El lanzamiento es el último de una de las series de pruebas de misiles más largas realizadas por el país
MADRID, 30 (EUROPA PRESS)
Corea del Norte ha ensayado este domingo lo que, según las primeras estimaciones internacionales, se trata de su primer misil de medio alcance (IRBM) en cinco años, la última de una de las series de pruebas balísticas más largas de tiempos recientes y concebida, en opinión de los expertos, como una llamada de atención a la comunidad internacional, comenzando por Estados Unidos, para reactivar las paralizadas conversaciones sobre su programa nuclear.
El proyectil, de acuerdo con los datos recabados hasta el momento por Japón y Corea del Sur, es similar al misil Hwasong-12 que Corea del Norte probó en 2017.
Según el Ministerio de Defensa de Corea del Sur, fue lanzado desde el silo de Mupyong-ri en la provincia de Jagang (norte del país), a las 7.52 de la mañana, hora local, alcanzó una altitud de 2.000 metros y recorrió 800 kilómetros antes de impactar justo a la entrada de las aguas que conforman la zona económica exclusiva del mar de Japón (o mar del Este como es conocido en Corea).
Fuentes militares surcoreanas han indicado a la agencia oficial de noticias del país, Yonhap, que el misil alcanzó una velocidad máxima de Mach 16 (dieciséis veces la velocidad del sonido), en lo que se trata de su séptima demostración de fuerza en lo que llevamos de año; más lanzamientos que en todo 2021.
Expertos consultados por Yonhap apuntan que la prueba de hoy podría ser parte de un esfuerzo a largo plazo para finalmente desplegar un misil balístico de mayor alcance capaz de atacar el territorio estadounidense de Guam, pero también es un mensaje de marcado carácter político como respuesta a Washington, que de un tiempo a esta parte ha aumentado la presión de las sanciones a Corea del Norte, en medio de un estancamiento en las conversaciones nucleares entre los dos países.
Hay que recordar que 2018 fue el año en que Corea del Norte impuso una moratoria en el lanzamiento de misiles de este tipo para facilitar las conversaciones nucleares con la administración estadounidense anterior, liderada por Donald Trump, y que finalmente acabaron descarrilando.
Como ha ocurrido en ocasiones previas, el presidente surcoreano, Moon Jae In, ha condenado el lanzamiento como una violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas contra los lanzamientos balísticos de Corea del Norte, como también lo ha recordado el Mando Indopacífico del Ejército de Estados Unidos, que ha descrito la prueba como un nuevo acto de «desestabilización».
Antes del lanzamiento del domingo, el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, había amenazado con poner fin a la mencionada moratoria sobre el lanzamiento de estos misiles, y reanudado las operaciones de producción de plutonio en su principal sitio nuclear de Yongbyon, al tiempo que ha dado orden de expandir una planta de enriquecimiento de uranio.
Ahora, la comunidad internacional está pendiente del próximo 16 de febrero, el 80 cumpleaños del difunto líder norcoreano y padre del actual mandatario, Kim Jong Il, que las autoridades norcoreanas podrían aprovechar para exhibir nuevo armamento. De hecho, imágenes por satélite recogidas por Corea del Sur muestran indicios de los preparativos de un gran desfile militar, un evento que Corea del Norte ha utilizado a menudo para revelar sus avances militares al mundo.
Kim is facing one of the most difficult periods during his decade in power. His decision to close borders about two years ago due to the coronavirus slammed the brakes on the little trade it had, while flooding has wiped out cropland for the country which faces persistent food shortages.
But his regime has found ways to evade sanctions, with the U.S. and UN Security Council accusing it of stepping up cybercrimes to fill its depleted coffers. Russia and China, with veto power on the UN Security Council, have shown little appetite for ratcheting up sanctions on their ally, especially as Moscow is at loggerheads with the U.S. over Ukraine and friction between Beijing and Washington shows few signs of abating.
The «timing couldn’t be better for North Korea to conduct these various weapons tests,» said Rachel Minyoung Lee, a non-resident fellow with the 38 North Program at the Stimson Center.*
«Pyongyang clearly wants to make progress in its five-year defense development plan and increase its weapons capabilities to the maximum now, when it knows that not much can or will be done on North Korea issues,» she said.