MADRID, 8 (EUROPA PRESS)
La diáspora libanesa ha comenzado este fin de semana a depositar sus votos de cara a las elecciones legislativas que se celebrarán en el país el próximo 15 de mayo, en medio de la división política y de una de las peores crisis económicas de su historia reciente.
Los analistas esperan pocos cambios en la votación: los principales partidos políticos del país no han mostrado indicios de debilidad y la posibilidad de despojar a la alianza que lidera el partido-milicia chií Hezbolá de su mayoría parlamentaria parecen lejanos.
A las elecciones comparecen un total de 103 listas compuestas por 718 candidatos con el objetivo de ganar uno de los 128 escaños que conforman el Parlamento.
La votación de este año se caracteriza por la retirada de la vida política del influyente líder suní y ex primer ministro Saad Hariri, cuyo partido Movimiento Futuro no participará en los comicios tras denunciar «la influencia iraní y las divisiones sectarias en el país». Su ausencia ha sumido en la confusión a muchos votantes suníes y ha generado un vacío político difícil de llenar.
Una vez termine la votación, el Gobierno del primer ministro Nayib Miqati se convertirá en una administración interina hasta que el presidente pida consultas con los legisladores recién elegidos para nombrar un nuevo primer ministro. Miqati, que no se postula para el Parlamento, podría ser elegido de nuevo. La nueva legislatura elegirá también un nuevo presidente después de que finalice el mandato del presidente, Michel Aoun, en octubre.
Líbano lleva años sumido en una crisis económica sin precedentes que ha dejado a la mitad de la población en la pobreza. El país ha trazado un acuerdo preliminar entre Beirut y el Fondo Monetario Internacional (FMI) que depende de la adopción de un duro programa de reformas, en especial del sector bancario, que los bancos del país consideran intolerable.
De hecho estas elecciones legislativas podrían paralizar todavía más la política nacional en un país que suele tardar meses en elegir a su primer ministro por las fricciones derivadas de su complejo sistema de Gobierno, dividido entre cristianos maronitas, suníes y chiíes. Un posible gobierno interino puede preparar borradores de ley pero sus competencias son limitadas y muchas de las condiciones del FMI tienen un carácter de largo plazo que podrían ser interrumpidas en años venideros.
De momento, los expatriados libaneses de diez países, entre ellos Qatar, Arabia Saudí, Siria, Irán e Irak, han depositado su voto este pasado viernes. Este domingo es el turno de la diáspora que vive en otros 48 países, entre ellos Australia, Estados Unidos, Canadá, países de la UE y varios estados africanos, en la segunda vez que se les facilita el voto, después de los comicios de 2018, explica el portal de noticias libanés ‘Naharnet’.
El país atraviesa una situación nunca vista desde hace un cuarto de siglo y que desde finales de 2019 ha alcanzado un punto crítico donde han coincidido el colapso de la moneda, el aumento de la inflación hasta los triples dígitos y cortes en el suministro de energía que, sumados al descontento endémico de la población con la corrupción reinante desde hace años en el país, han convertido Líbano en un hervidero social.