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México, país bisagra: migración, refugio y fuga de cerebros según la OCDE

Nuestro país se convierte en un nodo clave de la migración global, al recibir más personas de Centroamérica y perder talento joven hacia EE.UU.

(Foto: Unicef)
Migrantes. (Foto: Unicef)

En 2024, el mundo experimentó uno de los mayores movimientos migratorios de las últimas décadas. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) reveló que más de 6.1 millones de personas obtuvieron permisos de residencia en sus países miembros, un aumento del 25% respecto al año anterior. En medio de esta ola migratoria global, México emerge como un actor central: ya no solo exporta población, sino que recibe cada vez más personas y funciona como país de tránsito y destino.

Este nuevo papel plantea desafíos inmediatos. México, históricamente expulsor de población hacia Estados Unidos, ahora también es receptor de migrantes provenientes de América Central, el Caribe, Sudamérica y África. Al mismo tiempo, continúa siendo uno de los mayores emisores de migrantes, en particular jóvenes y profesionistas que buscan oportunidades académicas y laborales en el extranjero.

Este fenómeno ha reconfigurado la posición geopolítica y humanitaria del país, convirtiéndolo en un nodo de tensión, oportunidad y conflicto migratorio.

México: receptor de migrantes forzados y expulsor de jóvenes calificados

El informe de la OCDE muestra que México registró más de 782 mil ingresos irregulares de personas en 2023, cifra que refleja un incremento del 77% frente a 2021. La mayoría de los migrantes provienen de Venezuela, Haití, Cuba, Honduras y El Salvador, quienes llegan al país en busca de refugio, seguridad o una ruta hacia Estados Unidos.


Al mismo tiempo, más de 1.2 millones de mexicanos migraron hacia el norte el último año. A diferencia de décadas pasadas, donde predominaban trabajadores agrícolas o de la construcción, el nuevo perfil migrante mexicano incluye jóvenes universitarios, especialistas de la salud, ingenieros y profesionales digitales. Esta “fuga de cerebros” representa una pérdida estratégica para el país.

México, según expertos de la OCDE, ya no puede considerarse únicamente como nación expulsora o de tránsito. Es un “país bisagra” en la cadena migratoria global, con flujos multidireccionales que presionan sus instituciones y políticas públicas.

¿Quién viene a México?

El cambio migratorio no solo es cuantitativo, sino también cualitativo. De acuerdo con la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), en 2023 se registraron más de 140 mil solicitudes de asilo, una cifra sin precedentes. Los principales países de origen fueron Haití, Venezuela, Cuba y Honduras, aunque también hay presencia creciente de personas de África Occidental, Medio Oriente y Asia Central.

Este fenómeno ha obligado a las autoridades a implementar programas de regularización migratoria en ciudades como Tapachula, Ciudad de México, Monterrey y Tijuana, donde muchos migrantes quedan varados durante meses.

Los flujos también han revelado la creciente presencia de personas extracontinentales, que ven a México como puente hacia Norteamérica. En el Istmo de Tehuantepec y en la frontera norte, estos movimientos han desbordado la capacidad de albergues y oficinas migratorias.

Factores que impulsan la movilidad humana

La OCDE identifica cinco factores estructurales que explican el auge migratorio global, todos presentes en el caso mexicano:

  • Inseguridad: miles de personas huyen de la violencia de pandillas, crimen organizado y conflictos armados.
  • Desigualdad económica: el desempleo y la precariedad laboral empujan a migrar.
  • Cambio climático: sequías, huracanes e inundaciones desplazan comunidades enteras.
  • Inestabilidad política: gobiernos autoritarios y crisis institucionales generan éxodos.
  • Reunificación familiar: persiste como uno de los principales motivos para emigrar.

Estos factores afectan tanto a quienes entran como a quienes salen del país, generando una presión doble sobre la infraestructura social mexicana.

Las rutas más peligrosas del continente

El tránsito migrante por México está marcado por la violencia. De acuerdo con organizaciones de derechos humanos, las rutas más empleadas —como “La Bestia” o los corredores por Sonora y Coahuila— están controladas en parte por el crimen organizado.

