MADRID, 7 (EUROPA PRESS)
En Burkina Faso, Chad, Malí y Níger, más de la mitad de los menores no tienen acceso a educación. Sólo en la zona central del Sahel se ha disparado un 66 por ciento el cierre de escuelas y, en toda la región, había a finales del curso anterior más de 12.400 centros clausurados, según un informe del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC).
La responsable regional del NRC, Maureen Magee, ha enfatizado que "cada niño fuera de la escuela, cada día de aprendizaje perdido, es un ladrillo menos para construir la paz y la prosperidad en la región". Los expertos temen que haya una generación perdida y, por extensión, años de lastre para el desarrollo global.
Entre los desafíos pendientes está también el blindaje de los centros educativos frente a posibles ataques, algo que las tres organizaciones han querido enfatizar ante el Día Internacional para Proteger la Educación de Ataques, que se conmemora este viernes.
Las escuelas son en ocasiones objeto de ataques que, a su vez, provocan que muchos estudiantes opten por no ir a clase por miedo. La violencia lleva también a huidas masivas de poblaciones, escenarios en los que las familias --niños y adolescentes incluidos-- dejan todo atrás.
La directora de ACNUR para la zona, Millicent Mutuli, ha subrayado que "mantener el acceso a una educación segura y de calidad es crucial, también para los refugiados". El informe propone reconstruir escuelas destruidos y ofrecer formas de aprendizaje alternativas a la presencialidad.