MADRID, 23 (EUROPA PRESS)
Es la conclusión de un estudio que durante un mes cartografió 22.000 kilómetros cuadrados del lecho marino circundante, que también mostró cambios que cubren un área de 8.000 kilómetros cuadrados. La investigación ha corrido a cargo de científicos del Instituto Nacional de Investigación del Agua y la Atmósfera de Nueva Zelanda (NIWA).
"Con una explosión tan violenta, la más grande jamás registrada, uno esperaría que todo el volcán hubiera sido destruido, pero no fue así. Si bien el volcán parecía intacto, el lecho marino mostró algunos efectos dramáticos de la erupción. Hay lodo de arena fina y profundas ondulaciones de ceniza hasta 50 kilómetros de distancia del volcán, con valles excavados y enormes pilas de sedimentos", explica en un comunicado el biólogo marino del NIWA Malcolm Clark.
El equipo también estudió los impactos en el ecosistema. El volcán está desprovisto de biología, pero notablemente hay características tan cercanas como a 15 kilómetros de distancia que todavía tienen poblaciones abundantes y diversas de peces y otros animales. Los científicos especulan que escaparon del impacto al estar fuera del camino del flujo de la erupción, o lo suficientemente lejos como para evitar la caída de ceniza espesa.
Clark, dice que la existencia de vida animal cerca es una señal positiva. "Aunque el lecho marino del volcán es en gran parte árido, los montes submarinos circundantes tienen focos de biodiversidad normal, como corales, esponjas, estrellas de mar y mejillones, lo que indica la capacidad de recuperación de dichos ecosistemas marinos y brinda cierta esperanza de recuperación. Se necesita hacer más trabajo antes de que podamos estar seguros de cómo responderá el ecosistema, pero estas comunidades de animales sobrevivientes indican qué tipo de vida puede repoblar Hunga Tonga-Hunga Ha'apai. Los sitios muestreados durante el viaje nos brindan una línea de base para monitorear la recuperación en el futuro".
NIWA también analizó la columna de agua en cuanto a características físicas y químicas, incluida la temperatura, los nutrientes y la concentración de oxígeno.
Los datos preliminares muestran que la columna de agua aún se está recuperando y algunas cenizas en el aire aún no se han asentado por completo en el fondo marino. También hay evidencia de que el volcán aún puede estar en erupción, con una densa capa de ceniza en la columna de agua superior cerca del volcán.
La biogeoquímica de NIWA Sarah Seabrook, dice que la persistencia de las cenizas que vieron en la columna de agua tiene una miríada de impactos en el ecosistema oceánico.
"Inmediatamente después de una erupción, la ceniza volcánica fertiliza algas oceánicas microscópicas gracias a la concentración de nutrientes y metales traza de la ceniza; en este caso, hubo un florecimiento de vida tan grande que pudimos verlo desde el espacio".
"Sin embargo, la persistencia inesperada de la ceniza en la columna de agua está generando impactos prolongados. Por ejemplo, los picos en las cenizas volcánicas se asociaron con la aparición de zonas mínimas de oxígeno, donde los niveles de oxígeno en el agua son más bajos, lo que podría tener implicaciones para los servicios importantes que brinda el océano, como la producción de alimentos y el secuestro de carbono".
Los científicos también recolectaron cientos de muestras durante su misión, incluidos núcleos del lecho marino, varios corales y 250 kilogramos de roca, algunas de las cuales se formaron recientemente a partir de la erupción.