MADRID, 15 (EUROPA PRESS)
La Secretaría General de Naciones Unidas ha exigido una vez más el acceso inmediato de ayuda al norte de Etiopía, epicentro de la guerra que llevan librando desde noviembre de 2020 el Ejército etíope contra el Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF) y sus grupos asociados, y que ha provocado una catástrofe humanitaria en la región.
El portavoz adjunto de la Secretaría, Farhan Haq, ha destacado por encima de todo que los combates en la ciudad de Abala, en la frontera entre Afar y Tigray, han taponado el acceso a la ayuda humanitaria.
«La ayuda lleva sin entrar en Tigray desde el 14 de diciembre y el combustible desde el 2 de agosto, es decir, más de cinco meses. Las ONG no tienen gasolina para sus camiones, que además apenas disponen de alimentos que transportar», ha lamentado el portavoz.
El portavoz aprovechó para denunciar el aumento de ataques aéreos en varias partes de Tigray que han llevado a sus socios humanitarios a suspender sus actividades en todo el noroeste de la región excepto en la ciudad de Shire.
Con todo, los intentos siguen: desde el 3 al 9 de enero las organizaciones humanitarias y la ONU han distribuido comida a más de 250.000 personas y más de 47.000 recibieron tiendas de emergencia la semana pasada.
El conflicto estalló en noviembre de 2020 tras un ataque del TPLF contra la principal base del Ejército, situada en Mekelle, tras lo que el primer ministro, Abiy Ahmed, ordenó una ofensiva contra el grupo tras meses de tensiones a nivel político y administrativo.
El propio Abiy se trasladó a finales de noviembre al frente de guerra para encabezar las operaciones militares y recientemente regresó a la capital tras los últimos avances del Ejército, mientras que el TPLF ha rechazado hasta la fecha un diálogo con Abiy si no se cumplen sus condiciones y ha abogado abiertamente por la dimisión del primer ministro.
El TPLF acusa a Abiy de azuzar las tensiones desde su llegada al poder en abril de 2018, cuando se convirtió en el primer oromo en acceder al cargo. Hasta entonces, el TPLF había sido la fuerza dominante dentro de la coalición que gobernó Etiopía desde 1991, el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF), sustentada en las etnias. El grupo se opuso a las reformas de Abiy, que consideró como un intento de socavar su influencia.