Revelar el alma frente a una terapeuta desconocida puede ser complicado y tardado; sin embargo, Sarah White, una terapeuta neoyorquina usa una técnica novedosa para acelerar el proceso: desnudarse.
Ésa es la teoría detrás de la terapia desnuda, una herramienta psicoanalítica no aprobada por ninguna asociación de salud mental, pero que a Sarah le ha funcionado.
“La meta es mostrar a los pacientes que no tengo nada que ocultar y estoy decidida a ser honesta”, explica White.
“Para los hombres en particular parece que una mujer desnuda puede realmente concentrarlos, buscar profundamente en sí mismos y hacer hablar a su mente de manera abierta”.
Las sesiones comienzan con White completamente vestida. Conforme avanzan, pregunta si al paciente (sorpresivamente hombres en su mayoría) le importa si se quita la ropa.
Entonces, primero la falda, luego el sostén y la ropa interior. Al paciente raramente le incomoda, de acuerdo al diario The Daily, un medio exclusivo para la iPad.
Una hora de sesión cuesta 150 dólares y la primera es realizada por webcam. Una vez que se ha establecido un nivel de confianza, los pacientes pueden agendar una sesión en persona. No obstante, el precio se incrementa cinco veces.