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Familias diversas: Crecer trans

La familia es uno de los primeros lugares donde se discrimina a niños, niñas y adolescentes por su orientación sexual

«Queremos lo mejor para los niños», dicen algunos para negar la diversidad familiar. Este argumento aparece cuando se cuestiona el modelo tradicional de familia y se usa para alegar que lo que se desvía de este modelo pone en peligro a los niños y a las niñas. La pregunta, sin embargo, es inevitable: cuando se habla así de “los niños”, ¿de qué niños se está hablando?

Si se analiza cuidadosamente la discusión sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción por parte de estas parejas, queda claro que cuando se habla de “los niños”, se asume que son heterosexuales y cisgénero (esto es: que su identidad de género coincide con la jurídicamente asignada y socialmente esperada). El riesgo de exponerlos a las parejas del mismo sexo estriba en que se van a “confundir” sobre cuáles son los “roles de género” adecuados para los hombres y para las mujeres. Esa confusión no será, por supuesto, meramente intelectual, sino que se verá reflejada en la práctica: estos niños y niñas —se cree— se “volverán homosexuales”, “negando su naturaleza de hombres y mujeres”.

Estos “peligros” que se imaginan no se materializan en la realidad. Pero están, además, basados en una presunción sobre los niños y niñas que es errónea, porque no, no todos los niños y niñas son cisgénero y heterosexuales. Los niños, niñas y adolescentes LGBT existen. Y, muchas veces, viven en familias conformadas y encabezadas por personas que no son LGBT.

Si se pretende darle lo mejor a “los niños”, lo que debe preguntarse es: ¿qué es lo mejor para estos niños y niñas? ¿Cómo es la familia que ellos y ellas necesitan para poder desarrollarse plenamente?

En esta entrega de Familias diversas conocí a Sofi, Víctor, Jessica y Gabriel —una niña, un adolescente y dos adultos jóvenes trans, respectivamente— y sus familias. Si tuviera que responder la pregunta de qué necesitan estos niños, niñas y adolescentes, con base en lo que platiqué con ellos y en mi propia experiencia, la respuesta es sencilla: necesitan lo que cualquiera: amor, apoyo y respeto. Que se les permita afirmar quiénes son. Que se les permita explorar lo que quieren y lo que les gusta. Que se les permita jugar, ir a la escuela, enamorarse, socializar. Ser. Es así de sencillo. La realidad, sin embargo, es que, en la mayoría de los casos, aún no lo es.

El primer problema es la violencia que viven estos niños, niñas y adolescentes enlas mismas familias.

40% de los ‘homeless’ en EU son de la comunidad LGBT

No existe el dato para México, pero sí para Estados Unidos y sirve para ilustrar y dimensionar el problema: el 40% de la población joven en ese país que no tiene casa (que es “ homeless”) es LGBT. Son jóvenes que han sido corridos de su propio hogar, por su propia familia, porque son LGBT. En México, según los Resultados de la Encuesta Nacional sobre Discriminación y Juventudes LGBTI, el 41% de las personas encuestadas reportaron haber sido excluidas o marginadas del ambiente familiar.

 

Según los Principales Resultados del Diagnóstico Situacional de personas LGBTTTIQ de México 2015, uno de los principales lugares en los que se reportó haber vivido discriminación fue en la familia. Estos datos nos obligan a ver cómo funcionan muchas familias en la realidad: no son esos espacios idílicos en donde se ama y acepta incondicionalmente a sus miembros, sino que pueden ser y son muchas veces espacios de violencia. Esta violencia se ejerce de formas particularmente brutales en contra de las personas LGBT. Son los niños, niñas, adolescentes que son golpeados por sus padres, para que se “les quite” lo “torcido”, lo “puto”, lo “marica”, lo “machorra”; que son institucionalizados de manera forzosa, para que “se curen”, como si estuvieran enfermos; que son abandonados o exiliados, porque son una “vergüenza”.

Si los niños, niñas y adolescentes LGBT tienen la suerte de contar con apoyo familiar, como quiera tienen que enfrentar un mundo en los que se siguen violando sus derechos sistemáticamente. Es difícil garantizar la seguridad, la libertad y el respeto fuera de casa.

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