LONDRES (AP) — James Lovelock, el ambientalista cuya influyente hipótesis Gaia considera a la Tierra un organismo vivo gravemente amenazado por la actividad humana, ha muerto al cumplir 103 años.
La familia dijo el miércoles que Lovelock murió la noche anterior de complicaciones derivadas de una caída. Hasta seis meses atrás, el científico “aún podía caminar por la costa cerca de su casa en Dorset y participar de entrevistas, pero su salud se deterioró luego de una caída grave hace unos meses”.
Nacido en 1919, Lovelock estudió Química, Medicina y Biofísica en Gran Bretaña y Estados Unidos. Trabajó en el Consejo de Investigación Médica británica y en la década de 1960 en los programas de la Luna y Marte del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California, pero durante buena parte de su carrera trabajó como científico independiente fuera de las grandes instituciones académicas.
Uno de sus aportes a las ciencias del ambiente fue la creación de un artefacto para medir la presencia de clorofluorocarbonos en la atmósfera, que reducen el ozono, así como de contaminantes en el aire, la tierra y el agua.
La hipótesis Gaia, propuesta por primera vez en la década de 1970, concibe a la Tierra como un sistema autorregulado complejo que creó y mantuvo las condiciones para la vida en el planeta. Lovelock dijo que la actividad humana había alterado peligrosamente el sistema.
“La biosfera y yo nos encontramos en el último 1% de nuestras vidas”, aseguró en una entrevista con el diario The Guardian en 2020.
Rechazada inicialmente por muchos científicos, la hipótesis Gaia adquirió influencia al aumentar la inquietud por el impacto del ser humano sobre el planeta, incluso por su poder metafórico. Gaia, también llamada Gaya o Gea, es la diosa griega de la Tierra.
“El mundo lo conocía sobre todo como científico precursor, profeta climático y autor de la hipótesis Gaia”, dijo la familia en un comunicado. “Para nosotros fue un marido amoroso y un padre maravilloso con una curiosidad ilimitada, sentido del humor travieso y pasión por el futuro”.
La familia dijo que se realizaría un funeral en la intimidad, seguida por un homenaje público más adelante.
Le sobreviven su esposa Sally y sus hijos Christine, Jane, Andrew y John.