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¿Cómo mejorar el transporte en el Valle de México?

En 2015 en México la mayor fuente de contaminación es el transporte que utiliza diésel como combustible y porque Hoy No Circula no se ha acompañado integralmente de otras medidas

Mariana Gómez del Campo, PAN

En la Ciudad de México, en promedio por semana, gozamos apenas de un sólo día con niveles de contaminación por debajo de los 100 puntos Imeca. El contraproducente endurecimiento del programa Hoy no circula imposibilitó que un millón 100 mil autos circularan al día pero eso no redujo los niveles de contaminación, prueba de ello es que se decretó una contingencia ambiental el día de su puesta en marcha y nos quedamos a un punto el jueves pasado de que eso volviera a ocurrir. ¿Entonces, cuál es la verdadera causa de la contaminación? ¿Por qué las autoridades buscan tapar el sol con un dedo implementando medidas desesperadas y que afectan la vida de miles de familias y el desarrollo económico de las empresas?

El Hoy no circula, por sí mismo, no ha reducido la contaminación del aire de la Ciudad de México en el pasado, ni lo hace ahora, porque según el reporte de políticas sobre calidad del aire que elaboró el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en 2015 en México la mayor fuente de contaminación es el transporte que utiliza diésel como combustible y porque no se ha acompañado integralmente de otras medidas.

Desde hace casi dos décadas, los gobiernos de la ciudad no han invertido en serio para renovar el transporte público; por el contrario, han privilegiado el uso del automóvil privado construyendo segundos pisos, deprimidos y distribuidores viales. Ni a Cuauhtémoc Cárdenas ni a Andrés Manuel López Obrador les importó ampliar el Metro; la Línea 12 fue el único intento de una acción adecuada pero resultó muy costoso por la corrupción y errores en su construcción; Miguel Ángel Mancera no ha podido consolidar un proyecto con rumbo en la materia.

Para darnos una idea y comparar con lo que ocurre en otras latitudes, el Metro de Madrid tiene 297 km de líneas para atender a 7 millones de habitantes y el de Londres tiene 408 km de líneas para atender a 9 millones de habitantes. En la Ciudad de México apenas contamos con 226 km de líneas para atender a 22 millones de habitantes de la Zona Metropolitana. Ésta es la principal razón del congestionamiento de nuestras calles: la falta de alternativas.

La inversión en infraestructura ligada a la movilidad es insuficiente. Según el Reporte Nacional de Movilidad Urbana 2014-2015, 80% de la contaminación proviene del transporte público y de carga, y casi la totalidad de los autobuses que circulan a diario y durante todo el día tienen problemas mecánicos que derivan en mayores emisiones contaminantes.

Según datos oficiales existen alrededor de 28 mil microbuses, cuya antigüedad promedio oscila entre los 20 y 30 años. Lamentablemente, este sector del transporte fue abandonado hace mucho tiempo por el Gobierno; prueba de lo anterior es que apenas se han otorgado 2 mil 239 créditos a propietarios de microbuses para “modernizar las unidades y mejorar el servicio”, lo que representa apenas el 8% del total de unidades en circulación.

Hace unos días, los senadores del PAN anunciamos 9 medidas contundentes para mejorar la calidad del aire: se debe echar abajo el endurecimiento del HNC; escuchar y ejecutar los planteamientos de expertos, académicos y especialistas en las materias de Movilidad y Ambiente; Se debe ampliar la cobertura del Programa de Sustitución de Convertidores Catalíticos gratuitos a todas las unidades con más de 10 años de antigüedad; reorientar el Fondo de Capitalidad para invertirlo en un Plan Maestro del Transporte Público; terminar con la corrupción en los Verificentros; reducir al mínimo el número de topes, eliminar baches y sincronizar semáforos; regular las marchas y manifestaciones; eliminar los absurdos límites de velocidad y las vueltas continuas adecuando nuestro Reglamento de Tránsito a estándares internacionales y; renovar vehículos oficiales: camiones de basura, de carga y de transporte;
No se trata de improvisar pasándole la factura como siempre a los capitalinos. Necesitamos un gobierno que sea promotor del cambio y generador de conciencia, en el PAN alzamos la voz.

Alejandra Barrales, PRD

En los últimos días hemos estado expuestos a altos niveles de contaminación en la Ciudad de México. Niveles que obligaron a las autoridades de la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) y a las del gobierno capitalino a poner en marcha acciones urgentes para contrarrestar la problemática.
El pasado 14 de marzo, el científico mexicano y Nobel de Química, Mario Molina, dijo en entrevista para esta casa editorial, Publimetro, que el problema del cambio climático es el más serio que ha enfrentado la humanidad.

En la Ciudad de México desde hacía 14 años no se presentaba una contingencia ambiental. Lo cierto es que en una metrópoli con casi nueve millones de habitantes y más de cinco millones de vehículos circulando todos los días, es cada vez más urgente y necesario diseñar mecanismos que garanticen la movilidad urbana.

