MADRID, 2 (EUROPA PRESS)
La invasión ordenada por Rusia sobre Ucrania ha paralizado prácticamente la vida de un país que, sin embargo, debe seguir respondiendo a las necesidades médicas de su población, especialmente a las emergencias. Los hospitales se han visto obligados a trasladar pacientes a sótanos mientras hacen frente a carencias de bienes básicos como el oxígeno.
A principios de esta semana, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, y el responsable de esta agencia en Europa, Hans Kluge, advirtieron de que el suministro de oxígeno estaba alcanzando «un punto muy peligroso».
Las necesidades de oxígeno han aumentado desde la invasión rusa hasta un 25 por ciento y, en su mensaje, los dirigentes de la OMS expresaban su temor de un agotamiento inminente. «Esto pone en peligro miles de vidas», dijeron.
En líneas generales, todos los suministros se han visto afectado, tanto en hospitales como en farmacias. El Ministerio de Sanidad publicaba el martes en redes sociales una lista de las farmacias donde se podía encontrar insulina y emplazaba a los pacientes a llamar a los establecimientos para comprobar que efectivamente estaban abiertos.
No en vano, en grandes ciudades como Kiev y Járkov la vida prácticamente esta paralizada. En la capital, la autoridades locales ordenaron el fin de semana un toque de queda que se prolongó durante tres días y que implicaba considerar sospechoso a cualquiera que saliese de casa.
En otros puntos del país, la situación a día de hoy es aún más confusa. Médicos Sin Fronteras (MSF) ha impartido una formación en telemedicina para la atención de traumatismos a 30 cirujanos del este de Ucrania, mientras que también ha distribuido kits para heridos de guerra en Mariupol, foco de combates.
«Con los combates en curso, determinar el verdadero alcance de las necesidades médicas en Ucrania sigue siendo un reto. Nos estamos preparando para una serie de escenarios que nos permitirán incrementar nuestra respuesta», reconoce la ONG.
BAJO UNA ALERTA CONSTANTE
En el hospital de Novovolinsk, en el oeste de Ucrania, el sonido de las sirenas antiaéreas forma ya parte del día a día e implica que los pacientes deben ser trasladados a un refugio de los años 50 que apenas puede albergara 300 personas.
El director del hospital, Oleh Shipelik, explica a la OMS que la situación no es sostenible, ya que las sirenas llegan a sonar hasta cinco veces en un día. El personal, sin embargo, se prepara ya para responder a todo tipo de escenarios, también para el caso de que el centro sea objetivo de algún ataque.
El representante de la OMS en Ucrania, Jarno Habicht, considera fundamental la protección del personal sanitario, «para seguir salvando vidas». Reclama también respeto para las instalaciones, que deben seguir siendo «funcionales, seguras y accesibles» para todo aquel que lo necesita.