MADRID, 17 (EUROPA PRESS)
Este empresario de la construcción de 77 años hecho a sí mismo, tal y como gusta presentarse, ha utilizado una retórica anticorrupción --a pesar de estar siendo investigado por corrupción-- y antipolítica como principal baza electoral, lo que lo convierte un supuesto 'outsider' que le ha granjeado el apodo de el 'Trump del Caribe'.
Mientras tanto, sus detractores le acusan de servirse de un discurso vacío y demagógico para lograr el favor de una sociedad colombiana hastiada y no pierden la ocasión de recordarle episodios como aquel en el que agredió a un rival político cuando era alcalde de Bucaramanga, sus loas al "gran pensador alemán Adolf Hitler", o sus caducas aseveraciones sobre el papel de la mujer.
Con todo ello, el candidato ultraderechista se hizo con más de 5,9 millones de votos en la primera vuelta del pasado 29 de mayo, lo que supone un 28,17 por ciento de los sufragios que se emitieron aquel día, solo superado por las 8,5 millones de papeletas que los colombianos depositaron en la urna de Gustavo Petro, la propuesta de la izquierda en estos comicios bajo la coalición Pacto Histórico.
En los pocos debates en los que se ha prestado a participar y en las entrevistas que ha concedido, Hernández, ha insistido en que la mayor parte de los problemas de Colombia se reducen a la corrupción y al sobrecoste en las instituciones.
Su reticencia a participar en debates (recientemente el Tribunal Superior de Bogotá le obligó confrontar ideas con el candidato Petro tras una tutela presentada contra él al considerar que violaba el derecho de los colombianos a estar bien informados antes de acudir a las urnas) lo ha compensado con sus numerosas intervenciones a través de sus redes sociales.
Entre sus principales promesas se encuentra bajar los impuestos, mientras que confía en conseguir la financiación a través de otras vías, como reduciendo la corrupción entre los funcionarios. En caso de salir presidente, tendrá que lidiar con un Congreso en el que no tiene muchos apoyos, por lo que deberá negociar con aquellos mismos partidos a los que no se ha cansado de llamar corruptos.
Por el momento, ambos candidatos están muy igualados, después de que Hernández haya arrastrado a los electores de las otras fuerzas de la derecha que salieron derrotadas en la primera vuelta, mientras Petro confía en la movilización de la izquierda y en conseguir algunos apoyos más en el centro.
La gran parte de las encuestas hablan de empate técnico, aunque otras dan por vencedor a uno y otro por un estrecho margen. En lo que también coinciden es el porcentaje del voto en blanco, alrededor del 5 por ciento.