MADRID, 4 (EUROPA PRESS)
Paul Rusesabagina, el hombre cuya historia se narra en la película ‘Hotel Ruanda’, ha sufrido un infarto cerebral en prisión, donde cumple una condena de 25 años de cárcel por cargos de terrorismo, según ha denunciado su familia.
«Ahora mismo mi padre se encuentra enfermo. Se le ha privado de un tratamiento médico adecuado y ha sufrido un infarto cerebral en prisión», ha dicho Carina Kanimba, su hija, en declaraciones concedidas a la cadena de televisión británica BBC.
La familia de Rusesabagina ha anunciado planes para presentar una demanda contra el Gobierno de Ruanda por el supuesto secuestro del hombre y por torturas bajo custodia, si bien las autoridades han rechazado todas las acusaciones y han recalcado que ha tenido un juicio justo.
El arresto de Rusesabagina tuvo lugar en circunstancias aún no aclaradas –su familia llegó a hablar de secuestro–, tras embarcar en un vuelo en Emiratos Árabes Unidos (EAU) que supuestamente iba a aterrizar en Burundi, si bien lo hizo en Ruanda. El presidente ruandés, Paul Kagame, ha negado que fuera raptado y ha apuntado a un posible engaño para que volviera al país.
Un tribunal ruandés ratificó el 5 de abril la condena a 25 años de cárcel contra Rusesabagina por su papel al frente del Movimiento Ruandés para el Cambio Democrático (MRDC), brazo político del grupo rebelde Frente de Liberación Nacional (FLN), que reclamó la autoría de varios atentados entre 2018 y 2019 que se saldaron con al menos nueve muertos.
El propio Rusesabagina reconoció a finales de septiembre de 2020 sus lazos con el FLN, si bien esgrimió que su papel era únicamente de carácter «diplomático». Así, dijo que el MRDC creó el FLN «como un brazo armado, no como un grupo terrorista como afirma el fiscal». «No niego que el FLN cometió crímenes, pero mi papel era la diplomacia», destacó.
Rusesabagina es mundialmente conocido después de que su historia quedara recogida en la película ‘Hotel Ruanda’. Como gerente en funciones del hotel Mille Collines, en Kigali, consiguió proteger dentro del establecimiento a más de 1.200 tutsis y hutus moderados durante el genocidio de 1994 –en el que fueron masacrados cerca de 800.000 tutsis y hutus moderados– aprovechando sus contactos.