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Bukele: ¿Qué ejemplo para América Latina marca su mano dura en El Salvador?

Las acciones de mano dura en El Salvador en contra de las pandillas ha encendido las alertas sobre derechos humanos en el mundo

Nayib Bukele. El presidente de El Salvador ha amenazado este martes, 6 de abril de 2022, que cortará los alimentos a los miembros encarcelados de las pandillas callejeras si "desatan una ola de crímenes." (Marco Ugarte/AP)

Mientras los ojos del mundo están enfocados en graves problemas internacionales, en El Salvador se vive una de las más graves épocas de tensión nacional, con la guerra que el presidente Nayib Bukele le ha declarado a las pandillas; en un hecho que a corto plazo ha reducido las tasas de violencia criminal, pero a largo plazo pone en riesgo los derechos humanos y el Estado de Derecho en el país.

Entre el 25 y 27 de marzo, una ola de homicidios sacudió al país centroamericano. En total se contabilizaron 87 homicidios atribuidos a las pandillas salvadoreñas. Los principales señalados fueron los grupos Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18. Desde entonces, rige en el país centroamericano un estado de excepción con una duración preliminar de 30 días para enfrentar la ola de violencia.

“10 mil 527 terroristas capturados en solo 18 días. Seguimos…#GuerraContraPandillas”, escribió el mandatario este 12 de abril. El récord de pandilleros detenidos no tiene precedentes en los últimos 30 años en este país centroamericano.

De acuerdo con especialistas, se calcula que las principales pandillas tienen al menos 70 mil miembros en el país, de los cuales, más de 26 mil estarían en la cárcel.

La ofensiva desplegada por Bukele ha sido fuertemente criticada por el gobierno estadounidense de Joe Biden. Es por eso que Bukele ha afirmado una y otra vez que la administración Trump en Estados Unidos (2017-2021) sí le apoyó en su lucha contra las pandillas, a diferencia de la de Biden.

El 26 de marzo Bukele le declaró la “guerra” a las pandillas que operan en su territorio, principalmente la Mara Salvatrucha y Barrio 18, luego de la escalada de violencia. A su solicitud el Congreso, controlado por el oficialismo, decretó un régimen de excepción el 27 de marzo, que permite detenciones sin orden judicial, y se reformaron leyes para castigar con hasta 45 años de prisión a quienes pertenezcan a pandillas.

La reforma también incluye castigar con hasta 15 años de prisión la difusión de mensajes de pandillas en medios de comunicación.

“No es la primera vez que Bukele hace gala de sus músculos y utiliza tácticas cuestionables para presentarse como una figura de hombre fuerte contra las bandas”, explica a Publimetro Doug Specht, director de enseñanza y aprendizaje en la Escuela de Medios y Comunicación de la Universidad de Westminster; Londres, Reino Unido. “De hecho, una de las narrativas de su campaña giraba en torno a poner fin a la actividad de las bandas. Sin embargo, se trata de una redada sin precedentes, con pocas pruebas, supervisión o salvaguardias constitucionales, y muchos la consideran un nuevo giro a la derecha del presidente, que se vende como un corredor de bitcoins y un inconformista político”, añadió.

Violencia como la que El Salvador padece actualmente ha sido una constante en América Latina. ¿Está sólo Bukele en ello o algún otro presidente puede implementar medidas similares? Para Specht, es importante reconocer que, aunque las acciones de Bukele pueden ser emuladas en otras partes de la región, es muy poco probable que se copien a esta escala o de esta manera.

“El Salvador tiene un conjunto particular de condiciones e historia que han llevado al país a este momento. Por supuesto, las bandas existen en toda la región y en todo el mundo, pero en El Salvador se han convertido en una parte más importante de la vida cotidiana que en otros lugares”, explica el analista.

Nayib Bukele en El Salvador Familiares de personas que han sido arrestadas por la policía esperan fuera de la prisión temporal El Penalito pidiendo información sobre sus seres queridos en Ciudad Delgado, El Salvador, miércoles 6 de abril de 2022. El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha declarado el estado de emergencia en el marco de la lucha contra las pandillas, suspendiendo las garantías constitucionales de libertad de reunión y flexibilizando las normas de arresto hasta por treinta días. (AP Photo/Salvador Melendez) (Salvador Melendez /AP)

“Esto se debe a una combinación de factores, pero sobre todo a la política de Estados Unidos de deportar a los miembros de las pandillas del sur de California a El Salvador a partir de 1989, junto con la pobreza criminal durante los años 90 tras el final de la guerra civil. Esta mezcla permitió a las pandillas establecerse con fuerza y atraer a más y más personas hacia ellas en un intento de escapar de la pobreza. Muchos en El Salvador siguen siendo pobres, y se calcula que hay unos 60 mil miembros de pandillas en el país, la mayoría de los cuales viven en las zonas rurales más pobres”, explica, señalando que esto ha llevado a El Salvador a tener durante mucho tiempo la tasa de asesinatos más alta del mundo (sólo superada brevemente por Honduras tras el golpe de Estado de 2009), con hasta 103 asesinatos por cada 100 mil habitantes 2015.

