MADRID, 14 (EUROPA PRESS)
De este modo, el rendimiento del bono español a diez años alcanzaba el 3,056% este martes, frente al 2,984% del cierre de ayer, superando la barrera del 3% por primera vez desde mayo de 2014.
La rentabilidad del bono español a diez años, que hace un año era del 0,395% y que en diciembre de 2020 llegó a entrar en territorio negativo como consecuencia de la intervención del BCE, ha registrado un fuerte aumento desde finales del pasado mes de enero ante el giro de la política monetaria de los bancos centrales en respuesta a la escalada de la inflación.
De su lado, el 'bund' alemán ofrecía una rentabilidad del 1,686%, ampliando la prima de riesgo de la deuda española equivalente hasta los 137 puntos básicos, en máximos desde la primavera de 2020.
El diferencial del bono español a diez años respecto del bono alemán equivalente, que se consolidó por encima de los 100 puntos básicos desde principios de mayo, ha acelerado su incremento en la última semana desde el entorno de los 110 puntos básicos antes de la reunión del BCE del pasado jueves hasta rondar los 130 puntos básicos actualmente.
El anuncio el pasado jueves por parte del BCE de la primera subida de los tipos de interés en once años en la región el próximo mes de julio y de otro incremento más en septiembre ha intensificado la presión sobre la deuda periférica del euro al producirse también la finalización de los programas de compra de activos del banco central que habían mantenido a raya hasta ahora la fragmentación.
Sin embargo, a pesar de que la presidenta del BCE, Christine Lagarde, insistió durante la rueda de prensa en que la entidad "no tolerará" una fragmentación del mercado de deuda de la zona euro incompatible con la adecuada transmisión de la política monetaria de la institución, la ausencia de detalles sobre cómo abordará el BCE esta situación ha alimentado la divergencia entre las rentabilidades al alza de los bonos de la eurozona.
De este modo, aparte de la prima de riesgo española, el diferencial entre el 'bund' y el bono italiano a diez años se ha situado por encima de 250 puntos básicos, mientras que en relación a Portugal la prima de riesgo lusa se aproxima a 140 puntos básicos, cuando a principios de junio el diferencial era de alrededor de 200 y algo más de 110 puntos básicos, respectivamente.
En su comparecencia ante la prensa del pasado jueves, Christine Lagarde recordó que el BCE dispone de instrumentos para combatir la fragmentación, como la capacidad de reinversión de la deuda adquirida bajo el programa antipandemia (PEPP), que será implementada con total flexibilidad de tiempo y jurisdicciones.
"Como ya hemos demostrado, desplegaremos otros instrumentos existentes o aquellos necesarios para evitar que la fragmentación impida la adecuada transmisión de la política monetaria", añadió, apuntando que no hay un nivel específico de las primas de riesgo o de los rendimientos de la deuda que pudiera desencadenar la intervención del banco central. "No toleraremos una fragmentación que impida la transmisión de la política monetaria", concluyó.
Sin embargo, varios analistas consultados por Europa Press indicaban ese mismo día que la falta de detalles al respecto podría alimentar la tensión en las siguientes sesiones.
"En la reunión no se dieron detalles y los diferenciales periféricos se ampliaron en consecuencia", indicó Konstantin Veit, gestor de cartera de Pimco, mientras que Nicolas Forest, responsable de renta fija de Candriam, consideró el final de la expansión cuantitativa (QE) como una clara amenaza para la estabilidad financiera de la zona euro, donde el 'spread' de italia se ha ampliado significativamente.
"Incluso si los mercados están especulando sobre un marco de control de diferenciales, aún no se ha presentado ninguna herramienta adicional. Por lo tanto, el riesgo de fragmentación del mercado es significativo y no hay duda de que el BCE debería ofrecer detalles sobre una posible nueva herramienta en los próximos meses", añadió.
Asimismo, Pedro del Pozo, director de inversiones financieras de Mutualidad de la Abogacía, consideraba "muy importante" el compromiso explícito de Lagarde contra la fragmentación, pero coincidía en apuntar que "la parte negativa es que no ha especificado cómo".