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Peligroso pero sabroso: la vida de los garnacheros en la CDMX

Entre la informalidad y el cobro de cuotas, los garnacheros del centro de la Ciudad de México se las arreglan para alimentar a sus comesales

Si aceptamos que garnacha es toda aquella forma del maíz frito en el comal, debemos aceptar que lo que completa su sentido es su carácter callejero, más precisamente, lo ambulante de su compra y venta.

En el centro de la ciudad, desde los bordes del Zócalo para allá, inundando las calles del centro histórico la orden de flautas y las quesadillas siguen costando diez pesos en el tianguis de Argentina, o quince una gordita generosa de salsa picosa en los puestos frente a Santo Domingo. Son la garantía de que uno en esta ciudad nunca morirá de hambre.

Según datos de la Secretaría de Trabajo difundidos por la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad, más de la mitad de la población del país sobrevive trabajando en el comercio informal.

Un 46% de la población de la ciudad de México también. Y todos los de alrededor parecen querer una parte de ese negocio que ocupa a miles: las cámaras patronales del comercio los culpan de sus magras ventas y bregan por su formalización —y depuración, claro—, la policía los corretea y los desaloja, las delegaciones los miran con desconfianza y buena parte de la prensa los acusa de ser causantes de mugre e inseguridad.

En el fondo, es un trabajo que se hace sin garantías, viviendo al día, con un margen muy chico de movimiento e inversión. La Comisión de Derechos Humanos del ciudad publicó que durante los años 2013 y 2014 —que son los que recogen para un informe que elaboraron este año— tienen registro de más de 300 violaciones a los derechos de algún trabajador callejero.

Uno de los comerciantes muestra un video que tomó con su celular cuando se le pregunta que es lo más difícil de trabajar en la calle: es el desalojo de comerciantes de la calle Apartado, a pocas cuadras de dónde conversamos, en que un grupo de mujeres le grita a los granaderos que si quieren se lleven los puestos pero que no se roben la mercadería.

El operativo fue alrededor de las once de la noche, el viernes 4 de agosto. En esos días también retiraron puestos de la calle Argentina, comenta el entrevistado que prefiere que no se haga referencia a su nombre o características de su puesto.

Lo más difícil, dice, es que los comerciantes y los vecinos hace ya buen tiempo vienen denunciando que hay una organización criminal que —al menos desde el 2015 y puede que desde antes— se dedica a la extorsión, al secuestro y al cobro de cuotas a los comerciantes del centro, Tepito y las colonias Guerrero y Morelos.

Todos conocen a alguno, porque el crecimiento de esta forma mafiosa es un secreto a voces. Dice que han indicado distintas cuotas a cada puesto y que usan la violencia contra quienes se niegan a hacerlo.

Sobre el Eje 1 Norte, la banqueta está levantada porque las veredas están en obra. Algunos trabajadores pintan unas estructuras destinadas para algunos ambulantes. El espacio va albergar a menos vendedores que antes y sólo acceden quienes tengan el dinero para adquirir uno de los puestos.

Según fue publicado en la web de comunicación de la Secretaría de Gobierno de la ciudad en febrero de este año, el gobierno capitalino anunció una inversión de 25 millones de pesos para rehabilitar ese kilómetro y medio sobre el Eje 1 norte que va desde las avenidas Reforma a Circunvalación. Y agregan el dato de que, para comenzar las obras, retiraron 438 puestos semifijos que se ubicaban en la calle que va entre Reforma y Allende, para tener una dimensión de la densidad del comercio de la zona.

 

46% de la población de la CDMX vive del comercio informal

300 violaciones a derechos humanos de ambulantes en 2013 y 2014

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