CIUDAD DE MÉXICO (AP) — La alucinante historia de una joven abandonada durante la noche a la vera de una autopista en el norte de México finalizó trágicamente el viernes, luego de que hallaron su cadáver en avanzado estado de descomposición en la cisterna subterránea de un motel.
El subsecretario de Seguridad Pública de México, Ricardo Mejía, dijo que el cuerpo de la mujer —aparentemente irreconocible después de casi dos semanas en el agua— tenía el collar con crucifijo y la ropa que Debanhi Escobar vestía esa noche.
Y a pesar de la búsqueda masiva que las autoridades del estado norteño de Nuevo León aseguraron haber realizado, la historia finalizó, como suele ocurrir en México, con el hallazgo por los residentes locales del cadáver descompuesto.
“El alertamiento lo dan empleados del propio motel, ante olores fétidos que se empezaban a desprender de este lugar”, informó Mejía.
La historia de Debanhi Escobar tuvo una gran repercusión debido a una foto que tomó el conductor del auto que debía llevarla a su casa esa noche. No estaba claro por qué ella bajó del auto.
El conductor, empleado de una app de taxis, tomó la foto para tener una prueba de que Escobar estaba viva al bajar de su auto el 8 de abril en las afueras de la ciudad de Monterrey. En la imagen se mostraba una mujer joven, parada sola en la noche, a la vera de una autopista, vestida con falda y calzado deportivo.
La imagen parece hablar de la enorme vulnerabilidad y la seguridad en sí misma —o la desesperación— de la joven.
Nadie la vio hasta el jueves por la noche, cuando los investigadores lograron retirar su cuerpo de la cisterna a cuatro metros de profundidad en el motel.
El padre de Debanhi, Mario Escobar, dijo a la prensa en la escena del crimen que tenía la certeza de que la joven había fallecido. “Mi hija está muerta y no sé qué hacer”, afirmó Escobar. “La fiscalía no hizo su trabajo correctamente”.
Las autoridades no dijeron cómo el cuerpo fue a parar a la cisterna subterránea. Estas son comunes en México, donde las redes no están presurizadas y cada vivienda necesita un tanque para almacenar el agua.
El presidente Andrés Manuel López Obrador pidió el viernes que “haya información, que se conozca todo”.
Molesta a los críticos el hecho de que incluso cuando la indignación pública impulsa a las autoridades a actuar, las investigaciones rara vez son oportunas o eficientes.
Aunque según la fiscalía, 200 investigadores con perros buscaron a Debanhi durante una semana, su cuerpo se encontraba no lejos del último lugar donde se la vio con vida.
El presidente prometió ayudar a los fiscales a hallar al culpable, pero lo cierto es que los asesinatos de mujeres han aumentado en años recientes, de 977 en 2020 a 1.015 en 2021. Estos son solamente los asesinatos calificados de “feminicidios”, un término legal utilizado en México en los casos de mujeres asesinadas por razones de género. La cifra total de mujeres asesinadas es mucho más alta.
Poco antes de la desaparición de Debanhi, María Fernanda Contreras, de 27 años, fue asesinada en Monterrey. Un sospechoso está detenido en ese caso.
Y durante la semana en que las autoridades buscaban a Debanhi, la prensa local informó el hallazgo de cinco cadáveres de mujeres de diversas edades en el estado. Las denuncias de sus desapariciones coincidieron aproximadamente con la de Debanhi, y todas —cuatro de ellas tenían 16 años o menos— habían muerto.
María de la Luz Estrada, del grupo activista Observatorio Nacional del Feminicidio, dijo que era parte de un patrón deprimente: cuando una mujer desaparece, la encuentran muerta.
“Es muy grave y lamentable, pero este ha sido un patrón en los últimos años”, declaró Estrada sobre el caso de Debanhi. “Las desapariciones se vinculan a un delito como es el feminicidio”.