PITTSBURGH (AP) — Oneil Cruz se desfajó el jersey con el número 15 que cubría sus impresionantes espaldas. Se volteó la gorra con la visera hacia atrás y mostró una sonrisa que no requirió de traducción.
Una de las piezas más grandes —no sólo en sentido figurado— dentro de la resurrección que ha orquestado metódicamente el gerente general de los Piratas Ben Cherington desde que asumió en noviembre de 2019, ha lucido tan bien como se auguraba durante su debut en 2022.
El dominicano de dos metros de estatura ha hecho el tiro más potente de cualquier pelotero de cuadro en la temporada. Ha conectado el batazo más duro y ha sido el pelotero más rápido de Pittsburgh en los senderos tras 66 juegos de la campaña.
El hit produjo tres carreras. Prácticamente carcajeándose, Cruz se lanzó de la segunda a la tercera almohadilla.
El hecho de que lo hayan retirado cuando trató de convertir un doble en un triple importó muy poco. Para entonces, el jugador de 23 años ya era tendencia en Twitter.
“¡Cruuuz!”, fue el grito que resonó en un parque que suele estar más silencioso que una biblioteca hacia el final de los juegos durante la última media década.
Vendrían tiempos mejores, incluso si el producto terminado que Cherington busca crear en Pittsburgh sigue lejos de concretarse.
A unas semanas del Juego de Estrellas, los Piratas están muy por debajo de la marca de .500, y tienen problemas para que se llene un tercio del PNC Park la mayoría de las noches.
Muchos de los prospectos reclutados o adquiridos por Cherington durante su gestión de 30 meses siguen en las menores. Algunos arribaron mediante canjes que enviaron a peloteros populares y probados hacia otros clubes, lo que disgustó y alejó más a unos fanáticos desesperados por creer un poco en su equipo.
Pero otros habrían llegado para quedarse, Cruz usa ahora el 15 y no el 61 de la campaña anterior, durante una aparición fugaz de dos juegos.
A ello hay que sumar la firma de una extensión contractual de ocho años con el antesalista Ke'Bryan Hayes y el aporte inesperado que proporcionó el jardinero Jack Suwinski, quien saltó desde la Doble A a finales de abril como un sustituto de emergencia y ha dado argumentos para permanecer en las mayores.
Así, parece haber pruebas tangibles de que la reconstrucción emprendida por Cherington va por buen camino.
“Algunas veces, nuestras decisiones han sido frustrantes para la gente, y lo entiendo”, dijo el manager Derek Shelton. “Es difícil. Nos hemos apegado a nuestro proceso y, en el largo plazo vamos a ver los beneficios de esto”.
El ascenso de Cruz desde la Triple A, largamente esperado, es la muestra principal de la forma en que los Piratas esperan recibir una marea continua de jóvenes talentosos durante las próximas temporadas. El pitcher Quinn Priester, el pelotero de cuadro Nick González y el cátcher Henry Davis —todos elegidos en las primeras rondas del draft— no están particularmente cerca de tocar el letrero alusivo a Roberto Clemente en la escalera que lleva a la cueva de los locales.
Para el momento en que lleguen, la franquicia no tendría que apostar sólo a la nostalgia y a la belleza de su parque para atraer gente. Podrían estar contados los días en que los jerseys más populares que lucen los fanáticos cada noche en el graderío son los de miembros del Salón de la Fama, como Clemente o Willie Stargell.