¿Qué resultados puede tener la “mano dura” de Bukele en El Salvador?

Doug Specht considera que las anteriores medidas de represión, como las llevadas a cabo mediante el uso de escuadrones de la muerte por parte de Calderón Sol, o la Super Mano Dura de Tony Saca, fracasaron. “Los gobiernos anteriores también han intentado un alto el fuego, pero han tenido poco impacto, ya que ningún gobierno ha querido ser visto haciendo pactos o acuerdos públicos con las pandillas - tales pactos son impopulares con el electorado, incluso si pueden tener éxito. Dadas estas circunstancias tan singulares y una población que quiere ver el fin de las bandas, pero que tampoco apoya en general las conversaciones de paz, los sucesivos gobiernos han tratado de adoptar un enfoque de mano dura en la cuestión; lo hemos visto y lo seguiremos viendo a pequeña escala en otras partes de la región, pero sospecho que es poco probable que las acciones de Bukele influyan directamente en medidas de represión similares en la región”, añade.

Sin embargo, para Noam Lupu, profesor asociado de Ciencias Políticas y Director Asociado del Laboratorio LAPOP en la Universidad de Vanderbilt, Nashville, Tennessee , el problema del aumento de la violencia existe en otros países de la región, pero los actores implicados son muy diferentes. Ejemplo de ello son Guatemala y México.

“Lo que sí pueden observar es cómo su respuesta de línea dura a la violencia se traduce en términos de opinión pública y elecciones. Los votantes apoyan cada vez más las respuestas duras y punitivas a la violencia, pero esas respuestas también tienden a producir más violencia, que no gusta a los votantes. Por ello, los políticos de otros países de la región pueden mirar a El Salvador para ver hacia dónde se inclina la opinión pública”, explica Lupu.

Un tema por resolver será la respuesta del mundo a las acciones de Bukele. Lupu considera que las organizaciones internacionales de derechos humanos ya están criticando las respuestas de Bukele como abusos de poder del Estado y violaciones de los derechos de las personas.

“No está claro, por ejemplo, si hay realmente alguna prueba que vincule a las miles de personas que han sido detenidas recientemente con la violencia de las bandas. A medida que estas organizaciones recopilen más información y empiecen a acumular pruebas de las violaciones, se empezará a aislar a El Salvador a nivel internacional. Otra consecuencia puede ser que este estallido de represión podría estimular una mayor migración fuera de El Salvador hacia México y Estados Unidos, especialmente si la respuesta de Bukele provoca represalias por parte de las pandillas”.

3 PREGUNTAS CON

Mneesha Gellman Profesora asociada de Ciencias Políticas y directora de la Iniciativa Penitenciaria Emerson del Instituto Marlboro de Artes Liberales y Estudios Interdisciplinarios, Boston, Massachussettss (Cortesía)

Mneesha Gellman, profesora asociada de Ciencias Políticas y directora de la Iniciativa Penitenciaria Emerson del Instituto Marlboro de Artes Liberales y Estudios Interdisciplinarios, Boston, Massachussettss

¿Por qué el presidente Bukele ha endurecido sus acciones contra la delincuencia en El Salvador y cuáles son los resultados?

Bukele está tratando de hacer valer su afirmación de que es “el dictador más genial del mundo”. Y los dictadores quieren demostrar que tienen el control. La fachada de “mano dura contra el crimen” es una de las formas en que Bukele intenta proyectar control, pero como siempre, los civiles están pagando el precio en el dramático aumento de la violencia.

¿Cómo pueden influir las acciones de El Salvador en la forma de abordar problemas similares en otros países de la región?

La política es un comportamiento aprendido. Si las tácticas de Bukele le sirven en las encuestas y en otros tribunales de opinión pública, otros líderes pueden imitarle. Por ejemplo, la ley aprobada el 5 de abril que criminaliza a los periodistas que informan sobre las bandas es una violación de la libertad de prensa que otros países podrían intentar emular.

¿Qué consecuencias podrían tener las acciones del presidente Bukele ante las organizaciones internacionales de Derechos Humanos?

Las acciones de Bukele están erosionando la tambaleante democracia de El Salvador. Desde el Bitcoin hasta las negociaciones con las pandillas, pasando por el espionaje y el amordazamiento de la prensa, Bukele está comprometiendo aspectos básicos de la infraestructura democrática. El futuro político de El Salvador, y el bienestar de sus ciudadanos, pende de un hilo.

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