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Antonio Espino relata la “violencia” de la conquista de América: “Hay que disculparse con los descendientes directos”

El historiador Antonio Espino publica ‘La invasión de América’ (Arpa), un relato de la llegada de los españoles al nuevo Continente en el que se incide en la violencia que utilizaron para derrotar a los imperios dominantes y por la que el investigador cree que España debería “disculparse” ante los “descendientes directos”.

ARPA EDITORIAL (ARPA EDITORIAL/Europa Press)

MADRID, 8 (EUROPA PRESS)

El historiador Antonio Espino publica ‘La invasión de América’ (Arpa), un relato de la llegada de los españoles al nuevo Continente en el que se incide en la violencia que utilizaron para derrotar a los imperios dominantes y por la que el investigador cree que España debería «disculparse» ante los «descendientes directos».

«En el argumentario del perdón me inclino a pensar por unas disculpas, pero no a toda la sociedad latinoamericana, sino a esos descendientes directos que sufrieron las más terribles de las violencias y de los que los españoles se aprovecharon de manera muy clara y evidente», ha señalado en una entrevista con Europa Press el catedrático de Historia Moderna de la Universitat Autonòma de Barcelona.

Para Espino, el problema de este ‘perdón’ es que ha sido «aprovechado» por los políticos para «desviar la atención de determinadas circunstancias». «Eso es obvio, pero creo también que no hay interés por entender mejor la posición de los descendientes directos de los pueblos invadidos», ha añadido.

En su libro, Espino incide en el «blanqueamiento» que a su entender se hace desde España de las actuaciones de los conquistadores en América. De hecho, dedica un capítulo entero a las prácticas llevadas por Hernán Cortes para castigar a determinados indígenas cortando sus manos «simplemente porque creyó que era oportuno».

«Esto parece que no se puede aceptar de ninguna de las maneras y no es el tipo de acción que se da a conocer. El gran problema que tenemos es el de ocultar estas prácticas y no ponerlas en el debate público, es una losa muy grande», ha lamentado el historiador, quien también se refiere a la famosa ‘Leyenda Negra’ española.

«Eso fue una propaganda política en el siglo XVI que buscaba aniquilar a la monarquía hispánica, pero no deja de ser propaganda a la que no hay que dar mayor importancia. Hasta en el siglo XXI seguimos pensando que nos tienen odio y envidia y eso no es así, además de impedir acercarnos a las realidades históricas», ha alertado.

EL DERRIBO DE ESTATUAS

Es por ello que Espina considera que la ‘Leyenda Negra’ es una cuestión «pasada» y que España debería afrontar nuevas «manifestaciones contra la invasión» de hace más de cinco siglos: el derribo de estatuas.

«Hay que entender que para determinados colectivos puede ser un motivo de desazón total que en la plaza pública haya la estatua de uno de los grandes conquistadores. Es como si en España hubiese estatuas de Napoleón, que estaba decidido a masacrar a la población española hace dos siglos», ha lamentado.

Espino ha incidido en cualquier caso en el hecho de que «todos los imperialismos han sido violentos», y en esto incluya también por ejemplo mexica o al inca –predecesores de los españoles en América–.

«Ejercieron una violencia estatal muy dura y muy fuerte antes de que llegaran las huestes conquistadoras españolas. Utilizaron el terror y la violencia en contra de sus congéneres y eso explica cómo Cortés, Pizarro y otros tuvieron cierta facilidad a la hora de encontrar gente afín y aliada», ha señalado.

¿POR QUÉ NO EL ‘PRESENTISMO’?

Espino además pone sobre la mesa el debate sobre el ‘presentismo’ en la Historia, el mirar con los ojos de hoy un hecho pasado. «Pero es que desde nuestro presente se ha alabado siempre al gran conquistador y, para el común de los españoles, durante muchísimos años fueron grandes caudillos y héroes. Si se puede alabar la labor de la España imperial y de la época con respecto a América, también se pueden discutir los aspectos más oscuros de estas gestas históricas», ha indicado.

Al hilo de esto, reflexiona sobre el hecho de «llegar a plantear» que el imperialismo español fue «generador de civilización». «Se hablaba de que no es el típico imperialismo que busca explotar a los pueblos aborígenes de ultramar…¿pero en qué cabeza cabe? Todos los imperialismos son extractivos, de explotación de territorios y personas, y el nuestro no fue distinto», ha concluido.

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