Washington niega cambios en su política hacia Caracas pese a los gestos que ya comienzan a llegar
La oposición opta por el silencio mientras descarta que el paso de Biden suponga una afrenta a Guaidó
MADRID, 9 (EUROPA PRESS)
Cuando Estados Unidos reconoció en enero de 2019 al opositor Juan Guaidó como legítimo presidente de Venezuela, marcó la línea política a seguir durante unos años marcados por las sanciones al Gobierno de Nicolás Maduro. Más de tres años después, y con el pretexto de la invasión rusa sobre Ucrania, Washington y Caracas liman asperezas y cruzan tímidos gestos de acercamiento.
El pasado fin de semana se produjo el contacto de más alto nivel del que se tiene constancia entre los dos gobiernos. Una delegación de la Administración de Joe Biden viajó a Caracas con el objetivo declarado por la Casa Blanca de lograr la excarcelación de ciudadanos estadounidenses y, «por supuesto», tratar temas de seguridad energética.
No en vano, Biden no ha ocultado su deseo de reducir la dependencia global del petróleo y el gas procedente de Rusia como represalia por la ofensiva militar sobre Ucrania, de tal forma que las fuentes de energía no sean ya un lastre a la hora de tomar medidas contra Vladimir Putin y su séquito, ahora o en el futuro.
Washington, que sólo depende en un 3 por ciento del petróleo ruso, se ha comprometido a aumentar la producción nacional de crudo, pero sabedor de que es insuficiente para compensar el bloqueo a Moscú, mira también hacia el país que tendría las mayores reservas de todo el mundo y que, precisamente debido a las sanciones norteamericanas, mantiene una producción exigua.
En dos décadas, la producción diaria de crudo en Venezuela ha pasado de tres millones de barriles a apenas 800.000, por lo que el margen para aumentarla se hace más que evidente. Para ello, la industria venezolana necesita que se levanten al menos parte de las sanciones y que pueda vender el producto en el mercado global.
Por ahora, ninguna de las partes se ha pronunciado sobre esta opción, que sí estaría sobre la mesa a tenor de las informaciones publicadas por varios medios estadounidenses a partir de fuentes de la Administración Biden. Quedaría por ver cuándo, cómo y sobre todo bajo qué justificación política se enmarca este giro de 180 grados en la línea de Washington.
LA ACOGIDA DE MADURO
Según Maduro, la reunión fue «respetuosa, cordial, muy diplomática» y de ella salió el compromiso común de seguir hablando. «Hemos acordado trabajar en una agenda desde el respeto y la esperanza del mundo, para así poder avanzar una agenda que permita el bienestar y la paz de los pueblos de la región», dijo el lunes por la noche.
En el ámbito de la energía, Maduro, que ha salido públicamente en defensa de Putin tras la invasión, se declara «activado», sin que por ahora su Gobierno se haya ofrecido a nada concreto. «Venezuela estará al frente en las iniciativas para estabilizar el mercado petrolero», afirmó el mandatario venezolano en su alocución pública.
Como primer gesto, las autoridades venezolanas han dado orden de poner en libertad a dos ciudadanos a los que Estados Unidos consideraba detenidos «arbitrariamente» en el país sudamericano: Gustavo Adolfo Cárdenas, exdirectivo de la empresa Citgo acusado de corrupción, y Jorge Fernández, detenido en la frontera de Colombia por «cargos espurios», según la Casa Blanca.
«Esta noche, dos estadounidenses que fueron detenidos injustamente en Venezuela podrán volver a abrazar a sus familias», ha celebrado Biden en un comunicado en el que ha lamentado el tiempo que ambos han perdido de estar junto a sus familias. El presidente ha aplaudido los «incansables» esfuerzos de la diplomacia de Estados Unidos.
¿DÓNDE QUEDA GUAIDÓ?
Guaidó, teórico presidente legítimo de Venezuela a ojos de Estados Unidos, no se ha pronunciado sobre estos últimos acercamientos. Sí lo ha hecho, en cambio, el también opositor Henrique Capriles, que confía en que la visita de la delegación estadounidense «traiga a futuro resultados positivos en la búsqueda de una solución democrática a la crisis política, económica y social» que padece Venezuela.
En la misma comparecencia en la que confirmó la reunión con la delegación norteamericana, Maduro también anunció su intención de reanudar el diálogo con la oposición política, roto en octubre después de que Cabo Verde extraditase a Estados Unidos a Alex Saab, supuesto testaferro del mandatario venezolano.
Fuentes de la oposición consultadas por Europa Press han negado que la reunión haya supuesto un agravio hacia Guaidó y su equipo, que también tuvo su propia cita con los enviados de Biden. En este sentido, han asegurado que conocían los contactos de antemano y que estos incluso se habrían gestado antes de la invasión rusa sobre Ucrania.
La secretaria de Estado adjunta para Asuntos Políticos de Estados Unidos, Victoria Nuland, también ha defendido ante la comisión de Exteriores del Senado que no hay ningún cambio en la doctrina mantenida durante estos años. Así, Estados Unidos «reconoce el liderazgo» de Guaidó, según Nuland, quien ha recordado que no hubo solo un encuentro con representantes chavistas.
«No hay ningún cambio en nuestra estrategia», ha esgrimido en respuesta a las preguntas del senador Marco Rubio, una de las voces más beligerantes contra Maduro en el Congreso estadounidense. Nuland también ha dejado a un lado el tema energético para enfatizar la necesidad de trabajar en favor de la liberación de los estadounidenses presos y de la reanudación de las conversaciones entre el chavismo y la oposición.
Maduro y su entorno han evitado sacar rédito político del último acercamiento, aunque sus aliados sí lo han hecho. El expresidente de Bolivia Evo Morales ha asegurado que Biden «busca» ahora a Maduro «para evitar la catástrofe energética y económica provocada por su intervencionismo junto a la OTAN en Europa».
«Finalmente, la Casa Blanca reconoce al gobierno democrático elegido por el pueblo venezolano y desecha a su títere golpista», ha enfatizado Morales, en alusión a Guaidó.