MADRID, 30 (EUROPA PRESS)
Los resultados del estudio, publicado en la revista 'Nature Ecology and Evolution', apuntan a que las zonas áridas aumentarán en unos 17 millones de kilómetros cuadrados a finales de siglo, lo que disminuirá la humedad del suelo un 74 por ciento en zonas clasificadas, hasta ahora, como no áridas.
"Los eventos climáticos extremos son cada vez más frecuentes: El deshielo en zonas de alta de montaña es cada vez más temprano y los incendios severos, las lluvias torrenciales o los periodos de sequía son cada vez más recurrentes e intensos. Nos preguntamos cuál sería el futuro de los bosques templados y regiones de cultivos del planeta si estas tendencias continúan", apunta Ana Rey.
De igual modo, el equipo liderado por el investigador de la Universidad de Jerusalén, José Grünzweig, ha analizado cómo se adaptan las especies y ecosistemas a la vida en zonas áridas y desiertos. "Hemos compilado una lista de procesos que actualmente operan en los ecosistemas áridos. Mecanismos que afectan a la distribución de la vegetación, al crecimiento vegetal, al flujo de agua, al balance de energía, al ciclo de carbono y nutrientes o a la descomposición del material vegetal y se consideran exclusivos y relevantes para el funcionamiento de estas zonas", explica Grünzweig.
Estos mecanismos 'áridos' están controlados por factores ambientales como la radiación solar, las altas temperaturas, o la disponibilidad intermitente de agua. Factores que el calentamiento global está cambiando en grandes zonas del planeta.
"Para entender cómo estos procesos afectan a la distribución de la vegetación o la descomposición del material vegetal, hemos modelizado su dinámica a nivel global incluyendo zonas templadas para demostrar que en el futuro también actuarán en zonas más húmedas del planeta", explica Rey. "Los resultados muestran un enorme aumento de las zonas áridas y una disminución el 74% de la humedad del suelo en zonas templadas y húmedas que actualmente están densamente pobladas y se dedican al cultivo de alimentos", continúa.
"Históricamente los ecosistemas áridos y desérticos se han estudiado menos porque en los países con esas condiciones climáticas suelen tener una infraestructura científica menor. Este estudio demuestra que el cambio climático está provocando que procesos que se consideraban exclusivos de ecosistemas áridos y secos empiecen a operar en zonas templadas y húmedas", prosigue.
"Este análisis de la evolución de áreas templadas, que tiene en el funcionamiento de los mecanismos que operan en zonas áridas, puede contribuir a avanzar en el conocimiento sobre la capacidad adaptativa de los ecosistemas a los eventos climáticos extremos y paliar su impacto sobre la naturaleza y sus habitantes. En definitiva nos puede ayudar a mejorar los procesos de adaptación que debemos acometer ante la crisis climática", concluye Rey.