MADRID, 21 (EUROPA PRESS)
Piedras desenterradas en Francia, decoradas con diseños artísticos hace unos 15.000 años, presentan patrones de daño por calor que sugieren que fueron talladas cerca de la luz parpadeante de un fuego.
El estudio, realizado por investigadores de las Universidades de York y Durham, en Reino Unido, y publicado en la revista PLOS ONE, examinó la colección de piedras grabadas, conocidas como plaquetas, que ahora se conservan en el Museo Británico. Es probable que fueran fabricadas con herramientas de piedra por el pueblo magdaleniense, una cultura de cazadores-recolectores que data de hace 23.000 y 14.000 años.
Los investigadores identificaron patrones de daños por calor de color rosa en los bordes de algunas de las piedras, lo que demuestra que habían sido colocadas cerca de un fuego.
Tras su descubrimiento, los investigadores han experimentado con la reproducción de las propias piedras y han utilizado modelos en 3D y programas de realidad virtual para recrear las placas tal y como las habrían visto los artistas prehistóricos: bajo la luz del fuego y con las líneas blancas frescas que habrían hecho los grabadores al cortar por primera vez en la roca hace miles de años.
El autor principal del estudio, el doctor Andy Needham, del Departamento de Arqueología de la Universidad de York y codirector del Centro de Investigación de Arqueología Experimental de York, explica que «anteriormente se había asumido que el daño por calor visible en algunas placas era probable que hubiera sido causado por un accidente, pero los experimentos con réplicas de placas mostraron que el daño era más consistente con haber sido colocado a propósito cerca de un fuego».
«En la actualidad, podríamos pensar que el arte se crea sobre un lienzo en blanco a la luz del día o con una fuente de luz fija –prosigue–, pero ahora sabemos que la gente de hace 15.000 años creaba arte alrededor de un fuego por la noche, con formas y sombras parpadeantes».
Trabajar en estas condiciones habría tenido un efecto dramático en la forma en que los prehistóricos experimentaban la creación de arte, dicen los investigadores. Podría haber activado una capacidad evolutiva diseñada para protegernos de los depredadores llamada pareidolia, en la que la percepción impone una interpretación significativa, como la forma de un animal, un rostro o un patrón donde no lo hay.
El doctor Needham añade que «crear arte a la luz del fuego habría sido una experiencia muy visceral, que activaría diferentes partes del cerebro humano. Sabemos que las sombras y la luz parpadeantes aumentan nuestra capacidad evolutiva de ver formas y rostros en objetos inanimados y esto podría ayudar a explicar por qué es común ver diseños de placas que han utilizado o integrado características naturales en la roca para dibujar animales o formas artísticas», explica.
En la época magdaleniense se produjo un florecimiento del arte primitivo, desde el arte rupestre y la decoración de herramientas y armas hasta el grabado de piedras y huesos.
La coautora del estudio, la estudiante de doctorado Izzy Wisher, del Departamento de Arqueología de la Universidad de Durham, señala que «furante el periodo magdaleniense las condiciones eran muy frías y el paisaje estaba más expuesto. Aunque la gente estaba bien adaptada al frío y llevaba ropa de abrigo hecha con pieles de animales, el fuego seguía siendo muy importante para mantenerse caliente».
«Nuestros hallazgos refuerzan la teoría de que el cálido resplandor del fuego lo habría convertido en el centro de la comunidad para las reuniones sociales, para contar historias y para hacer arte –subraya–. En una época en la que se dedicaban grandes cantidades de tiempo y esfuerzo a la búsqueda de comida, agua y refugio, es fascinante pensar que la gente aún tenía tiempo y capacidad para crear arte. Muestra cómo estas actividades han formado parte de lo que nos hace humanos durante miles de años y demuestra la complejidad cognitiva de los pueblos prehistóricos».