CIUDAD DE MÉXICO (AP) — La Ciudad de México quiere contar con una planta de energía solar en plena capital que comenzará a instalarse en marzo en el techo de la central de abastos y se prevé que esté funcionando a finales de año, generando hasta 18 megawatts, informó el martes la jefa del gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum.
Según dijo la alcaldesa, será la mayor planta fotovoltaica instalada dentro de una ciudad y estará operada por la compañía estatal, la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que pagará una renta a la central de abastos y con ella se reducirá —aseguró— la factura eléctrica de la capital mexicana.
El proyecto, que se empezó a diseñar hace ocho meses con una inversión de unos 20 millones de dólares del gobierno federal, contempla dos fases. En la primera, adjudicada esta semana a una empresa mexicana, se instalará una planta para generar 1 megawatt y en la segunda otra de hasta 17 megawatts. Cuando opere se prevé que dejen de emitirse más de 12.000 toneladas de CO2.
“Todos estamos de acuerdo en combatir el cambio climático, en las energías renovables, el tema es que hay que hacerlo con orden, con soberanía y con planeación y eso es precisamente lo que está en el fondo de la reforma eléctrica que planteó el presidente de la república”, dijo la alcaldesa.
La apuesta de Sheinbaum, del mismo partido que el presidente Andrés Manuel López Obrador, llega en medio de la polémica por los cambios legales que quiere hacer el gobierno federal en materia energética.
Grupos de oposición, empresas privadas y autoridades estadounidenses creen que las reformas constitucionales que quiere el mandatario podrían reducir la competencia y posiblemente violar el tratado de libre comercio de América del Norte.
La reforma, propuesta a finales del año pasado por López Obrador, está estancada en el Congreso mexicano, donde necesitan una mayoría de dos terceras partes que el partido oficialista no ha podido conseguir aún.
Los cambios garantizarían una participación mayoritaria del mercado para las plantas energéticas estatales, como las de CFE, que suelen quemar combustibles fósiles al tiempo que limitaría las compañías privadas de energía eólica, solar y de gas natural a una menor porción del mercado.
