MADRID, 24 May. (EDIZIONES)-
Rebekkah Lyneigha, de 29 años, estaba reunida con su vecino Gord, de 37 años, en la puerta de sus casas en Ontario (Canadá). Gord pretendía cortar el césped, pero se dio cuenta de que había un pequeño montón de ardillas en la hierba y no quería que se hicieran daño.
Al inspeccionarlas más de cerca, Gord y Rebekkah se dieron cuenta de que las siete crías de ardilla tenían la cola enredada y no podían moverse de ese lugar.
Al principio intentaron llamar a los servicios de control de animales, pero les costó mucho conseguir que alguien viniera un sábado por la tarde, así que Gord entró en acción.
Con un abrigo grueso y guantes para protegerse de los animales salvajes, Gord se puso a trabajar para desenredar las colas utilizando jabón para platos, seis pares de tijeras diferentes y sus propias manos.
Afortunadamente, tras un arduo trabajo de más de media hora, el canadiense logró liberar a las ardillas. Seguidamente, el grupo de rescate de animales las llevó al veterinario para corroborar que se encontraban en buen estado y devolverlas a su hábitat natural.
"Me siento muy orgullosa de mi vecino y de su gran labor para rescatar a los animales. No puedo contener la emoción", explicó Rebekkah.
