MADRID, 1 (EUROPA PRESS)
Los aerosoles son partículas diminutas suspendidas en la atmósfera y desempeñan un papel fundamental en la formación de las nubes. Dado que aumentan debido a las actividades humanas, numerosas evaluaciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) han sugerido que podrían tener un impacto importante en el cambio climático porque las nubes reflejan la luz solar y, por tanto, mantienen las temperaturas más frescas.
Sin embargo, este impacto refrigerante de los aerosoles en las nubes es difícil de medir, lo que ha provocado una gran incertidumbre en las proyecciones sobre el cambio climático.
El nuevo estudio, publicado en Nature Geoscience y dirigido por la Universidad de Exeter, con socios académicos nacionales e internacionales y la Oficina Meteorológica del Reino Unido, utilizó la erupción del volcán islandés de 2014 para investigar esto.
"Esta enorme pluma de aerosoles en un entorno casi prístino proporcionó un experimento natural ideal para cuantificar las respuestas de las nubes a los cambios de los aerosoles, es decir, la huella dactilar de los aerosoles en las nubes --explica el autor principal, el doctor Ying Chen--. Nuestro análisis muestra que los aerosoles de la erupción aumentaron la cobertura de nubes en aproximadamente un 10%. Basándonos en estos resultados, podemos ver que más del 60% del efecto de enfriamiento climático de las interacciones entre nubes y aerosoles se debe al aumento de la cobertura de nubes".
"Los aerosoles volcánicos también aclararon las nubes al reducir el tamaño de las gotas de agua, pero esto tuvo un impacto significativamente menor que los cambios en la cubierta de nubes a la hora de reflejar la radiación solar", añade.
Los modelos y las observaciones anteriores sugerían que este aclaramiento representaba la mayor parte del enfriamiento causado por las interacciones entre las nubes y los aerosoles.
Las gotas de agua suelen formarse en la atmósfera alrededor de las partículas de aerosol, por lo que una mayor concentración de estas partículas facilita la formación de gotas de nube. Sin embargo, como estas gotitas de nube son más pequeñas y numerosas, las nubes resultantes pueden retener más agua antes de que se produzcan las precipitaciones, por lo que un mayor número de aerosoles en la atmósfera puede provocar más nubosidad pero menos lluvia.
El estudio utilizó datos de satélite y aprendizaje por ordenador para estudiar la cobertura de las nubes y su brillo. Concretamente usó 20 años de imágenes de nubes por satélite procedentes de dos plataformas satelitales diferentes de la región para comparar los períodos anteriores y posteriores a la erupción del volcán.
Los resultados aportarán pruebas observacionales del impacto climático de los aerosoles para mejorar los modelos utilizados por los científicos para predecir el cambio climático.
Jim Haywood, catedrático de Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Exeter, que forma parte del Instituto de Sistemas Globales, e investigador de la Oficina Meteorológica, recuerda que su trabajo anterior "había demostrado que las simulaciones de modelos podían utilizarse para desentrañar la contribución relativa de los impactos de los aerosoles, las nubes y el clima y la variabilidad meteorológica potencialmente confusa".
"Este trabajo es radicalmente diferente, ya que no se basa en modelos; utiliza técnicas de aprendizaje automático de última generación aplicadas a las observaciones por satélite para simular cómo sería la nube en ausencia de los aerosoles --puntualiza--. Se observan claras diferencias entre las propiedades de las nubes predichas y las observadas, que pueden utilizarse para evaluar el impacto de los aerosoles en el clima".