LEÓPOLIS, Ucrania (AP) — Civiles que hicieron la peligrosa huida desde el asediado puerto sureño de Mariúpol, en Ucrania, describieron cómo habían escapado entre combates calle a calle y junto a cadáveres sin enterrar, mientras un constante bombardeo ruso trataba de doblegar la ciudad.
Mientras las fuerzas rusas mantenían el asedio y los defensores de la ciudad se negaban a rendirse, la ofensiva terrestre del Kremlin en otras partes del país avanzaba despacio o nada en absoluto, mermada por letales ataques rápidos de los ucranianos.
El ejército ucraniano dijo el martes de madrugada que había expulsado a las fuerzas rusas de un estratégico suburbio de Kiev tras una intensa batalla. El territorio recuperado permitió al contingente ucraniano retomar el control de una importante autopista hacia el oeste e impedir que la capital quedara rodeada por el noroeste.
Pero el Ministerio ucraniano de Defensa señaló que las fuerzas rusas que combatían por Kiev habían podido retomar parte de otros suburbios en el noroeste: Bucha, Hostomel e Irpín, algunos de los cuales llevan bajo ataque casi desde el inicio de la invasión rusa a finales del mes pasado.
Las tropas del presidente de Rusia, Vladimir Putin, concentran cada vez más su potencia aérea y su artillería sobre ciudades ucranianas y los civiles que viven allí, matando a un número desconocido de personas y haciendo huir a millones.
Un funcionario estadounidense de Defensa, que hablaba bajo condición de anonimato para comentar el análisis del ejército, dijo que Rusia había aumentado los vuelos en los dos días anteriores, con hasta 300 en las últimas 24 horas, y había lanzado más de 1.100 misiles a Ucrania desde el comienzo de la invasión.
En un discurso en video transmitido la noche del lunes, Zelenskyy elogió a aquellos que han defendido al país ante Rusia.
“No hay necesidad de organizar una resistencia”, declaró. “Para los ucranianos, la resistencia es parte de su alma”.
En Mariúpol, con las comunicaciones cortadas, los movimientos restringidos y muchos vecinos escondidos, seguía sin estar claro qué había sido de las personas que estaban en una escuela de arte destruida el domingo y un teatro demolido cuatro días antes. Se creía que en el teatro se refugiaban más de 1.300 personas, y que en la escuela de arte había unas 400.
Mariúpol, en el Mar de Azov, es un objetivo clave que lleva más de tres semanas asediado y ha sufrido algunas de las peores escenas de la guerra.
Pero no había una imagen clara e independiente de cuán próxima podría estar su caída. El Ministerio ucraniano de Defensa dijo el martes que sus fuerzas aún defendían la ciudad y habían destruido una patrullera rusa y una instalación electrónica.
Rusia controla por ahora la conexión por tierra con Crimea, la península que se anexionó en 2014, y bloquea el acceso de Ucrania al Mar de Azov, según el Ministerio.
“Desde el exterior, nadie puede determinar si realmente está a punto de caer”, dijo Keir Giles, un experto en Rusia del grupo británico Chatham House.
Durante el fin de semana, Moscú había ofrecido una vía segura para salir de Mariúpol, estableciendo un corredor con dirección este hacia Rusia y otro hacia el oeste de Ucrania, a cambio de la rendición de la ciudad antes del amanecer del lunes. Ucrania rechazó tajantemente el ofrecimiento mucho antes de que se cumpliera el plazo.
Funcionarios de Mariúpol declararon el 15 de marzo que al menos 2.300 personas han muerto en el asedio, algunas de las cuales han sido enterradas en fosas comunes. Desde entonces no se da a conocer un estimado oficial, pero se teme que la cifra sea mucho mayor luego de seis días de ataques.
Para aquellos que siguen en la ciudad, las condiciones se han vuelto brutales. El asedio ha dejado a Mariúpol sin electricidad, sin agua y sin alimentos, y cortado las comunicaciones con el exterior, sumiendo a los residentes en una lucha por sobrevivir. Imágenes satelitales recientes mostraban columnas de humo que se elevaban desde edificios destruidos por la artillería rusa.
Antes de la guerra, Mariúpol tenía unos 430.000 habitantes. Se cree que cerca de una cuarta parte salió de la ciudad en los primeros días del conflicto y que decenas de miles escaparon durante la última semana a través de un corredor humanitario. Los continuos combates obstaculizaron intentos previos de evacuación.
Aquellos que han logrado salir de Mariúpol aseguran que la ciudad está devastada.
“Ya no tiene edificios”, afirmó Maria Fiodorova, de 77 años, después de cruzar el lunes la frontera con Polonia luego de cinco días de viaje.
Una larga hilera de vehículos esperaba en una carretera en Bezimenne, mientras habitantes de Mariúpol buscaban cobijo en un campamento temporal levantado por separatistas con apoyo ruso en la región de Donetsk. Se estima que unas 5.000 personas de Mariúpol se refugiaron en el lugar. Muchos llegaron en autos con carteles que decían “niños” en ruso.
UUna mujer que se identificó como Yulia dijo que ella y su familia buscaron refugio en Bezimenne después de que un bombardeo destruyó seis casas ubicadas detrás de la suya.
“Fue por eso que nos subimos al coche, bajo nuestro propio riesgo, y nos fuimos en 15 minutos, porque todo está destruido allá, hay cadáveres tendidos por todos lados”, contó. “No podíamos pasar por ningún lado, había tiroteos”.
En total, más de 8.000 personas escaparon el lunes hacia zonas más seguras a través de corredores humanitarios, incluyendo unos 3.000 habitantes de Mariúpol, declaró la viceprimera ministra Iryna Vereshchuk.
La invasión rusa ha obligado a casi 3,5 millones de personas a salir de Ucrania, de acuerdo con Naciones Unidas. La ONU ha confirmado el deceso de más de 900 civiles, pero aclaró que la cifra real probablemente es mucho mayor. Los estimados de bajas rusas varían, pero incluso las cifras más conservadoras indican algunos miles de muertos.