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¿Qué dejó la visita del candidato republicano Donald Trump a México?

La visita del candidato presidencial republicano, Donald Trump a México fue antidiplomática pero necesaria

Marcela Guerra, senadora del PRI

El Sr. Donald Trump es el candidato más antimexicano de la historia en los procesos electorales en Estados Unidos, su visita generó malestar en los mexicanos.

El presidente Peña Nieto tomó la valiente decisión de tender un puente de comunicación con el Sr. Trump para sensibilizarlo sobre las recurrentes y peyorativas expresiones empleadas para referirse a los migrantes mexicanos y para hacerle saber que no aceptamos un muro en la frontera y mucho menos pagar por su construcción. Los resultados de este encuentro han sido polémicos.

Esperamos que la estrategia que se siga en el futuro cercano contemple lograr que la candidata demócrata también acuda a dialogar con el Presidente de la República; que se acepte que una sana e intensa relación bilateral con Estados Unidos garantiza la seguridad de ambos países; que los mexicanos trabajamos esforzadamente para generar oportunidades en nuestro país; que no aceptamos un muro fronterizo y que los mecanismos bilaterales existentes que cada día adquieren mayor certeza gracias a los avances en su institucionalización, han demostrado ser eficaces para generar prosperidad compartida.

Coincido con los que piensan que esta pifia diplomática no daña nuestra relación bilateral con Estados Unidos, muestra de ello fue lo que Adam Lenert, vocero de la embajada estadounidense en nuestro país afirmó el viernes pasado: “las relaciones entre los gobiernos de Estados Unidos y México han sido y permanecen sólidas y productivas”.

México ha entendido que el Sr. Donald Trump es un riesgo para nosotros, para su país y para el mundo porque no es confiable ni consistente. Durante la conferencia de prensa del miércoles pasado reconoció en México, las consecuencias negativas que implican el tráfico de armas y aceptó la necesidad de contar con un enfoque integral para combatir ese trasiego en caso de llegar a la presidencia de su país. Pocas horas después en Arizona recomendó a su auditorio: “cuando voten, no olviden la segunda enmienda de nuestra Constitución”, deslizando con ello, los grandes intereses que lo deben unir a la Asociación Nacional del Rifle.

A partir del miércoles 31 de agosto se identifica la unidad nacional en contra de Donald Trump, ese es otro resultado a destacar de su visita al país. No obstante lo anterior, este candidato está en posibilidad de encabezar la presidencia de Estados Unidos y en consecuencia debemos aprender velozmente a lidiar con él.

Mariana Gómez del Campo, senadora del PAN

En un momento sumamente crítico, en el que el candidato republicano Donald Trump se encuentra por debajo de Hillary Clinton en las encuestas sobre las elecciones presidenciales del próximo noviembre pero con una diferencia estrecha, la invitación hecha por parte del titular del Ejecutivo Federal representó un grave desacierto. 

Desde la perspectiva del proceso electoral, esto terminó siendo una bocanada de aire para un candidato que necesitaba recuperar terreno, fue una oportunidad que no desaprovechó y que hoy le ha dado a Trump por un lado, una imagen de posible Jefe de Estado que no tenía y por otro, tras el discurso en Arizona le dio ánimo a sus simpatizantes que pensaban que tras la visita a México, Trump suavizaría sus posturas, lo cual no ocurrió. 

Para la gran mayoría de los mexicanos, la lectura de esta visita fue la de un verdadero desastre. Los defensores de Peña Nieto han argumentado que se necesitaban construir puentes de diálogo, a lo cual nunca nos opondremos. El problema radica en el entendimiento de las partes y su disposición a lograr resultados. En este caso, el Presidente de México desaprovechó la oportunidad de ser contundente y dejarle claro al Sr. Trump que a los mexicanos se les debe respetar y que de no hacerlo no será bienvenido, que rechazamos enérgicamente sus señalamientos porque no somos “violadores” ni “criminales” como lo ha dicho, que nuestros lazos comerciales han sido benéficos para ambos países y recordarle que ya existe un muro el cual no ha sido la solución, por lo que su propuesta es un error . Mientras que Trump cumplió su misión con enormes resultados: se tomó la foto, no cambió en absoluto sus posturas y consolidó su imagen.  El saldo de la visita: un triunfo para Trump, una vergüenza para México. Ningún otro jefe de Estado le ha brindado un espacio de tal magnitud a Donald Trump y probablemente nadie, en sus cinco sentidos, lo haga. Ahora bien, a pesar de que el PRI-Gobierno ha pretextado que la invitación fue girada a ambos candidatos, ha trascendido que ha habido una seria molestia en el equipo de campaña de Hillary Clinton por lo que se anticipa muy complicada su visita a nuestro país.

La visita de Trump, además coincidió con un momento delicado para el Gobierno Federal, en el que la aprobación del presidente se ha desplomado y cuando frente a su Cuarto Informe tiene poco que presumir respeto a crecimiento económico, seguridad, lucha contra la corrupción y resultados de las reformas estructurales. Como muestra, el Banco de México redujo en días pasados, por cuarta ocasión, su pronóstico de crecimiento en un rango de 1.7 a 2.5 por ciento y cifras oficiales apuntan a un repunte de la violencia en el país, particularmente de los delitos por extorsión, secuestro y homicidio doloso (Julio fue el mes con el mayor número de homicidios en todo el sexenio). Todo esto sin tomar en cuenta los escándalos de carácter personal que han afectado la imagen del titular del Ejecutivo Federal, lo cual siempre ha sido minimizado desde Los Pinos.

Queda claro que hubo una lectura errónea de la Presidencia sobre el tiempo y la forma en que se realizó esta escandalosa visita y que, una vez consumada, ha habido una renuencia absoluta a escuchar las críticas.

Muchos elementos hacen de la visita un hecho grave y lamentable, pero el peor fue el deterioro a la investidura presidencial. Siempre ante las crisis se abren oportunidades, la que tiene frente a sí el Gobierno es la de hacer un serio ejercicio de autocrítica y se busque recomponer el camino en los dos años que le restan al Ejecutivo Federal.

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