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Estados Unidos.- Expertos advierten de que si Rusia corta el gas a Europa habrá que reducir la demanda para poder cubrirla

Aunque se consiguieran incrementar las importaciones sería difícil abastecer al Este del continente desde el Oeste

Aunque se consiguieran incrementar las importaciones sería difícil abastecer al Este del continente desde el Oeste

MADRID, 29 (EUROPA PRESS)

En el pulso que Rusia ha lanzado a Occidente y que ha pillado en el fuego cruzado con Estados Unidos a Europa, el principal temor en muchas capitales europeas, principalmente en el Eeste del continente, es que Moscú opte en algún momento por jugar una de sus mejores bazas: cortar el suministro del gas a Europa. Si esto ocurriera y se prolongara en el tiempo, habría que reducir la demanda en el continente para poder satisfacerla.

Esa es la principal conclusión del análisis realizado por Ben McWilliams, Giovanni Sgaravatti, Simone Tagliapietra y Georg Zachman, expertos del ‘think-tank’ Bruegel, especializado en temas económicos, y que se han preguntado si llegado el caso «puede Europa sobrevivir sin sufrimiento sin gas ruso».

Actualmente, y pese a los esfuerzos para reducir la dependencia de Rusia, el gas que exporta este país representa el 40% del consumo en la UE. A priori, y sobre el papel, teniendo en cuenta las reservas actuales de gas en el continente, si Rusia cortara el grifo la UE seguramente podría capear el temporal hasta verano.

LLEVAR EL GAS DEL OESTE AL ESTE

Para ello, haría falta transportar el gas desde los países menos dependientes de Rusia, como es el caso por ejemplo de España, a los que más dependen y que se verían más afectados. La Península Ibérica es un importante punto de importación de gas natural licuado (GNL) con capacidad para importar 40 TWh al mes pero que solo consume 30 TWh.

«El desafío es transportar el exceso de gas al resto de Europa, dado que los gaseoductos existentes permiten una transferencia máxima de 5 TWh al mes», subrayan los expertos, sin contar además con las distintas características que tiene el gas según los países.

Además, el sistema en los países de Europa central y oriental «está diseñado para llevar las importaciones desde el este a los consumidores finales» por lo que aunque ha habido inversiones para reforzar las «capacidades de flujo reversible» cabe esperar que se producirían «cuellos de botella» en el envío del gas desde el oeste al este del continente.

Y lo que es más importante, previenen los expertos, «lo que es técnicamente posible podría no serlo políticamente». Aunque existiera la capacidad técnica para evitar el desabastecimiento en toda Europa, «existe el riesgo de que países con mejor suministro puedan no querer compartir sus recursos de gas con países en peor situación», riesgo que se vería agravado por la imposibilidad de predecir por cuánto tiempo se prolongaría el corte ruso.

Otra opción sería también incrementar las importaciones de GNL desde Noruega y el norte de África. Las infraestructuras permitirían un aumento de 17 TWh por semana, frente a los 18 TWh a la semana que se importan de Rusia, si bien Noruega ya ha dicho que ya exporta a la UE todo lo que puede.

RIESGO DE QUE EL CORTE SE PROLONGUE

Pero en realidad el gran desafío, subrayan los expertos de Bruegel, es que el corte de suministro no sea algo temporal y se prolongue durante años. «En 2021, la exportaciones de gas natural por parte de Rusia a la UE ascendieron a 1.550 TWh por gasoductos y unos 120 TWh vía GNL, lo que significa que habría que reemplazar unos 1.700 TWh si Rusia detuviera por completo sus exportaciones a Europa», subrayan.

También aquí hay un cierto margen en cuanto a producir más gas a nivel europeo –principalmente el yacimiento holandés de Groningen– así como a importar más GNL, puesto que hay capacidad para unos 1.900 TWh y en 2021 la UE importó 730 TWh. A nivel de gasoductos, en 2021 no se usaron capacidades de importación por 200 TWh de Noruega, 400 TWh del norte de África y 50 TWh de Azerbaiyán, lo que suma 650 TWh.

