El sereno resort en Tonga se encontraba detrás de una laguna y un arrecife que era ideal tanto para buceadores como surfistas. Personas que no se conocían anteriormente se sentaban juntas para saborear las deliciosas comidas preparadas por la dueña, Moana Peana, o descansar en cabañas rústicas entre los árboles.
Entonces se produjo la erupción volcánica seguida de tsunami que provocó al menos tres muertes y dejó a decenas sin hogar. Las olas se llevaron el Ha’atafu Beach Resort.
“Es tierra arrasada. Junto con la ceniza negra del volcán parece un lugar bombardeado”, dijo el hermano de Paea, Alan Burling, después de ver las fotos en línea.
Ahora, decenas de vacacionistas de Nueva Zelanda, Australia, Estados Unidos y otros países están recaudando fondos para ayudar a Paea y su esposo Hola a reconstruir y empezar de nuevo.
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Es sólo una de las maneras como el mundo se moviliza para ayudar a la gente de esta remota nación insular del Pacífico. Los gobiernos de Nueva Zelanda, Australia, Japón, Gran Bretaña, China y otros países están enviando agua potable y otras provisiones en buques militares y aviones de carga.
Pita Taufatofua, quien causó sensación como el abanderado con el torso desnudo de Tonga en los Juegos Olímpicos, ha iniciado una página en línea de recolección de fondos para reconstruir escuelas y hospitales que ha recaudado más de la mitad de su meta de un millón de dólares australianos (720 mil dólares).
Tonga nunca fue un destino de lujo como Fiji, Tahití y otras naciones del Pacífico y los turistas llegaban en busca de una experiencia más rústica. En el Ha’atafu Beach Resort, la pandemia había detenido el turismo internacional y los dueños se dedicaron a su renombrada cocina.
El alto comisionado interino de Nueva Zelanda, Peter Lund, estaba recogiendo unos platillos allí el sábado cuando el volcán hizo eurpción. En declaraciones desde Tonga por teléfono satelital el viernes describió lo sucedido. “Se ha vuelto un poco borroso, pero escuché un trueno increíble”, dijo Lund. Añadió que el personal del resort le dijo que era demasiado peligroso y volvió a su auto.
“Estaban llegando las olas. Regresé a la carretera principal”, dijo Lund. “Y gradualmente los cielos se volvieron negros y la ceniza volcánica comenzó a llover”.
El viaje regular de 30 minutos de Lund de regreso a la alta comisión en la capital, Nuku’alofa, se convirtió en uno de 90 minutos. Debido a que el complejo estaba construido en un terreno más alto, los tonganos se apresuraron a ponerse a salvo allí y esa noche en Lund se quedaron unas 80 personas.
De vuelta en el balneario, Moana Paea, su familia y los demás no tuvieron tiempo de salvar ninguna de sus pertenencias y terminaron trepando a un árbol para sobrevivir, dijo Burling, que vive en Nueva Zelanda.
“Como todos los demás, ella estaba muy molesta y muy sensible”, dijo después de lograr hablar brevemente con su hermana por teléfono.
Dijo que aún no le había contado sobre la página de recaudación de fondos en línea que inició, que ya superó su meta de 100 mil dólares neozelandeses (un millón 372 mil 776 pesos).
“A Moana en realidad no le gusta hacer ruido y probablemente no hubiera querido que nosotros recaudáramos el dinero”, dijo Burling. “Pero ella literalmente habría perdido todo, y tienen personal para apoyar”.