DOHA, Qatar (AP) — A simple vista, la Clínica Souq Waqif del cetro histórico de Doha se parece a cualquier otro hospital moderno, con la última tecnología.
Enfermeras con uniformes azules recorren los pasillos, visitando pacientes. Se escucha el sonido de los rayos X, de la sala de operaciones y de los monitores. Médicos con barbijos hacen incisiones con el equipo más avanzado.
Un detalle: Las salas están llenas de halcones.
En la capital de Qatar, estas aves del desierto son uno de los residentes más contemplados.
Son animales que provocan admiración en la península arábiga por su ferocidad y su habilidad para cazar presas. Y se las considera un símbolo de status que evoca el pasado beduino de la población. El vínculo entre el halconero y el halcón es algo muy respetado desde el período paleolítico, en que aparecieron las primeras imágenes del ave en los muros de las cuevas.
La cetrería, como se conoce al arte de criar y adiestrar halcones, sigue pasando de una generación a otra en Arabia. Su demanda aumentó en los últimos años y han surgido clubes en toda la región que enseñan a practicar el deporte. Hay competencias de velocidad y belleza. Los mejores halcones se cotizan en varios miles de dólares y los qataríes no reparan en gastos para mantenerlos saludables.
“El hospital fue creado para mantener el hobby y la herencia de criar halcones. Es una diversión que corre por las venas de generaciones”, comentó el director del hospital, el doctor Ikdam Al Karkhi, en declaraciones a la Associated Press. “Mantenerlos vivos y saludables es un deber”.
Los hospitales públicos como el Souq Waqif ofrecen atención especializada para los halcones enfermos o heridos. Trata a unas 30.000 aves por año. La recepción, en mármol, está llena de gente que lleva sus halcones para que los revisen, les reemplacen las plumas, les hagan cirugías ortopédicas e incluso algo parecido a un tratamiento de belleza, con manicura y pedicura.
El limado de las uñas es un tema muy serio, ya que los animales que son transferidos del desierto a casas opulentas o criados en cautiverio no tienen cómo afilar sus uñas o recortar sus garras.
La captura de halcones puede ser una tradición venerada, pero es también un trabajo macabro. Una vez arrinconado, el halcón dará pelea y arañará al halcón que lo ataca, lastimando sus alas. Cada pluma del halcón es vital para su vuelo y se requiere un cuidadoso reemplazo de plumas después de una batalla.
Los médicos buscan entre una pila de plumas hasta encontrar una que hace juego con la del ave lastimada. El plumaje tiene que ser del mismo color, largo y características.
“Si no se cambian las plumas dañadas, eso puede afectar las aptitudes físicas del halcón”, dijo Al Karkhi. “Tienen que ser atendidos”.
Los cirujanos del hospital tratan otros problemas. El pico y las garras del ave pueden resultar también averiadas por las bajadas en picada, las caídas y el engullido.
En las salas de espera de la clínica los halcones aguardan ser atendidos posados en el guante que lleva su dueño en un brazo. Los qataríes, con sus túnicas blancas, tratan a las aves como si fuesen niños. Acarician sus plumas y les dan agua.
“Si una persona no se ocupa de su ave, es un gran problema”, expresó Hamda Al Mehshadi, director de un festival de halcones que llevaba al suyo para una revisión de rutina. “Cuando alguien tiene un halcón, el cariño del ave es algo extraordinario”.
La riqueza petrolera y los negocios internacionales pueden haber transformado a Doha en una capital futurística, con impactantes rascacielos y megaproyectos, incluidos estadios gigantescos que albergarán pronto la Copa Mundial de fútbol.
Pero en medio de todo eso, la clínica Souq Waqif trata 150 halcones diarios.
“La mirada entre el dueño del halcón y el halcón es algo especial, distinta a cualquier otra”, dijo Al Karkhi. “El halconero siente una gran lealtad hacia el ave, guerrero feroz en su vuelo y mascota en mi mano”.
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Lujain Jo está en www.twitter.com/lujainjo.