ARTEMISA, Cuba (AP) — ¿Sobrevivirán los legendarios Lada y Moskvitch en Cuba a la guerra rusa en Ucrania?
Por décadas, los cubanos se las ingeniaron para mantener funcionando antiguos autos rusos en medio del embargo de Estados Unidos. Ahora, la guerra entre Rusia y Ucrania está poniendo en jaque el suministro de repuestos imprescindibles para esos carros que son parte vital del envejecido parque vehicular y de transporte público en la nación insular.
El conflicto bélico que lleva más de un mes cortó abruptamente un flujo de turismo ruso que floreció en medio de la pandemia, pero a su vez está sumando otra nueva penuria a los isleños: un potencial desabasto de piezas originales para mantener con vida los añejos motores de los Lada y Moskvitch, entre otras maquinarias de fabricación rusa o construidas por antiguas naciones soviéticas.
Transportarse en Cuba no es nada fácil, ya sea de manera particular —donde se depende mucho de los Lada y otros vehículos estadounidenses clásicos— o por los autobuses públicos, que sufren también por la recurrente falta de combustibles. Largas horas de espera para gasolina o para abordar un colectivo ya eran habituales en las últimas décadas.
Tampoco se cuenta con una cifra pública del parque vehicular cubano, estimada por expertos en unos 20.000 automóviles clásicos estadounidenses y entre 80.000 y 100.000 Lada, para esta nación con 11,3 millones de habitantes. El Banco Mundial calculó que había 38 vehículos de motor —incluye autobuses— por cada 1.000 residentes en 2008.
“Del Lada se trae todo de Rusia. Mucha gente se va a ver bien afectada”, dijo a The Associated Press Francisco Pérez Rodríguez, de 57 años y quien opera un taller de tornería en una zona residencial en la provincia de Artemisa, vecina a La Habana. “Como bien se sabe aquí en Cuba hay muchos Lada… vamos a padecer más”.
De hecho, Rodríguez ya lidiaba con un problema: Él había terminado de rearmar un motor de un viejo Moskvitch de su suegro, pero le hacía falta colocar una correa de tiempo para que funcionara. Sin embargo, esa pieza sólo podía conseguirse viajando a Rusia, algo imposible en estos momentos, indicó.
Los Lada llegaron en grandes cantidades a la isla mucho tiempo antes de la disolución de la Unión Soviética a inicios de los años 90, casi al igual que la flota de Moskvitch. Los pintorescos clásicos estadounidenses o “almendrón” ya circulaban previamente a la Revolución de Fidel Castro de 1959.
Casi toda familia cubana tiene alguno de esos autos cuadrados de cuatro puertas y motor resistente. Probablemente no hay un parque vehicular y de transporte en Latinoamérica y el Caribe que dependa tanto de esos vehículos y del suministro de autopartes rusas como el cubano.
William LeoGrande, experto en temas de América Latina y Cuba en American University de Washington, explicó a la AP que uno de los principales impactos adversos de la guerra en la isla está precisamente en el transporte debido a la cancelación de vuelos con Rusia, algo que según el experto también afectan al turismo. Otros impactos importantes que señaló es el financiero.
“La interrupción del transporte va a ser un problema para Cuba en lo que hace a piezas de repuestos”, estimó LeoGrande tras explicar que muchas de las maquinarias que aún hay en la isla fueron fabricadas en la ex Unión Soviética y en países de Europa del Este. Dijo que uno de los posibles paliativos sea tal vez que las piezas sean enviadas a través de terceros países, o por barcos, aunque esta opción sería complicada para piezas individuales.
“Esto hace la vida aún más difícil, incluso si pueden encontrar la forma de darle la vuelta a estas sanciones impuestas contra Rusia. Va a ser más caro, va a consumir más tiempo, y va a empeorar aún más la situación económica” de Cuba, manifestó LeoGrande, y recordó que la nación caribeña ya atravesaba dificultades económicas antes de la guerra debido al embargo estadounidense y al coronavirus.