La experiencia demuestra que en cuestión de ciudades se debe dejar a un lado la visión cortoplacista. Debemos innovar para hacer más eficientes y sostenibles los servicios. Por ello, las nuevas normas del Hoy no Circula son apenas el primero de muchos pasos que debemos dar pensando en el presente y,  sobre todo, en el futuro, para mejorar la movilidad y la calidad de vida en nuestra Ciudad.

Se trata de un gran reto, el cual podremos lograr solo con la participación conjunta de autoridades, sector privado, expertos y sociedad en general. No podemos ser simples observadores de un problema que nos involucra a todos. En la Ciudad de México se requieren acciones urgentes en todos los niveles. Tenemos que garantizar el servicio de transporte ampliando las rutas, la frecuencia de éstas, mejorando la calidad de las unidades y brindando todas las opciones posibles para que la gente llegue a sus destinos sin contratiempos.

El Centro Mario Molina, que encabeza el Nobel de Química, propone precisamente ampliar y mejorar la calidad del transporte público, regular el transporte de carga –haciéndolos cumplir con horarios de circulación–, vigilar los centros de Verificación Vehicular  y promover el uso de energías limpias.
Nosotros podemos contribuir con acciones como compartir el vehículo, programar rutas, verificar bien nuestros autos, utilizar en lo posible la bicicleta y no olvidar que la contaminación no la provocan solo los automotores, por lo que también debemos cuidar el medio ambiente, reciclando, reutilizando y evitando tirar basura en las calles.

De igual forma, hay que replantear la propuesta de poner en marcha el transporte escolar, garantizando un servicio eficiente y de calidad, que evitaría los congestionamientos en las inmediaciones de las escuelas en las horas pico.

Hoy en día Londres, Nueva York, Seúl, París y Ámsterdam son consideradas Ciudades Inteligentes, porque buscan permanentemente la máxima sostenibilidad en materia de cohesión social, economía, gobernanza, movilidad, medio ambiente y planeación urbana, entre otros rubros, y aprovechan para ello todo lo que tienen a su alcance.

La contaminación no es un problema exclusivo de la Ciudad de México; de hecho, es considerada ya como enemigo global, lo que llevó a la Organización Mundial de la Salud a alertar sobre la gran cantidad de muertes provocadas por este problema y el riesgo del colapso de los sistemas sanitarios.
Lo que sí es un problema es quedarnos inmóviles. Debemos actuar, y mientras más pronto, mejor.

Ana Lilia Herrera Anzaldo, PRI

La mala calidad del aire en la Zona Metropolitana del Valle de México es sólo síntoma de una guerra silenciosa, y cotidiana: la guerra por el espacio público, que al corte de hoy, nadie va ganando.
Hoy México requiere asumir y compartir responsabilidades para erradicar las añejas prácticas de hacer de las ciudades un negocio o las ocurrencias de unos cuantos y se conviertan en una auténtica posibilidad de vida digna para las mayorías.

Las políticas ambientales orientadas a mejorar calidad del aire que respiramos en la Zona Metropolitana del Valle de México, deben contar con estrategias que combatan rubros como la corrupción tanto en los centros de verificación como entre las instituciones encargadas de normar la sanidad ambiental, la regulación del transporte de carga dentro de las ciudades y fortalecer a los sectores económicamente vulnerables con el uso estratégico del transporte público, entre otras tareas.

De la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico señalan que en la Zona Metropolitana del Valle de México, el número de autos pasó de 1.6 millones en 1986, a 5.3 millones en 2014. Un crecimiento promedio de 4.4% por año, superior a 1.3% de la población en el mismo periodo.

La movilidad o la inmovilidad que padecemos en las ciudades no sólo nos resta calidad de vida, sino competitividad y calidad en la salud.

Especialistas en la materia han insistido en que la aplicación de medidas restrictivas para la movilidad vehicular, así como la aplicación de medidas estructurales para lograr niveles adecuados de calidad del aire, se deben aplicar a pesar del disgusto social porque son más los beneficios que se obtiene que el riesgo de colocar a toda la población de la Ciudad de México y la zona conurbada a enfermedades respiratorias y de otro tipo, derivadas de las altas concentraciones de ozono.

Un dato revelador sobre las supuestas ventajas no contaminantes de los vehículos con holograma, de acuerdo al análisis del Centro Mario Molina, es que a partir de mediciones realizadas en 2015 con equipo de sensor remoto, cerca de 45% de los vehículos con engomado “0” y más de 80% de los que tienen calcomanía “2” rebasa los límites permitidos por la normatividad actual.

Las medidas que se aplicaron a partir de la Fase 1 de contingencia ambiental, no sólo trajeron inconformidad entre los usuarios de vehículos particulares, sino también entre la población que utiliza el transporte público.

Así pues, una medida como el Hoy no circula es una solución emergente, pero lo cierto es que se requiere de una salida de carácter integral para enfrentar el problema de la contaminación del aire, ya que la falta de  movilidad tiene que ver con la falta de planeación y visión de largo plazo.

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