BELGRADO, Serbia (AP) — Mientras observan la brutal guerra de Rusia en Ucrania, algunos países europeos temen ser los siguientes.
Según los funcionarios occidentales, las naciones más vulnerables serían aquellas que no forman parte de la OTAN ni de la Unión Europea y que, por lo tanto, están solas y desprotegidas. La lista incluye Moldavia, vecina de Ucrania, y a Georgia, que tiene frontera con Rusia, ambas miembros de la antigua Unión Soviética, además de los estados balcánicos de Bosnia y Kosovo.
Pero los analistas advierten que incluso los miembros de la OTAN que podrían correr riesgo, como Estonia, Letonia y Lituania — a las puertas de Rusia — o Montenegro, y que podrían sufrir una intervención militar directa de Moscú o intentos de desestabilización política.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, “ha dijo desde el inicio que no se trata solo acerca de Ucrania», apuntó Michal Baranowski, director de la oficina del German Marshall Fund en Varsovia.
“Nos dijo lo que quiere hacer al enumerar sus demandas, que incluían el cambio de gobierno en Kiev, pero también hablaban sobre el flanco oriental de la OTAN y el resto de Europa del Este», afirmó Baranowski en una entrevista con The Associated Press.
Mientras Ucrania opone una firme resistencia al ataque ruso iniciado hace dos semanas, Baranowski dijo que “ahora no está realmente claro cómo va a conseguir sus otros objetivos».
El gobierno de Estados Unidos es muy consciente de las profundas preocupaciones que existen en Europa del Este y Central por que la guerra en Ucrania pueda ser apenas un preludio de ataques más amplios contra miembros del antiguo Pacto de Varsovia para tratar de recuperar el dominio regional de Moscú.
El jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell, ha manifestado que “Rusia no va a detenerse en Ucrania».
“Estamos preocupados por vecinos como Moldavia, Georgia y los Balcanes occidentales», dijo. “Tenemos que tener la vista puesta en los Balcanes Occidentales, especialmente en Bosnia, que podría enfrentarse a una desestabilización por parte de Rusia».
A continuación, un vistazo a la situación regional:
MOLDAVIA
Como la vecina Ucrania, la exrepública soviética de Moldavia tiene una insurgencia separatista en el este, en un territorio en disputa conocido como Transnistria, donde hay 1.500 soldados rusos estacionados. Aunque es un país militarmente neutral y sin planes para ingresar a la OTAN, solicitó formalmente la membresía en la Unión Europea cuando comenzó la invasión rusa en un rápido intento de reforzar sus lazos con Occidente.
El país, que tiene 2,6 millones de habitantes, es uno de los más pobres del continente y está recibiendo a decenas de miles de refugiados que huyen de la guerra en Ucrania. La invasión ha despertado temores no sólo por la crisis humanitaria, sino por la posibilidad de que Putin pueda tratar de unir a los separatistas al este del río Dniéster con Ucrania a través del estratégico puerto de Odesa.
En una visita al país la semana pasada, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, dijo que “Estamos con Moldavia y con cualquier otro país que pueda verse amenazado de la misma forma”.
La presidenta de Moldavia, Maia Sandu, apuntó que por el momento no hay indicios de que las fuerzas rusas en la región de Transnistria hayan cambiado de postura, pero destacó que la preocupación estaba ahí.
“Ahora, en esta región no hay posibilidad de que nos sintamos seguros», manifestó Sandu.
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GEORGIA
Rusia y Georgia libraron una guerra en agosto de 2008, cuando las tropas del gobierno georgiano trataron sin éxito de recuperar el control de la provincia del Osetia del Sur, una región escindida respaldada por Moscú. Rusia aplastó al ejército nacional en cinco días de combates y cientos de personas perdieron la vida. Después, Rusia reconoció a Osetia del Sur y a otra región secesionista, Abjasia, como estados independientes y reforzó su presencia militar en ambos territorios.
El gobierno georgiano, de tendencia occidental, condenó la invasión rusa de Ucrania, pero no ha mostrado la misma solidaridad exhibida por Kiev durante su guerra con Moscú. Las autoridades han impedido que cientos de voluntarios georgianos se alisten en una brigada internacional que combate a Rusia en suelo ucraniano.
La postura aparentemente neutral del país ha llevado a miles de personas a participar en concentraciones nocturnas en la capital, Tbilisi, en solidaridad con Ucrania. La semana pasada, el gobierno solicitó su ingreso en la Unión Europea unos días después de declarar que no agilizaría los trámites por el aumento del temor a una invasión rusa.
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PAÍSES BÁLTICOS
En Estonia, Letonia y Lituania, el recuerdo del dominio soviético sigue vivo. Desde la invasión de Ucrania, la OTAN ha actuado con rapidez para reforzar su presencia militar en sus aliados del flanco oriental, mientras que Washington prometió respaldo adicional.
