Un nuevo estudio revela cuáles son los mecanismos de transmisión que, frecuentemente, producen que las personas contraigan el Covid-19 en el transporte público.
De acuerdo con investigadores de la Universidad de Michigan, la falta de ventilación en los medios de transporte impide que los aerosoles del coronavirus circulen y, en cambio, quedan contenidos en una misma área; a excepción de mantener ventanas y puertas abiertas, momento en que la carga viral se reduce en un 50%, pero, ni en ese escenario, la protección es equitativa para todas las pasajeras y los pasajeros.
Durante las olas de contagios que anteceden a la actual, los confinamientos fueron una de las medidas a las que más se recurrió para evitar contagios. Sin embargo, el colapso de la economía a nivel mundial apremia la necesidad que la población reactive sus actividades y acuda a los centros de trabajos. Del mismo modo, las áreas de la medicina, como la psicología y psiquiatría, recomiendan expresamente la necesidad que las infancias acudan a las aulas de clases para el buen rendimiento de la salud mental.
En este sentido y con la llegada inminente de ómicron, la variante más transmisible de las variantes del SARS-CoV-2, la forma más fiable de evitar el contagio entre persona a persona es aumentar las medidas de protección personal.
De acuerdo con estudios previos, la población más susceptible a contraer la enfermedad se localiza entre el grupo de edad de entre 20 a 50 años, pues se encuentran en edad productiva; muchos de ellos se movilizan a través del público.
Por ello, los investigadores del centro de estudios, ubicado en Ann Arbor (Estados Unidos), se propuso el objetivo de comprender la manera en que se transmite el virus en este contexto.
La investigación, publicada en la revista científica “Physics of Fluids”, refiere que una de las formas en que nos recuperaremos de la pandemia será cuando alcancemos a comprender las distintas vías transmisión del Covid-19. Fue así que, los estudiosos analizaron la propagación del SARS-CoV-2 en espacios cerrados, característicos por la mala ventilación que hay en ellos.
Esta idea se fundamenta en un estudio, realizado en Wuhan, China, a inicios de la pandemia (el 22 de enero del 2020) en el que se demostró que pese a que uno de los pasajeros, positivo a la enfermedad, no interactuó directamente con las otras personas que se transportaban en el mismo autobús, 8 de 45 de ellas fueron contagiadas, a lo largo de un viaje de cuatro horas, aproximadamente.
Otro pasajero, además, contrajo el virus aún cuando el contagiado había descendido de la unidad media hora antes que este último abordara.
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¿Qué factores contribuyen a la transmisión del Covid-19 en el transporte público?
Los investigadores se dieron a la tarea de diferenciar entre un autobús turístico y uno urbano, ya que en el caso del último, las pasajeras y los pasajeros abordan por una decena de minutos, por lo que está permitido que se mantengan de pie, mientras otras y otros toman asiento, y las paradas de abordaje sean continuas, lo que aumenta la probabilidad de transportar a una persona positiva al Covid-19.
Para estudiar el fenómeno, los expertos basaron su investigación en la dinámica de fluidos computacional (CFD, por sus siglas en inglés), ya que este método ha servido para identificar los modos de ventilación de filtración en espacios cerrados, como oficinas, hospitales y zonas al aire libre.
Los investigadores tomaron en cuenta la humedad relativa y la disposición de los asientos, entre otros factores que podrían alterar el movimiento de las partículas con carga viral, como el sistema de aire acondicionado (calefacción, ventilación y aire acondicionado). El autobús -detalla el trabajo- está diseñado para ser abordado por 65 personas; 35 de ellas distribuidas en los asientos y 30 pasajeras y pasajeros adicionales.
Los primeros resultados indicaron que la ventilación, humedad relativa y el tamaño inicial de las gotas influyen significativamente en la transmisión del Covid-19. Otro de los hallazgos fue que cuando las ventanas y puertas son abiertas, aumenta el escape de aerosoles, lo que mitigó la probabilidad de contagios a lo largo del viaje. Se descubrió, también, que aumentar la velocidad de conducción promueve tasas de ventilación más altas y diluye aún más el aire.
Otro de los aspectos que interesó a los investigadores fue si el distanciamiento social, establecido como la distancia entre persona a persona de metro y medio, impidió la transmisión del virus. El trabajo demostró que las partículas más grandes y pesadas se esparcieron hasta a 2 metros de distancia, desde el punto donde fueron exhaladas.
“Este principio se usa en todo el mundo para las pautas de distanciamiento social, pero no tiene en cuenta la influencia de la convección de las pequeñas partículas que viajan con las corrientes de aire ambiental”, explica la investigación. Además, la probabilidad de transmitir el Covid-19 aumenta si la persona positiva habla en voz alta y disminuye si la o el pasajero utiliza el cubrebocas correctamente.
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¿Importa el asiento en el que viajo?
Los investigadores no especificaron un sitio determinado dentro del autobús en el que la probabilidad de contraer el virus sea más alta, ya que esto dependerá, invariablemente, del lugar en el que se encuentre colocado la o el infectado.
Sin embargo, reconocieron que el riesgo aumenta con las personas que lo circundan y decrece en conformidad de la distancia que los separe, entre más distancia menos probabilidades de contagio.
Reconocieron, además, que las pasajeras y los pasajeros que se mantengan junto a ventanas y puertas abiertas se ubicaran en las zonas de mayor mitigación. Fue así que los expertos concluyeron que el efecto de abrir las ventanas es significativo para reducir la concentración de partículas.
De acuerdo con los estudios, pese a que el viaje sea corto existe la posibilidad inhalar una cantidad pequeña de partículas, ya que los aerosoles, expirados por una persona con Covid-19 tardan en diseminarse -en el transporte público- de entre 150 segundos a 200 segundos. Otro de los factores estudiados fue la eficacia del uso de cubrebocas quirúrgicos y las mascarillas hechas en casa.
“Suponemos que la mascarilla quirúrgica bloqueará el 90% de los aerosoles exhalados e inhalados, y las mascarillas artesanales bloquearán el 30% de las partículas”, indicaron. “Es impresionante ver como la mascarilla quirúrgica reduce significativamente el número de partículas inhaladas”, ahondaron y rectificaron la idea que el uso de esta medida de prevención continúa como una de las más efectivas.