MADRID, 23 (EUROPA PRESS)
Durante décadas, los científicos han pensado que el veneno animal es un ambiente totalmente estéril debido a que está lleno de sustancias antimicrobianas, materiales que pueden matar bacterias.
Sin embargo, la nueva evidencia científica de la investigación dirigida por el profesor asociado de ciencias celulares y moleculares de la Universidad de Northumbria, Sterghios Moschos, y el biólogo del veneno Steve Trim, fundador y CSO de la empresa de biotecnología Venomtech, ha demostrado que este no es el caso.
El trabajo, publicado en la revista científica Microbiology Spectrum, demuestra hasta qué punto son adaptables son los microorganismos. El estudio proporciona una sólida evidencia genética y cultural de que las bacterias no solo pueden sobrevivir en las glándulas venenosas de varias especies de serpientes y arañas, sino que también pueden mutar para resistir el líquido notoriamente tóxico que es el veneno.
Los hallazgos también sugieren que las víctimas de mordeduras de animales venenosos también pueden necesitar tratamiento para infecciones, no solo antiveneno para combatir las toxinas depositadas a través de la mordedura.
Buscando abordar una brecha en la investigación, el Moschos y sus colegas investigaron el veneno de cinco especies de serpientes y dos de arañas. "Encontramos que todas las serpientes y arañas venenosas que probamos tenían ADN bacteriano en su veneno", explicó Moschos en un comunicado.
"Las herramientas de diagnóstico comunes no pudieron identificar estas bacterias correctamente; si estuviera infectado con ellas, un médico terminaría administrándole los antibióticos equivocados, lo que podría empeorar las cosas.
"Cuando secuenciamos su ADN, identificamos claramente las bacterias y descubrimos que habían mutado para resistir el veneno. Esto es extraordinario porque el veneno es como un cóctel de antibióticos, y está tan espeso con ellos que hubieras pensado que las bacterias no resistirían una oportunidad. No solo tenían una oportunidad, sino que lo habían hecho dos veces, utilizando los mismos mecanismos", agregó Moschos.
"También probamos directamente la resistencia de Enterococcus faecalis, una de las especies de bacterias que encontramos en el veneno de las cobras escupidoras de cuello negro, al veneno mismo y lo comparamos con un aislado hospitalario clásico: el aislado hospitalario no toleró el veneno en todos, pero nuestros dos aislados crecieron felizmente en las concentraciones más altas de veneno que pudimos arrojarles".
Cada año se producen 2,7 millones de lesiones relacionadas con mordeduras venenosas, predominantemente en África, Asia y América Latina. De estos, se cree que el 75% de las víctimas desarrollarán infecciones en el tejido dañado por la toxina del veneno, siendo la bacteria Enterococcus faecalis una causa común de enfermedad.
Anteriormente se pensaba que estas infecciones eran una consecuencia de tener una herida abierta por la mordedura, en lugar de que las bacterias que causan la infección provinieran del veneno mismo.
Los investigadores dicen que su estudio muestra la necesidad de que los médicos consideren tratar a las víctimas de mordeduras de serpiente no solo por la destrucción del tejido, sino también por la infección, lo más rápido posible.
Steve Trim de Venomtech agregó: "Al explorar los mecanismos de resistencia que ayudan a estas bacterias a sobrevivir, podemos encontrar formas completamente nuevas de atacar la resistencia a múltiples fármacos, potencialmente a través de la ingeniería de péptidos de veneno antimicrobianos".