor de 570 mil pequeñas empresas en Estados Unidos y generan un ingreso de 17 mil millones de dólares anuales, y destaca la presencia de mexicanos en los estados con mayor importancia económica de Estados Unidos. Por ejemplo, se calcula que hay alrededor de 4.3 millones de mexicanos en California y 2.5 millones en Texas.
 
De confirmarse a Donald Trump al frente de la candidatura republicana, muy probablemente el camino que construya hacia noviembre endurecerá aún más su reiterada postura de rechazo frente a los mexicanos.

La profunda y extensa agenda de nuestra relación bilateral, exige una férrea voluntad para consolidar a Norteamérica como  la región más competitiva del mundo, procurando el bienestar de las sociedades en un espacio de respeto mutuo no solo a la determinación democrática  de las dos naciones, sino a los derechos humanos más elementales.

Alejandra Barrales, PRD

“Las mujeres, ignoramos nuestra verdadera estatura, hasta que nos ponemos de pie”

Emily Dickinson

Nuestro país es el segundo socio comercial de Estados Unidos y el primer destino de las exportaciones de California, Arizona  y Texas. Cerca de seis millones de empleos en territorio estadounidense dependen del comercio con México, y cada minuto se comercia cerca de un millón de dólares.

Nuestra relación no se basa solo en cifras, compartimos 3,400 kilómetros de frontera, la más transitada del mundo. Hablar de una relación México-Estados Unidos es hablar de mecanismos de diálogo, de comercio, de intercambio cultural, de una agenda compartida y amplia que beneficia a ambas sociedades.

Mecanismos, todos, que difícilmente se pueden suspender. Especular qué podría pasar si alguien como Donald Trump –quien parece más empeñado en llamar la atención– llega a la presidencia de Estados Unidos sería eso, especular. Si bien sus amenazas han sido claras respecto de lo que haría con nuestra frontera, con nuestro comercio, con nuestros migrantes, nuestra gente, y con la relación sostenida durante años, lo cierto es que no sería tan fácil.

Mejor hablemos de lo que hace falta. Actualmente no hay desarrollo sostenible ni justicia en materia de desarrollo social si no se logra igualdad sustantiva entre hombres y mujeres. Y ¿por qué digo esto? Porque pienso que la participación política de las mujeres se ha incrementado a nivel mundial, aunque sigue sin alcanzar la paridad.

Sólo 17% de los cargos ministeriales es ocupado por mujeres, de acuerdo con el ranking de “empoderamiento político” elaborado en 2015 por el Foro Mundial Económico.  Son cifras muy desalentadoras pues, según el Banco Mundial, el acceso de las mujeres a los espacios de gobierno tiene muchos aspectos positivos para la sociedad, el más importante de ellos, la reducción de la pobreza y el desarrollo económico.

En Oriente Medio y África del Norte, las mujeres han progresado en la economía, siguiendo las tendencias mundiales, y se han posicionado en niveles más destacados de la gestión empresarial. Por eso creo que en lugar de especular, debemos pensar que ya es tiempo de que una mujer tome las riendas de una de las naciones más poderosas del mundo y de los beneficios que ello implicaría para México, tanto por la política de inclusión que ha promovido y el apoyo al desarrollo que ella impulsa, como por el simple hecho de que una mujer, por primera vez en la historia de ese país, sea presidenta de Estados Unidos, nuestro vecino y socio.

A lo largo de la historia, se ha demostrado que las mujeres han sido grandes administradoras de la riqueza familiar, y en el ámbito global, la ratificación de Christine Lagarde al frente el Fondo Monetario Internacional (FMI), en un entorno económico complicado para el mundo, es muestra de que el liderazgo femenino se manifiesta en todos los sectores del mundo, con éxito.

Considero que hay que dejar de lado asuntos coyunturales y enfocarnos en los temas que verdaderamente harán un cambio significativo y de fondo en nuestro presente, pero sobre todo, para las generaciones futuras. La pregunta no sería qué pasaría si gana Donald Trump, la pregunta debe ser qué pasará cuando una mujer estadounidense llegue a  la presidencia del país más poderoso del mundo.

 

 

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