En Cuba buena parte de la flota de camiones de carga y de tractores utilizados en la agricultura también son de fabricación rusa y de antiguas naciones soviéticas, así como muchas marcas de motocicletas. Mientras tanto, los nuevos modelos de Lada que han entrado a la isla dominan la flota de taxis en La Habana y otras ciudades.
Algunos operadores de esos autos están preocupados porque dicen que los repuestos para esos vehículos hay que traerlos obligatoriamente de Rusia, puesto que a diferencia de los viejos —afirman— no es tan fácil adaptarles cualquier pieza.
“Ahora con el lío de la guerra, con todo lo que está pasando, afectaría mucho porque ni se puede viajar, ni la pueden traer”, coincidió a la AP el taxista Manuel Taboada, de 26 años, en La Habana Vieja. “Sinceramente no sabemos cómo vamos a terminar nosotros porque son piezas específicas para este carro”.
“Nosotros dependemos del trabajo y si se rompe el carro que viene de Rusia, sería difícil”, subrayó el cubano. “Tenemos la guerra ahí (Ucrania) y la tenemos también nosotros con las piezas de los carros”.
“El impacto es difícil de medir porque .. (se trata) de un grupo de transacciones que ocurren en el mercado informal”, apunta a la AP Pavel Vidal Alejandro, profesor de Economía en la pontificia Universidad Javeriana, en Cali, Colombia. “Los cubanos tienen muchas restricciones para viajar sin visa a otros países y Rusia es una de las excepciones”.
“Aún con la distancia y el costo que eso implica en términos de viaje era un mercado del cual venían insumos para los mercados en bienes en Cuba e insumos para los trabajadores por cuenta propia”, señaló. “Es una gota adicional que colma esta copa que está rebasada y que es esta crisis que se viene viviendo en la economía cubana”.
Para colmo, la posibilidad de traer desde afuera esos insumos, incluidas autopartes rusas, enfrenta el obstáculos de las sanciones contra Rusia.
En Miami, por ejemplo, las tiendas que venden repuestos de automóviles Lada y Moskvitch tienen problemas para comprar partes desde Rusia debido a esas sanciones y están vendiendo del inventario que tenían desde antes, a clientes que los llevan a la isla o los envían.
“Hay más demanda ahora, ha aumentado como un 80%”, dijo a la AP Roberto Hernández, propietario de MZ Miami, una tienda que vende desde partes para Lada hasta repuestos para motocicletas y bicicletas.
Uno de los que no pudo conseguir lo que necesitaba fue el cubano Basilio Pérez, que vive en el sur de la Florida pero conserva en La Habana un Moskvitch que usa cada vez que viaja a visitar a sus hermanos.
Con la guerra “ahora allá (en Cuba) hay mucho menos” para comprar, expresó Hernández, mientras se enteraba que tampoco en Miami podía conseguir los terminales para la dirección de su vehículo que pensaba llevar en su viaje el próximo mes. “Antes la gente (en la isla) viajaba y conseguía los repuestos. Ahora ya no hay nada”.
Su compatriota Juan Pérez, en cambio, tuvo más suerte y compró amortiguadores para un Moskvitch que tiene en Holguín, Cuba. El hombre vive entre la isla y el sur de la Florida.
Volviendo a Artemisa, al sureste de La Habana, el cubano Humberto Santana, de 69 años, acudió recientemente al taller del tornero Rodríguez a reparar un cigüeñal de su camión ruso que utiliza como medio de carga. Aseguró que ante la imposibilidad de conseguir repuestos o piezas rusas nuevas decidió con ayuda de amigos mecánicos colocarle otro motor a su carro, pero de fabricación japonesa.
Muchos “clásicos” estadounidenses han sobrevivido en el tiempo con motores y piezas de Lada.
“El cubano siempre inventa», dijo Santana. Incluso, en tiempos de guerra.
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Salomon reportó desde Miami. Las periodistas de The Associated Press en La Habana, Milexsy Duran y Andrea Rodríguez contribuyeron con esta nota.