Es decir, explican los expertos, la UE tendría una capacidad de importación sin aprovechar de 1.800 TWh de otros suministradores alternativos lo que «en teoría podría reemplazar por completo a Rusia», que exportó a los europeos 1.700 TWh en 2021. Sin embargo, usar toda la capacidad de importación «no sería realista», advierten.

AUMENTAR LA IMPORTACIÓN TIENE LÍMITES

En primer lugar, la capacidad de producción y licuefacción es limitada. En el caso del GNL, actualmente la capacidad se usa al máximo al igual que los barcos para transportar el gas por lo que no parece factible que se pueda añadir nuevo volumen al mercado mundial próximamente.

También hay que tener en cuenta cuestiones económicas y legales de redirigir los flujos de GNL, ya que una parte de esos nuevos flujos procederán de los que actualmente tienen con destino Asia y las Américas. Los productores de GNL podrían no querer comprometer sus contratos a largo plazo con sus compradores asiáticos y americanos por echar un cable temporalmente a la UE.

Otro punto clave es la previsible subida de los precios ante el aumento de la demanda en un mercado tan limitado como el del GNL. «Esto supondría un fuerte golpe la economía europea, que ya padece los altos precios de la energía», inciden los expertos.

Además, la infraestructura de importación y el mercado del gas de la UE no están diseñados para suministrar a todos los países de Europa Central y Oriental desde el oeste por lo que aunque fuera posible «se haría a un alto coste», añaden.

REDUCIR LA DEMANDA

Así pues, si con aumentar el suministro no será suficiente, habrá que reducir la demanda de alguna forma, defienden los expertos de Bruegel, que consideran que hay margen para su reducción en sus tres principales usos: calefacción, procesos industriales y para producir electricidad.

En 2021, en la UE se usaron unos 900 TWh de gas natural para producir electricidad. A corto plazo, se podría optar por que algunas plantas que funcionen con gas lo hagan con combustible. Eso supondría que si el 10% de las centrales de gas pudieran pasarse al combustible, la demanda se reduciría en 90 TWh.

Además, otras centrales de gas podrían ser reemplazadas por otro tipo de plantas, teniendo en cuenta que por cada TWh no producido por gas se ahorran 2 TWh. Esto podría pasar por revertir la reducción en la producción por carbón por 100 TWh lograda desde 2019, siempre y cuando dichas centrales aún sigan en pie, con lo que se conseguiría ahorrar otros 200 TWh.

Los expertos también apuntan a duplicar la producción mediante energía solar –de 15 a 30 TWh–, ahorrando otros 30 TWh, y si Alemania accediera a no cerrar sus centrales nucleares operativas a finales de 2021 se podrían ahorrar otros 120 TWh más. Pero aún con todo, en algunas regiones no habría alternativa al gas.

En el sector industrial, la única opción a corto plazo pasa por reducir la demanda, algo que ya han hecho algunos grandes fabricantes debido a los altos precios de la energía.

Aquí, los expertos advierten de que serían necesarios «planes de emergencia que podrían incluir obligar a las industrias que no sean críticas a cerrar en un escenario de emergencia». Además, se podría obligar a reducir al mismo tiempo la calefacción en edificios comerciales y de oficinas así como en las viviendas.

Por lo que se refiere al sector servicios y el residencial, la clave está en la eficiencia energética pero esto requieren inversiones e intervenciones físicas cuyos resultados tardarían tiempo en brindar una contribución significativa en la reducción de la demanda de gas. El ahorro de los consumidores también podría aportar su pequeño granito de arena, que los expertos cifran en 30 TWh, algo que se podría conseguir con incentivos gubernamentales.

Así pues, si el corte de suministro se prolonga en el tiempo, la UE se verá abocada a adoptar medidas relativas a la demanda que serán «dolorosas» para algunos países o grupos. «Esto generará dudas sobre cómo compartir de forma justa la carga y habrá que tomar decisiones difíciles y costosas para gestionar la situación de forma ordenada», previenen.

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