LONDRES (AP) — El primer ministro británico Boris Johnson ha estado envuelto durante meses por un escándalo que amenaza su carrera, pero hasta ahora ha salido ileso.
Esta semana enfrenta una amenaza más para su futuro político: Un informe completo sobre fiestas que violaron el confinamiento por coronavirus en oficinas gubernamentales que se espera sea publicado en cuestión de días.
La funcionaria Sue Gray debe publicar sus hallazgos sobre el llamado “partygate”, el escándalo sobre más de una docena de reuniones en la residencia de Johnson en el número 10 de Downing St. y edificios cercanos que tuvieron lugar cuando las restricciones por el coronavirus impidieron que la gente en Gran Bretaña se mezclara con otras personas.
Las afirmaciones de que Johnson y su personal disfrutaron de fiestas ilegales en la oficina mientras que millones de personas en el país no pudieron ver a amigos y familiares en 2020 y 2021 han perseguido al gobierno conservador de Johnson desde que surgieron por primera vez a finales del año pasado. Los detractores, entre ellos algunos dentro de las propias filas de Johnson, han pedido su renuncia.
La policía investigó y la semana pasada señaló que había emitido un total de 126 multas a 83 personas. Se cree que la mayoría son empleados subalternos, pero Johnson recibió una multa de 50 libras (60 dólares) por asistir a una fiesta de cumpleaños sorpresa organizada para él en junio de 2020. Eso lo convirtió en el primer primer ministro británico en haber violado la ley mientras ocupaba el cargo.
El jefe del Tesoro, Rishi Sunak, y la esposa de Johnson, Carrie, han dicho que también pagaron multas por asistir a la fiesta de cumpleaños de Johnson.
Johnson ofreció disculpas, pero insistió en que no violó las reglas a propósito y dijo que “no se me ocurrió” que la breve reunión, con pastel de cumpleaños, fuera una fiesta —una afirmación que provocó la burla de muchos.