Para los residentes en las tres naciones bálticas, en especial para aquellos lo suficientemente mayores para haber vivido bajo el control soviético, las tensiones previas a la invasión del 24 de febrero evocaban las deportaciones masivas y la opresión. Los tres países fueron anexionados por Josef Stalin durante la Segunda Guerra Mundial y no recuperaron su independencia hasta la desintegración de la Unión Soviética en 1991.
Ingresaron a la OTAN en 2004, quedando bajo la protección militar de Estados Unidos y de sus aliados occidentales. Dicen que es imperativo que la Alianza muestre determinación no solo con palabras, sino con botas sobre el terreno.
“Rusia siempre mide el poderío militar, pero también la voluntad de los países para combatir», dijo Janis Garisons, secretario de Estado del Ministerio de Defensa letón. “En cuanto vea una debilidad, la explotará».
Blinken, quien visitó la capital de Letonia, Riga, el lunes, dijo que las naciones bálticas han “formado un muro democrático que ahora se enfrenta a la ola de la autocracia” que Rusia trata de impulsar en Europa.
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LOS BALCANES
Sería difícil que las tropas rusas llegasen a los Balcanes sin enfrentarse a las fuerzas de la OTAN posicionadas en todos los países vecinos. Pero Moscú podría desestabilizar la región, como ya hace, con la ayuda de Serbia, un aliado y al que ha estado armando con tanques, sofisticados sistemas de defensa aérea y aviones de guerra.
El Kremlin siempre ha considerado que la región está bajo su órbita de influencia, aunque nunca formó parte del bloque soviético. Una devastadora guerra civil en la década de 1990 dejó al menos 120.000 muertos y a millones de personas sin hogar. Se suele culpar a Serbia, el país más grande de la región, de haber iniciado el conflicto para tratar de evitar la desintegración de Yugoslavia, que estaba dominada por los serbios, con el uso de una fuerza brutal, algo que se asemejaría al esfuerzo actual de Moscú por tratar de acercar de nuevo Ucrania a su órbita por la fuerza.
En Occidente se teme que el liderazgo serbio, afín a Moscú y que ha rechazado unirse a las sanciones internacionales contra Rusia, intente aprovechar que la atención está puesta sobre Ucrania para desestabilizar aún más a sus vecinos, especialmente a Bosnia, donde la minoría serbia ha amenazado con separarse de la federación para unirse a Serbia. Las autoridades serbias han negado repetidamente que estén entrometiéndose en los países vecinos, pero han ofrecido apoyo tácito a los movimientos secesionistas de los serbobosnios y a su líder, Milorad Dodik.
La embajada de Rusia en la capital bosnia, Sarajevo, advirtió el año pasado que Bosnia se encaminaba a entrar en la OTAN, “nuestro país tendrá que reaccionar ante este acto nostil”. La adhesión a la Alianza obligaría a Bosnia a decantarse en la “confrontación político-militar”, añadió.
Las fuerzas de paz de la UE en Bosnia han anunciado el despliegue de unos 500 soldados adicionales en el país debido al “deterioro de la seguridad a nivel internacional (que) tiene el potencial de propagar la inestabilidad”.
Kosovo, que se independizó de Serbia en 1999 tras una guerra aérea de la OTAN contra las tropas serbias, ha solicitado a Washington que establezca una base militar permanente en el país y acelere su integración en la Alianza tras la invasión rusa de Ucrania.
“Acelerar la entrada de Kosovo en la OTAN y tener una base permanente de las fuerzas estadounidenses es una necesidad inmediata para garantizar al paz, la seguridad y la estabilidad en los Balcanes occidentales», dijo el ministro kosovar de Defensa, Armend Mehaj, en Facebook.
Serbia dice que sería inaceptable.
La declaración de independencia de Kosovo de 2008 fue reconocida por más de 100 naciones, en su mayoría occidentales, pero no por Rusia o Serbia.
Montenegro, un antiguo aliado que dio la espalda al Kremlin para entrar a la OTAN en 2017, ha impuesto sanciones a Moscú por la guerra en Ucrania y parece ser el próximo de los países de la región que podría unirse a la Unión Europea. La nación está dividida entre los partidarios de las políticas prooccidentales y los proserbios y prorrusos, lo que aumenta las tensiones.
Rusia ha advertido repetidamente al presidente prooccidental de Montenegro, Milo Djukanovic, quien llevó a la pequeña nación del Adriático a la OTAN, que este proceso fue ilegítima y no contó con el consentimiento de toda la población.
El Kremlin podría querer mejorar sus lazos con Montenegro en un intento por fortalecer su presencia en el Mediterráneo.
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Los periodistas de The Associated Press Stephen McGrath en Bucarest, Rumanía; Matthew Lee en Washington; Sabina Niksic en Sarajevo, Bosnia-Herzegovina, y Llazar Semini en Tirana, Albania, contribuyeron a este despacho.