MADRID, 27 (EUROPA PRESS)
Según las informaciones recogidas por el diario ruandés 'The New Times', los restos de 9.181 víctimas fueron exhumados en distintas zonas de los distritos de Nyarugente y Kicukiro y trasladados al memorial para un entierro digno después de las matanzas hace cerca de tres décadas.
La mayoría de los restos --unos 9.000-- fueron descubiertos en Kabuga-Gahoromani, un barrio densamente poblado en los alrededores de Kigali, mientras que 181 fueron localizados en el Hospital Universitario de Kigali (CHUK) y el sector de Mageragere, en el distrito de Nyarugenge.
El funeral fue parte de los actos por el 28º aniversario del genocidio y contó con la presencia del alcalde de Kigali, Pudence Rubingisa, quien lamentó que "aún se estén exhumando víctimas del genocidio" y agregó que las autoridades trabajan para continuar estos esfuerzos.
"Dar un entierro decente a las víctimas juega un gran papel a la hora de sanar los corazones heridos de los supervivientes del genocidio y allana el camino para promover la unidad y la reconciliación", argumentó. "Aún estaamos buscando y recopilando pruebas", destacó.
Por su parte, el ministro de Unidad Nacional, Jean-Damascène Bizimana, pidió a los supervivientes que sigan mostrando resiliencia y manifestó que "los que ocultan información (sobre el lugar donde fueron enterradas las víctimas) siguen queriendo dañar a los supervivientes, en un signo de ideología negativa y negación".
Alrededor de 800.000 ruandeses, la inmensa mayoría de ellos tutsis y hutus moderados, fueron asesinados por extremistas hutu durante cerca de tres meses en 1994. A día de hoy todavía se están descubriendo fosas comunes, especialmente desde que los condenados que han cumplido sus penas han aportado información sobre el lugar en el que enterraron o abandonaron a sus víctimas.
Las raíces del conflicto entre hutus y tutsis se remontan varias generaciones, si bien la muerte el 6 de abril del entonces presidente de Ruanda, Juvenal Habyarimana, al ser derribado su avión --en el que también viajaba el mandatario de Burundi, Cyprien Ntaryamira-- desencadenó rápidamente unas matanzas encabezadas por la milicia hutu Interahamwe.
Los Interahamwe y otros efectivos de las fuerzas ruandesas lanzaron una campaña de ejecuciones que se prolongó durante cien días, en muchas ocasiones despedazando a sus víctimas en sus casas, en iglesias, estadios de fútbol o en barricadas.
Lo organizado y rápido de la campaña, que incluyó la ejecución de la entonces primera ministra, Agathe Uwilingiyimana, y los diez 'cascos azules' belgas destinados a su protección, apuntó a un plan trazado por la cúpula del Gobierno, copada por extremistas del Poder Hutu, a pesar de los intentos de reconciliación a raíz de los Acuerdos de Arusha.
Finalmente, el genocidio fue detenido después de que el Frente Patriótico Ruandés (FPR), liderado por el actual presidente de Ruanda, Paul Kagame, e integrado por tutsis opuestos al Gobierno de Habyarimana, lograra entrar en la capital y poner fin a las matanzas.