Miles de migrantes han sido secuestrados, extorsionados o desaparecidos en territorio mexicano. La Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes (REDODEM) reportó más de 1,200 desapariciones solo en 2023.

A pesar de operativos gubernamentales, los riesgos persisten, en especial para niños no acompañados, mujeres embarazadas y población LGBTIQ+, que son más vulnerables a abusos y explotación.

Remesas históricas, pero fuga de talento

Las remesas enviadas por mexicanos en el extranjero rompieron récords en 2023: 63 mil millones de dólares, una cifra que supera los ingresos del turismo y del petróleo. Esta entrada de divisas ha sostenido miles de hogares, especialmente en zonas rurales.

Sin embargo, la migración también representa una pérdida de talento. Universitarios y profesionistas que migran difícilmente regresan, lo que debilita sectores estratégicos como salud, educación y tecnología. Esta contradicción —beneficio económico a corto plazo, pérdida de capacidades a largo plazo— es uno de los grandes dilemas de la migración mexicana.

Además, el mercado laboral formal en México sigue sin absorber a la totalidad de los migrantes que llegan, lo que genera presión en servicios públicos, educación y vivienda.

La percepción ciudadana: entre solidaridad y rechazo

Las encuestas nacionales revelan una división social sobre el tema migratorio. Mientras una parte de la población muestra empatía hacia los migrantes, otra expresa temor por el aumento de inseguridad o la “saturación” de servicios.

En ciudades fronterizas como Ciudad Juárez, Tijuana o Tapachula, ha habido brotes de tensión entre población local y migrante. Las autoridades han intentado contener la narrativa xenófoba, pero también han optado por endurecer controles.

El informe de la OCDE advierte que la polarización puede escalar si no se generan políticas de integración efectivas que garanticen derechos sin descuidar la seguridad.

Migración estudiantil: caída global, pero México busca su lugar

En 2024, por primera vez desde la pandemia, cayó el número de estudiantes internacionales en países OCDE: 13% menos que en 2023. Aun así, más de 1.8 millones de estudiantes se movieron por razones académicas.

Estados Unidos y Reino Unido siguen siendo los principales destinos, pero Japón, Corea del Sur, Dinamarca y Suecia aumentaron su cuota de recepción. En contraste, Canadá y Australia vieron caídas del 39% y 22% respectivamente.

México aparece en los márgenes de este mapa, con 73 mil estudiantes mexicanos matriculados en el extranjero en 2023. Por otro lado, el país emitió poco más de 5 mil permisos de residencia para estudiantes extranjeros. El reto está en aprovechar su potencial como hub regional de educación, particularmente para jóvenes latinoamericanos.

Datos

Asilo: México entre los países con más solicitudes en la OCDE

En materia de asilo, el país ha dado un salto considerable. En 2024, México recibió 148,700 solicitudes, lo que lo coloca en el sexto lugar entre los países OCDE. Las principales nacionalidades fueron haitianos, cubanos y hondureños, seguidos de africanos y venezolanos.

Comparado con 2019, esto representa un incremento del 92%. La tasa de solicitantes por millón de habitantes es de 1,084, aún por debajo de Irlanda o Alemania, pero creciente de forma sostenida.

A pesar de los avances de la COMAR, el sistema enfrenta rezagos críticos en atención médica, albergue y documentación. La falta de presupuesto y personal ha derivado en retrasos de hasta seis meses para resoluciones.

¿Qué hacer? Propuestas desde la OCDE

El informe propone una serie de recomendaciones para México y otros países miembros:

  • Fortalecer la COMAR y el INM con más recursos y personal capacitado.
  • Crear un sistema de integración laboral formal para migrantes y refugiados.
  • Firmar acuerdos bilaterales de movilidad con países receptores y emisores.
  • Establecer corredores migratorios seguros con apoyo de ACNUR y OIM.
  • Combatir la xenofobia desde políticas educativas y campañas públicas.
  • La OCDE subraya que la migración debe entenderse como una oportunidad estratégica, no solo como una crisis humanitaria.

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