NACIONES UNIDAS (AP) — Los talibanes que gobiernan Afganistán mantienen una estrecha relación con Al Qaeda mientras consolidan su control sobre el país, y su principal amenaza militar procede del grupo extremista Estado Islámico y de los ataques tipo guerrilla de antiguos miembros de las fuerzas de seguridad, señalaron expertos de Naciones Unidas en un nuevo reporte.
En su informe al Consejo de Seguridad de la ONU, los expertos apuntaron que con la mejoría del clima, los combates podrían intensificarse a medida que tanto Estado Islámico como la resistencia perpetren operaciones contra las fuerzas del Talibán.
Pero ni EI ni Al Qaeda “se cree que sean capaces de preparar ataques internacionales antes de 2023 como pronto, independientemente de su intención o de las acciones de los talibanes para contenerlos", agregó el comité de expertos.
Sin embargo, apuntó que la presencia de EI, Al Qaeda, y de “muchos otros grupos terroristas y combatientes en suelo afgano” preocupa a los países vecinos y a la comunidad internacional.
Desde que tomaron el control del país el pasado 15 de agosto, cuando las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN estaban en la última fase de su caótica retirada tras 20 años, el Talibán “ha favorecido la lealtad y la antigüedad sobre la competencia, y su toma de decisiones ha sido opaca e incoherente", señalaron los expertos.
En el reporte obtenido el jueves, el comité que monitorea las sanciones contra el Talibán dijo que sus líderes nombraron a 41 hombres sancionados por la ONU para su gobierno y otros cargos de poder, y han favorecido a la etnia dominante, la pastún, alineando a las comunidades minoritarias, entre ellas las etnias tayika y uzbeka.
La principal preocupación de los talibanes ha sido consolidar el control “mientras buscan reconocimiento internacional, volver a entrar en el sistema financiero internacional y recibir ayuda para hacer frente a la creciente crisis económica y humanitaria en Afganistán”, apuntaron los expertos.
“Pero desde que llegaron al poder ha habido muchos factores que han creado tensiones dentro del movimiento, lo que ha generado la percepción de que el gobierno talibán ha sido caótico, desarticulado y propenso a revertir sus políticas e incumplir sus promesas", agregaron.
En su intento por pasar de la insurgencia al gobierno, los talibanes se han dividido entre pragmáticos y conservadores, que se han impuesto y quieren regresar a su estricto gobierno de entre 1996 y diciembre de 2001, cuando fueron derrocados por las fuerzas estadounidenses tras el 11S.
Hasta la fecha, sus esfuerzos para obtener el reconocimiento de la comunidad internacional y recibir ayuda occidental han fracasado, en parte por no haber formado un gobierno más representativo, por haber restringido el derecho de las niñas a recibir educación superior y el de las mujeres a trabajar o viajar sin la supervisión de un familiar hombre.
A pesar de estos graves problemas, el comité señaló que el Talibán “parece confiar en su capacidad para controlar el país y ‘esperar’ a la comunidad internacional para obtener eventualmente el reconocimiento de su gobierno”.
Para contrarrestar a Estado Islámico, el reporte citó a un país no identificado que dijo que los talibanes han creado tres batallones de fuerzas especiales llamados “unidades rojas”.
La aparición del Frente de Resistencia Nacional y del Frente de Libertad de Afganistán, formados por antiguos miembros de las fuerzas de seguridad, “ha llevado al Talibán a adoptar medidas agresivas contra la población sospechosa de respaldar las operaciones antitalibanes", apuntó el comité.