NUEVA DELHI (AP) — Las autoridades en Nueva Delhi emplearon topadoras el miércoles para derribar varios comercios de propietarios musulmanes, antes de que la Corte Suprema de India detuviera las demoliciones y días después de que un estallido de violencia entre comunidades conmocionara a la capital y provocara docenas de detenciones.
Los propietarios de las tiendas buscaban después entre los escombros para recuperar sus pertenencias. Pero durante casi una hora tras la orden del Supremo, las autoridades siguieron derribando estructuras, incluidos el acceso exterior y las escaleras que llevaban a una mezquita. Detuvieron las topadoras justo a la entrada de un templo hindú, a unos 50 metros de la mezquita, y comenzaron a retirarse, lo que indignó a vecinos musulmanes que dijeron que se les estaba persiguiendo.
En los últimos 10 días el sentimiento antiislámico y los ataques han crecido en toda India. Se han registrado incidentes en los que grupos hindúes y musulmanes se arrojaron piedras durante procesiones religiosas y la semana pasada se derribaron varios inmuebles en otro estado, muchos de ellos de dueños musulmanes.
La policía ha detenido al menos a 24 sospechosos desde que comenzó la violencia el sábado durante una procesión religiosa hindú en Jahangirpuri, un vecindario en el noroeste de Nueva Delhi. Grupos hindúes y musulmanes se arrojaron piedras entre sí durante una procesión para marcar el nacimiento del dios hindú Hanuman. Ocho policías y un civil resultaron heridos, según medios locales.
Las autoridades dijeron que su campaña de demolición iba dirigida contra edificios ilegales y no contra ninguna comunidad concreta. Pero las voces críticas afirman que es un nuevo intento de acosar y marginalizar a los musulmanes, que son un 14% de los 1.400 millones de habitantes de India, y señalan a un patrón de creciente polarización religiosa bajo el gobierno del primer ministro Narendra Modi, del partido nacionalista hindú Bharatiya Janata.
El miércoles por la mañana, las topadoras derribaron una hilera de comercios junto a la carretera en Jahangirpuri ante la mirada impotente de los propietarios, que veían desde las ventanas de sus casas cómo los puestos eran destruidos o retirados en camiones.
“No quieren que los musulmanes vivan en este país. ¿Por qué? ¿Son terroristas los musulmanes?”, preguntó Sabiran Bibi, de 31 años y que siempre ha vivido en la zona.