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Los refugiados pierden la esperanza de regresar a Ucrania

Refugiados con niños esperan a ser trasladados tras huir de la guerra en la vecina Ucrania,e n una estación de ferrocarril en Przemysl, Polonia, el jueves 24 de marzo de 2022. (AP Foto/Sergei Grits) (Sergei Grits/AP)

MEDYKA, Poland (AP) — Cuando Rusia emprendió su guerra en Ucrania el mes pasado, refugiados exhaustos y asustados empezaron a llegar a los países vecinos. Llevaban lo que habían podido coger con las prisas. Muchos lloraban. Lo siguen haciendo.

Naciones Unidas dice que más de 3,6 millones de personas han huido de Ucrania en el mes transcurrido desde que comenzó la invasión, el mayor movimiento de personas en Europa desde la II Guerra Mundial. La mayoría de los refugiados creían que pronto estarían de vuelta en casa. Ahora, esa esperanza se está desvaneciendo.

“Al principio pensábamos que esto terminaría bastante pronto”, dijo Olha Homienko, una mujer de 50 años procedente de Járkiv. “Antes de nada, nadie podía creer que Rusia fuera a atacarnos, y pensamos que terminaría rápido”.

Ahora, dijo Homienko, “como podemos ver, no hay nada por lo que esperar”.

La ciudad de Homienko, Járkiv, es una de las poblaciones ucranianas que se han visto cercadas y atacadas por tropas rusas. Los refugiados que salen de ciudades asediadas hablan de destrucción, muerte y hambre.

Natalia Lutsenko, procedente de la localidad bombardeada de Chernígov, en el norte del país, dijo que aún pensaba que la invasión rusa había sido alguna clase de “malentendido”.

Lutsenko dijo que no podía comprender por qué el presidente de Rusia, Vladimir Putin, hacía sufrir tanto a los ucranianos.

“¿Por qué bombardea casas pacíficas? ¿Por qué hay tantas víctimas, sangre y niños asesinados, trozos de cuerpos por todas partes?”, dijo Lutsenko. “Es horrible. Noches sin dormir. Padres llorando, ya no hay niños”.

Tras huir de su casa, Lutsenko fue a Medyka, una pequeña localidad en la frontera entre Ucrania y Polonia a la que han llegado refugiados desde el comienzo de la invasión.

El alcalde de Medyka, Marek Iwasieczko, recuerda con claridad el 24 de febrero, el primer día de la guerra.

“Ese día fue una gran sorpresa para mí. De pronto una enorme cantidad de personas apareció en Medyka”, recordó Iwasieczko. “Llevaban cuatro días viajando. Llegaron terriblemente agotados, aún hacía frío, se estaban helando”.

Aunque las autoridades de Medyka habían preparado algunas instalaciones previendo la llegada de refugiados, la población se vio superada por los miles de personas que llegaron a la vez y necesitaban cobijo, comida, medicamentos y, sobre todo, calor y consuelo.

También Iwasieczko dijo que todo el mundo creyó hasta el último momento que se evitaría una guerra.

“Todo estaba preparado, aunque no estábamos seguros de si todo esto sería necesario, no sabríamos que empezaría la guerra, que esta sería la forma de Putin de hacer las cosas”, dijo. Un mes más tarde, dijo, “soñamos con la estabilización y el final de esta situación (…). Estamos cansados, pero vamos a ayudar hasta el final”.

Para aliviar la carga de los países que aceptan refugiados, la Unión Europea anunció el miércoles medidas para ayudar a sus estados miembros a asistir a los millones de refugiados y darles acceso a escuelas para sus hijos, salud, alojamiento y trabajo.

Las medidas también pretenden facilitar el movimiento de refugiados entre países que puedan acogerlos en la UE y otros países como Canadá y Gran Bretaña, que ya tienen grandes comunidades ucranianas.

Los refugiados, en su mayoría mujeres y niños -se ha prohibido que los hombres ucranianos de entre 18 y 60 años salgan del país para que se queden y combatan-, han intentado reconstruir sus vidas en los países vecinos, buscar empleos y encontrar escuelas. Algunos se han mudado a otros países donde tienen familiares.

Medyka aún recibía más refugiados, aunque en menor número y con un clima más cálido. El miércoles se veían niños aferrando sus juguetes favoritos, mujeres con bebés en brazos y personas con sus perros, a los que se habían negado a dejar atrás.

Lutsenko se sentaba en su cama en un recinto deportivo convertido en un centro de refugiados, con docenas de camas alineadas en una zona central. Ella también pensaba que la guerra acabaría en unos pocos días.

“Nadie pensó que duraría tanto, un mes”, dijo. “Creo que Ucrania ganará y creo en nuestro ejército. Aún creo”.

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