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Nigeria.- Los yihadistas conviven con los ‘bandidos’ en el noroeste de Nigeria pero no consiguen ganarles para su causa

Las bandas son aún más poderosas y sus miembros tienen poco que ganar si se suman a la Yihad, según expertos

Las bandas son aún más poderosas y sus miembros tienen poco que ganar si se suman a la Yihad, según expertos

MADRID, 13 (EUROPA PRESS)

El noroeste de Nigeria se ha convertido en un foco creciente de atención debido a la violencia protagonizada por los llamados ‘bandidos’, quienes dejan ya más víctimas que los yihadistas que operan en el noreste. Sin embargo, pese a los esfuerzos de estos últimos por implantarse en el noroeste, siguen sin conseguir atraer para su causa a los miembros de estas bandas.

Aunque a priori cabría pensar que hay muchas razones para que ‘bandidos’ y yihadistas cooperen y para que estos últimos recluten a los primeros, la realidad muestra lo contrario, según defienden James Barnett, Murtala Ahmed Rufai y Abdulaziz Abdulaziz en un artículo publicado en la revista ‘CTC Sentinel’ del Combating Terrorism Center de West Point, la academia militar estadounidense.

El temor en Nigeria, y también fuera de ella, era que los grupos yihadistas que operan en el noreste, en la cuenca del lago Chad, cooperaran y cooptaran a los ‘bandidos’ del noroeste –a los que el Gobierno nigeriano considera desde enero como terroristas– en lo que podría ser una «yihadización del bandidaje».

Los expertos reconocen que «para los yihadistas los beneficios de reclutar a ‘bandidos’ son obvios» ya que una de sus principales vías de engrosar sus filas ha sido siempre atraer a grupos armados preexistentes.

En este sentido, han podido constatar esfuerzos por parte de los tres grandes grupos que operan en el noreste –Estado Islámico en África Occidental (ISWA), Boko Haram y Ansaru– de abrirse un hueco o hacer acto de presencia en el noroeste. Sin embargo en buena medida han fracasado aunque sí se ha confirmado la presencia de pequeños grupos.

«Bandidos y yihadistas han coexistido en el noroeste (…), también han cooperado ocasionalmente», lo que incluye principalmente el suministro de armas o el entrenamiento en el uso de determinadas armas por parte de los yihadistas, aunque en ocasiones también han contribuido con hombres para llevar a cabo secuestros o atacar a otras bandas, explican.

DIFICULTADES PARA ATRAERLES A LA YIHAD

Pero atraer a su causa a los bandidos ha sido una tarea complicada hasta la fecha. Los expertos atribuyen esto a varios motivos. El primero de ellos que «los ‘bandidos’ no son un bloque coherente o unificado» sino que están poco organizados y divididos en decenas de bandas, muchas de las cuales se enfrentan entre sí con frecuencia.

Así pues, «si los yihadistas se alinearan estrechamente con ciertos bandidos, probablemente conllevaría que se enemistaran con un bloque considerable de otros», subrayan los autores del artículo ‘Noroeste de Nigeria: ¿una yihadización del bandidaje o una ‘banditazación’ de la yihad?». Además, dada la facilidad con la que estos grupos se rompen, lograr el apoyo de un determinado líder no significa que todos sus hombres vayan a seguirle.

Otra razón de peso es que «los yihadistas ofrecen poco a los bandidos que estos no tengan ya», empezando porque «son más numerosos» –se estima que hay unos 30.000 repartidos en un centenar de bandas en el noroeste– y porque las bandas más poderosas controlan incluso amplias zonas de territorio.

Los yihadistas les pueden ofrecer principalmente además de armas –algo que tampoco les falta a los bandidos– formación en cuestiones en los que los primeros están más aventajados, como el uso de artefactos explosivos improvisados –los llamados IED– o el uso de armamento antiaéreo, y también a la hora de gestionar secuestros masivos y negociar rescates.

Sin embargo, «dicha cooperación podría cesar una vez los bandidos dominen las técnicas de los yihadistas y no necesiten a estos como maestros», subrayan los expertos. De hecho, desde diciembre de 2020 algunas de estas bandas ha llevado a cabo ya secuestros masivos que han traído a la memoria el de las más de 200 niñas de Chibok perpetrado por Boko Haram y que dio fama mundial al grupo en entonces lideraba Abubakar Shekau en 2014.

LOS BANDIDOS BUSCAN SU RIQUEZA NO DERROCAR AL GOBIERNO

Asimismo, yihadistas y bandidos tienen objetivos políticos diferentes. Los segundos están menos interesados que los primeros en «unificarse para derrocar al Gobierno» y les interesa más «maximizar su propia riqueza e influencia». Muchos de ellos, resaltan los autores, «buscan posicionare para las amnistías del Gobierno, que históricamente han incluido incentivos financieros y legitimado algunas bandas como milicias avaladas por el Estado».

El cuarto elemento fundamental identificado por los autores que impide atraer a los bandidos a las filas yihadistas es su modus operandi. En este punto, en general, los bandidos no están sujetos a reglas ni limitaciones ni a ninguna «justificación ideológica» de sus acciones, por lo que «roban, matan y secuestran» sin importar sexo, edad, religión o etnia.

No obstante, sus víctimas son principalmente «civiles musulmanes, a menudo aquellos de comunidades rurales que son los más olvidados por el Estado». Este es precisamente, destacan los autores, el grupo demográfico del que tanto ISWA –nacida como escisión de Boko Haram en 2016 y que actualmente es el grupo preeminente en el lago Chad– como Ansaru –grupo también surgido como escisión y que está ligado a Al Qaeda– buscan ganar «apoyo popular».

Por regla general, ISWA ha intentado presentarse como antagonista de Boko Haram, grupo del que se escindió precisamente por la crueldad y brutalidad de su líder, Abubakar Shekau –muerto el pasado mayo–, y ganar «las mentes y los corazones» de la población evitando atacar directamente contra civiles. También Ansaru ha dado muestras por ahora de que ir por esta vía para no alienar a la población.

YIHADISTAS QUE SE PASAN AL OTRO BANDO

Paradójicamente, resaltan los expertos, sí que ha habido casos de yihadistas que se han pasado a las filas de las bandas. Estas brindan «más autonomía y más perspectivas de acumular riqueza personal» que los grupos yihadistas, donde hay una jerarquía y unas normas a la hora de repartir el «botín de guerra». Además, son «una alternativa atractiva para aquellos milicianos desencantados con la yihad pero que no quieren volver a la vida de civil».

Así las cosas, los autores llegan a la conclusión de que «el yihadismo sigue siendo una dimensión menor dentro del conjunto general en el noroeste» y predicen que «seguirá siendo así por ahora» ya que los bandidos «son muy poderosos y tienen poco que ganar».

No obstante, reconocen que si los bandidos se consolidaran en torno a un pequeño número de líderes, como ya ocurrió a principios de los años 2010, y «adoptaran objetivos políticos coherentes, entonces podrían surgir vías para un partenariado serio con los yihadistas». Sin embargo, matizan que dada la «naturaleza criminal y fracturada» de las bandas no parece que estas vayan a cambiar «en un futuro próximo».

Además advierten de que «la decapitación de los líderes, una táctica que ha tenido resultados mixtos contra los yihadistas, es poco probable que degrade de forma significativa» a los bandidos toda vez que están poco organizados y que las bandas «ya experimentan altas tasas de fragmentación».

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