MADRID, 5 (EUROPA PRESS)
Líderes políticos paquistaníes de toda índole, con el primer ministro del país, Imran Jan, a la cabeza, han conmemorado este sábado el Día de Cachemira con una acusación unánime contra India por la comisión de violaciones a los Derechos Humanos sobre la población de la región, disputada históricamente entre ambos países.
En un discurso televisado, Jan ha exigido a la comunidad internacional que dé un paso adelante y detenga los «actos genocidas» de India en la porción de Cachemira bajo su control, el estado de Jammu y Cachemira.
«Es hora de que el mundo se dé cuenta de que las graves violaciones de los Derechos Humanos que perpetra india, entre ellos crímenes contra la Humanidad, crímenes de guerra y actos genocidas, a los que hay que sumar la amenaza del cambio demográfico forzado», ha denunciado en lo que describió como «una completa violación de las convenciones de Ginebra», recoge el diario ‘Dawn’.
El año pasado, el relator especial sobre cuestiones de las minorías de Naciones Unidas, Fernand de Varennes, y el relator especial sobre libertad de religión o creencias, Ahmed Shaheed de la ONU alertaron que «la imposición de un Gobierno directo por parte de Nueva Delhi» en la región de Jammu y Cachemira suponen «la pérdida de autonomía» y de la capacidad de poder «legislar o enmendar leyes en la región para asegurar la protección de sus derechos como minorías».
India otorgó a Jammu y Cachemira una autonomía parcial por respeto a las identidades étnicas, lingüísticas y religiosas de su pueblo, por ser los dos únicos territorios con mayoría musulmana. No obstante, en 2019 el Gobierno revocó unilateralmente su estatus especial y en 2020 aprobó las llamadas Reglas de Domicilio, que eliminan las protecciones para quienes se encuentran en el territorio.
El Gobierno indio, por contra, denuncia que la subrregión es un punto de extrema violencia y merecedor de medidas acordes por la actuación de milicias refugiadas en Pakistán, dentro del conflicto secesionista con el que India lleva lidiando desde mediados de la década de 1980, y que se ha cobrado las vidas de más de 45.000 personas. Islamabad niega cualquier tipo de relación con estos ataques, pero ha defendido las ambiciones separatistas de la población.
Precisamente el primer ministro paquistaní ha insistido en que «Pakistán permanece unido con nuestros hermanos y hermanas cachemires en su legítimo derecho a su autodeterminación», antes de tachar de «fascistas» las políticas del primer ministro indio, Narendra Modi, quien «ha fracasado a la hora de aplastar la resistenca cachemir».
También el presidente de Pakistán, Arif Alvi, y el jefe de las Fuerzas Armadas, el general Qamar Yaved Bajua, han condenado la actuación del Gobierno indio. El primero ha acusado a las autoridades indias de «brutalizar» a la población, mientras que el militar ha declarado que «es hora de terminar con esta tragedia humana» y de resolver la histórica disputa ante Naciones Unidas.
Incluso el líder de la oposición paquistaní, Shehbaz Sharif, ha pedido «dejar a un lado todas las diferencias políticas» para conceder «un respaldo inquebrantable» a la población cachemir. «Su lucha por la libertad frente al brutal régimen ‘hindutva’ (nacionalista hindú) sigue siendo legendaria, y la historia nos dice que un pueblo con convicción siempre derrota a sus opositores», ha concluido.