«China sigue siendo la mayor cárcel del mundo para los periodistas», asegura RSF
MADRID, 31 (EUROPA PRESS)
La ONG Reporteros Sin Frontera (RSF) ha acusado este lunes al Gobierno de China de utilizar los Juegos Olímpicos de Invierno, cuya inauguración tendrá lugar este viernes 4 de febrero en Pekín, para tapar sus ataques a la libertad de prensa.
En su informe, ‘El gran salto hacia atrás del periodismo en China’, RSF analiza las «herramientas de represión» usadas por el Gobierno chino contra los periodistas locales y los corresponsales extranjeros, así como el deterioro de la libertad de prensa en Hong Kong, «territorio antaño considerado modelo» en este campo.
El director de RSF para Asia Oriental, Cédric Alvian, ha alertado de los intentos del Gobierno chino por utilizar la celebración de los Juegos Olímpicos de Invierno para recuperar el «prestigio», en un momento además en el que ha lanzado una «campaña de represión masiva» contra la libertad de prensa.
Por ello, Alvian ha pedido a las democracias que «redoblen la presión» contra el Gobierno de Pekín y así «disuadirle de proseguir con sus políticas liberticidas».
El informe resalta diez puntos principales de esta represión de Pekín a la prensa, entre los cuales están el encarcelamiento de profesionales de los medios con el pretexto de la lucha contra el coronavirus y el terrorismo, el chantaje y las presiones a los periodistas extranjeros para poder obtener sus visados o la imposición de nuevas leyes que hacen más difícil ofrecer una información independiente y veraz, entre otras.
ALGUNAS CONCLUSIONES DEL INFORME
«Los periodistas se ven obligados a convertirse en portavoces del Partido Comunista», denuncia la ONG, que cuenta cómo para obtener y renovar sus carnés de prensa, los profesionales «tienen que someterse a un curso de formación anual de 90 horas centrado parcialmente en el ‘pensamiento’ del presidente, Xi Jinping».
«China sigue siendo la mayor cárcel del mundo para los periodistas», asegura RSF, que cifra en 127 el número de reporteros y trabajadores de los medios detenidos, entre ellos tres acusados de espionaje, por «el mero hecho de investigar un tema tabú o publicar información censurada».
Esta represión que denuncia RSF no solo se ejerce contra periodistas locales, sino también en contra de corresponsales extranjeros, quienes son sometidos a un «sistema de intimidación», basado en «la vigilancia y el chantaje con los visados», obligó a 18 de ellos a abandonar el país en 2020.
El Gobierno de China también se habría servido de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus para intensificar la represión, como muestra que al menos diez periodistas fueran detenidos en 2020 «simplemente por informar» de «la situación real» de la pandemia en Wuhan.
Otra de las conclusiones que recoge este informe de 86 páginas es el «bloqueo» al que han sido sometidos los medios de comunicación en Xinjiang, donde Pekín estaría llevando a cabo «una violenta represión» contra la minoría musulmana uigur desde 2016 en nombre de una supuesta lucha contra el terrorismo que ha dejado ya a 71 periodistas de esta etnia encarcelados.
Los periodistas también tienen que sortear las cada vez más «líneas rojas» que Pekín ha estado imponiendo sobre ciertos temas controvertidos, ya sea las reivindicaciones históricas de algunas regiones, como Tíbet, Taiwán y Hong Kong, o el tratamiento de los casos de corrupción, el feminismo e incluso la gestión de las autoridades de las catástrofes naturales.
«Muy pocos temas se libran ahora de la censura» (…). En Hong Kong, los periodistas se enfrentan a una Ley de Seguridad Nacional deliberadamente ambigua e imprecisa», una suerte de «cajón de sastre» que «ha servido de pretexto para la represión de al menos doce periodistas y activistas de la libertad de prensa, entre ellos el fundador de ‘Apple Daily’, Jimmy Lai.
En el caso de Hong Kong, RSF ha señalado directamente a la jefa de Gobierno, Carrie Lam, a quien han calificado como «marioneta del régimen de Pekín» ya que para «complacer» a China no solo «cerró ‘Apple Daily’, el mayor medio de comunicación de la oposición», sino que además también «orquestó una campaña de censura» contra la pública Radio Televisión de Hong Kong.
Por otro lado, Pekín se sirve de la cadena estatal CGTN para «seguir transmitiendo al mundo la propaganda del régimen», a pesar de que en 2021 ya perdió su licencia de emisión en Reino Unido después de «emitir múltiples confesiones forzadas, entre ellas las del editor Gui Minhai y el experiodista Peter Humphrey.
Entre esos órganos de represión y propaganda se encuentran también las misiones diplomáticas de China por todo el mundo, que se han convertido ahora en «una fuente de presión sobre la libertad de información en las democracias» y cita RSF al embajador en Parí, Lu Shaye, «tristemente célebre» por su papel contra los medios de comunicación.
Según la última Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa publicada en 2021, China está en el puesto 177 de 180 países analizados, solo dos puestos por encima de Corea del Norte. Hong Kong, por su parte, ha experimentado «un declive dramático» por las acciones de Pekín, «desplomándose» desde el puesto 18 que ocupaba en el año 2002, hasta el número 80, en 2021.