BRUSELAS, 26 (EUROPA PRESS)
"La guerra está en un momento decisivo y quien toma la iniciativa en este momento ya no es Rusia, Rusia ya ha perdido la guerra", ha asegurado durante la sesión final de las conferencias de los Cursos de Verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
En este sentido, ha matizado que Ucrania tampoco ha ganado la contienda militar, pero "moral, política y militarmente Rusia, en seis meses de combate, ha perdido". "No ha conseguido sus objetivos militares y está a la defensiva en este momento porque Ucrania ha recibido armas que le permiten identificar objetivos críticos importantes, llevar la guerra a Crimea y mantiene la batalla de Jersón, que será decisiva", ha argumentado.
Por todo ello, Borrell ha señalado que la situación en el este de Europa no responde a los planes marcados por el Kremlin al inicio de la invasión del país vecino. "Eso si, siguen teniendo la capacidad de condicionarnos económicamente. Cada vez menos, pero la tienen", ha advertido.
"LA PRUEBA DEL ALGODÓN" PARA EUROPA
De esta forma, el responsable de Exteriores de la UE ha concluido que la guerra en Ucrania se trata de una "prueba del algodón" para el bloque, pues, a su juicio, pone a prueba la capacidad de actuación y resistencia de los países europeos frente al pulso que plantea Moscú.
Así, el apoyo a Kiev tendrá un coste del que las sociedad europeas deben ser conscientes y asumir, ha reflexionado, en línea con el aviso lanzado esta misma semana por el presidente francés, Emmanuel Macron, que advirtió del fin de "la era de la abundancia" en Europa.
"Esto va a tener un coste. No podemos pretender ser solidarios pero que nos cueste", ha recalcado Borrell, para insistir en que la solidaridad consiste precisamente en compartir el coste de la situación en Ucrania.
Sobre cómo Rusia ha condicionado la política exterior de Europa al ser el principal suministrador energético, el Alto Representante ha indicado que una de las consecuencias del conflicto en Ucrania será cortar estas dependencias.
"Nos va a liberar de la dependencia de la energía rusa a la hora de decidir la política internacional. Hasta ahora era un gran condicionante y condicionaba. Pero muerto el perro, se acabó la rabia. Si no existe esta dependencia nuestra política podrá ser otra", ha señalado.