COLOMBO, Sri Lanka (AP) — El primer ministro de Sri Lanka, Mahinda Rajapaksa, pidió el lunes el cese de las protestas que exigen su dimisión por el manejo que ha dado a la peor crisis económica nacional de las últimas décadas, y afirmó que su gobierno lanzará un plan para reconstruir el país.
En un discurso a la nación emitido por televisión, pidió paciencia y dijo a los manifestantes que cada segundo que pasan protestando en las calles, les quita oportunidades de recibir divisas extranjeras.
Mientras tanto, los manifestantes seguían ocupando la entrada de la oficina del presidente por tercer día, exigiendo su renuncia.
El país insular del océano Índico se encuentra al borde de la bancarrota, con unas reservas de divisas cada vez más escasas y una deuda externa que asciende a 25.000 millones de dólares y que debe pagarse en los próximos cinco años. Casi 7.000 millones de dólares se deben pagar este año.
A finales de este mes se prevé que el gobierno mantenga conversaciones con el Fondo Monetario Internacional, mientras tanto, ha recurrido a China e India para obtener préstamos de emergencia destinados a la compra de alimentos y combustible.
Desde hace meses, los ciudadanos de Sri Lanka realizan largas filas para comprar combustible, gas de cocina, alimentos y medicinas, que en su mayoría proceden del extranjero y se pagan en divisas.
La falta de combustible ha provocado cortes de electricidad que duran varias horas al día.
El presidente Rajapaksa atribuye la crisis cambiaria a las restricciones impuestas por el COVID-19 y a la pérdida de los ingresos del turismo.
“Estamos emprendiendo un enorme programa para superar la crisis a la que hoy nos enfrentamos. Cada segundo que invierte el presidente y este gobierno se destina a agotar las vías para reconstruir nuestro país”, aseveró.
“Amigos, cada segundo que protestan en las calles, nuestro país pierde oportunidades de recibir dólares”, añadió.
Buena parte de la indignación expresada durante semanas de protestas cada vez más intensas se ha dirigido contra la familia Rajapaksa, que ha estado en el poder durante la mayor parte de las dos últimas décadas.
Los críticos acusan a la familia de pedir grandes préstamos para financiar proyectos que no han dado dinero, como una instalación portuaria construida con créditos chinos.
Quienes apoyaban a los manifestantes que acampaban les suministraron agua potable, comida y té, mientras que las ambulancias y los médicos estaban preparados para atender cualquier emergencia sanitaria. Los manifestantes musulmanes rompieron su ayuno del ramadán en el lugar, compartiendo comida con los que estaban a su alrededor.
Dinush Thyagaraja, un profesional del turismo de 29 años, dijo que votó por Rajapaksa en las elecciones presidenciales de 2019 creyendo que era el mejor candidato para restablecer la seguridad nacional tras perder a un amigo en los atentados suicidas del Domingo de Pascua de ese año contra hoteles e iglesias.
Más de 260 personas murieron en el ataque llevado a cabo por grupos musulmanes locales inspirados por el grupo Estado Islámico.
“Me doy cuenta de que cometí un error y quiero rectificar”, dijo Thyagaraja.
“No puedo alimentar a mi familia, no sé si podremos disfrutar de una comida dentro de un mes”.