Profe Wish es un hombre que colecciona objetos alusivos al medievo y le gusta escuchar metal. Cuando no está trabajando en ingeniería acústica, se dedica a otra de sus especialidades: dar nalgadas. En el mundo del spanking de Ciudad de México se ha ganado el título de “profesor”, un disciplinario de manos rígidas que puede darle más de mil nalgadas a un solo spankee, como se le dice a las personas que les gusta recibirlas. Profe Wish es uno de los spankers mexicanos más antiguos y quien fundó el grupo Latin Spanking, que reúne a amantes de esta vertiente del BDSM (en español: Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión y Sadismo).
«Me especialicé en el spanking por mi manera de ser. Las sumisas, por definición, no pueden ser rebeldes, por otro lado, las spankees tienen la característica de ser muy provocativas, les gusta retarte. Yo aprendí a reaccionar a eso”, cuenta Profe Wish.
Para saber más del spanking, el Profe me invitó a Calabococu, como le dicen a la casa y calabozo de Bococu, una legendaria figura del BDSM mexicano, una mujer que eligió su nombre de sumisa como un acrónimo de “boca, coño, culo” y que comparte su espacio como un entorno seguro, respetuoso e inclusivo.
Bococu y Profe Wish.
«El sadomasoquismo es la delgada línea entre el dolor y el placer, pero también se trata del contexto», explica Profe Wish. Al combinar el sadomasoquismo con los roles y la disciplina, el spanking se puede dividir en vertientes pero siempre se enfoca en el fetiche de dar un castigo y recibirlo. Un escenario común es el de una mujer traviesa o desobediente, a quien disciplina su spanker, aunque la figura dominante también puede ser a la inversa y no es raro que lo practiquen dúos del mismo sexo.
Luego de la premisa inicial, todo depende de hasta qué nivel quieran jugar los participantes. A un nivel avanzado, se cruza el umbral del dolor y se conjugan aspectos estéticos, sonoros y sensoriales. “¿Quién se resiste a un bello trasero rojo? Yo no. —dice Profe Wish— Cuando gritan es maravilloso y las reacciones faciales que tienen son muy placenteras, muy excitantes. Nos gusta provocar eso». Con suficiente experiencia se puede ir más lejos: romper espátulas en el azote, moretear el trasero o inclusive provocar sangrado. Todo es parte del juego.
Después de platicar con Profe Wish empezó a llegar más gente a Calabococu. La fiesta comenzó y salieron las cuerdas de bondage, azotes, amos con sumisos, ataduras de shibari y petplay (la afición de comportarse como una mascota, que usualmente viene en dupla de perro y dueño).
Aunque el BDSM ha estado presente desde hace más de 50 años en México, su presencia se limitaba a nichos sumamente exclusivos por la dificultad implícita en encontrar entornos seguros con personas afines a las prácticas fetichistas, alejados del tabú y el prejuicio de sociedades conservadoras. Con casi veinte años como parte de este circuito, Dom Jaguar señala que esta tercera ola es un paso importante porque, en otras palabras, el fetiche está por entrar a la esfera de la cultura pop.
La práctica estelar de la noche era el spanking. Antes de usar instrumentos, Profe Wish empieza a mano limpia para calentar. Para el spanker es importante escuchar la reacción de la persona a la que está nalgueando, ya que en gran parte es lo que modula la intensidad de los golpes. También hay que aprender a diferenciar entre una reacción de dolor placentero de uno no placentero.
Las personas que asisten a Calabococu es una comunidad que reúne a todo tipo de gente: servidores públicos, ingenieros, empresarios, estudiantes, artistas y abogados. En la fiesta había un sentido de comodidad al compartir con otras personas el gusto por el BDSM.