QUITO (AP) — Delegados del gobierno y de los indígenas tienen previsto iniciar el jueves un diálogo con la mediación de la Conferencia Episcopal para buscar una solución a la huelga nacional que se ha prolongado por 18 días y que mantiene virtualmente paralizado a Ecuador.
Aún no se conoce el lugar, la metodología, los actores ni los detalles en que se cumplirá este nuevo acercamiento entre las partes.
La huelga, con violentas manifestaciones, es en reclamo de la reducción de los precios de los combustibles de 2,45 a 2,10 dólares dólares el galón, mayor presupuesto para la salud y educación y la fijación de precios de los productos agropecuarios, entre otras exigencias.
Ambas partes habían empezado el lunes un diálogo que estuvo a punto de desembocar en una salida definitiva, pero la madrugada del martes un presunto ataque indígena a un convoy de combustibles custodiado por uniformados, que dejó un militar muerto y 12 agentes heridos, motivó al gobierno a abandonar las negociaciones.
Por presión de los empresarios, los productores y los mismos agricultores -que a diario deben desechar millones de dólares en productos perecederos- y de la sociedad civil que padece desabastecimiento de alimentos, gas y combustible, las partes accedieron a volver a una mesa de negociación.
En una rueda de prensa, el ministro de Gobierno, Francisco Jiménez, anunció la noche del miércoles que “para devolverle la tranquilidad al pueblo ecuatoriano hemos decidido aceptar el proceso de mediación... el proceso inició a petición de las organizaciones en conflicto”.
Poco después, Leonidas Iza, máximo dirigente indígena, afirmó que "con absoluta buena voluntad, buena fe, que las cosas se dan por el tema del diálogo... sin cambiar nuestra palabra, sin bajar la cabeza, nosotros hemos solicitado a la Iglesia católica” la mediación.
Las protestas se han caracterizado por férreos bloqueos de vías que impiden el paso de alimentos, combustibles e inclusive ambulancias. Uno de los efectos ha sido una escalada de precios de los pocos productos comestibles que llegan a las ciudades, especialmente del centro norte andino, una de las zonas más afectadas por el paro.