La presencia de minas de extracción de carbón en San José de Cloete hace que en algunos tramos de esta comunidad de 4 mil 500 personas no se pueda caminar con seguridad, pues hay riesgo constante de caer en un cráter de los que ha provocado la actividad minera. A ello se suma la contaminación.
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A las afueras del pueblo, escombros de una mina dan la bienvenida a la tierra que, según el informe Carbón rojo, hasta fue explotada por Los Zetas. Basta dar unos pasos sobre un camino aledaño de terracería, para ver que más adelante hay unos enormes boquetes de decenas de metros de profundidad, ahora abandonados.
Dentro de ese mismo predio, una parte más alta está cubierta de tierra, que se siente floja y esponjosa al caminar sobre ella. Está así porque se recubrió en julio pasado, luego de haber sido durante 30 años un basurero. Los vecinos se quejaban de que estaba muy cerca del pueblo, a unos 5 minutos caminando y que, en tiempo de calor, “uno comía o se dedicaba a espantar a las moscas”.
Ese basurero era un tajo (una técnica de extracción de carbón que se hace sobre la superficie del terreno o cercano a él y que mediante maquinaria pesada y explosivos se rebana la tierra para llegar al mineral). El basurero fue tapado con tierra, pero aún se ven algunas humaredas, que la profesora Hortensia Carrizales, integrante de la asociación Unidad, Trabajo y Perseverancia por Cloete, atribuye a tóxicos usados por empresas mineras.
Aunque se prohibió tirar basura, esta comienza a aparecer nuevamente, se ven escombros, cascajos, partes de muebles e incluso llantas amontonadas. Metros más adelante se observa otro enorme tajo que no ha sido tapado y donde alguna vez hubo una pradera.
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San José de Cloete desde la década de los 90 del siglo pasado se ha visto asediado por los tajos cerca de viviendas, la contaminación causada por la llamada criba (que es la limpia del carbón), por el basurero, por las escombreras que dejan a su paso los productores del mineral, ligados con grupos políticos. Dicho asedio está documentado por dos habitantes. Se trata de María Rocha y la propia Carrizales.
La situación llegó a tal grado que, en 2015, los habitantes de Cloete, al ver que una minera hacía un tajo a unos pasos de una unidad habitacional de viviendas del Infonavit en el pueblo y, además uno de los concesionarios era regidor del municipio al que pertenecen, Sabinas, decidieron presentar una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), organismo que les dio la razón en 2018.
Pero la situación no ha cambiado mucho. Los tajos no han sido tapados, las escombreras siguen ahí y hay una criba contaminante a unos metros del pueblo.
Rocha y Carrizales guíaron a La Silla Rota a ese recorrido por los cráteres hechos por la minería y es precisamente la profesora quien habla de la enorme rebanada de la tierra y como ha sido usada.
“Aquí se explotó un tajo a cielo abierto, se quedó abierto porque nadie les exige como debe ser, porque está estipulado en la ley minera, que se debe de tapar el tajo y reforestar”.
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“Aquí dejan abierto y las autoridades municipales lo han utilizado para tirar basura y han dejado todo tipo de tóxicos”, se queja Carrizales, a unos pasos de un precipicio no formado por la naturaleza en miles de años, sino por las máquinas de las empresas mineras.
“Aunque según las autoridades lo cerraron, tenemos videos donde volvió a incendiarse porque hay gases del carbón, residuos tóxicos y es un peligro para la salud de los habitantes de San José de Cloete”, remarca Carrizales, una profesora determinada y que lleva años en la lucha por cambiar la situación del pueblo.
Cloete es vecino de Villa de Agujita, escenario de la más reciente tragedia en el estado de Coahuila, pues ahí se ubican los pozos de extracción de El Pinabete, donde el 3 de agosto 10 mineros quedaron atrapados debido a una inundación.
NO SE PUEDE CAMINAR
Tanto Rocha como Carrizales comparten que a menudo sufren problemas de garganta, debido a la contaminación que se genera por ese tajo.
El del basurero no es el único tajo enorme del pueblo de Cloete. Después de entrar y tomar una de sus vialidades con unos caseríos, ambas se detienen en una zona donde parece haber sólo tierra y una hondonada. Pero se trata de otra escombrera que anuncia otra enorme excavación para extraer carbón y realizada mediante la técnica del tajo.
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En una orilla de la excavación, a escasos metros se ven casas, cerca del precipicio y las cuales están en riesgo. Ambas activistas no se imaginan qué pasaría en caso de un sismo.
El agujero parece producido por un bombardeo y fue excavado tan profundo en busca de carbón, que el fondo se ve poblado de vegetación silvestre, casi un oasis, que sobresale en una zona predominantemente desértica. La explicación de ambas activistas es que la excavación llegó tan abajo, que hasta el agua de los mantos freáticos debió alcanzar.
Pero además el tajo también desvió el cauce de un arroyo que en este año de calor, no es extraño que esté seco. Pero legalmente nada habilitaba a los concesionarios a tapar el cauce para enviarlo a otro lado.
“Estos grandes pozos no son naturales, aquí la maquinaria pesada ha abierto, tajo se llama o extracción a cielo abierto. Han hecho grandes pozos que al término de la extracción se debe reparar, porque la contaminación es un daño irreversible, esa nadie la va a componer, pero mínimo tapar porque hay peligro para los habitantes”.
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“No se puede caminar porque está lleno de pozos y de esos grandes hoyos, aquí está la basura, no hay control ni de las autoridades municipales o estatales, ojalá las federales volteen a ver y nos escuchen. La zona ha sido explotada por la extracción de carbón y no ha obtenido ningún recurso para la misma,”, explica la profesora.
DIARIO RESPIRAMOS CARBÓN
Pero no es la única sorpresa reservada para un habitante a causa de la extracción de carbón. En el perímetro del pueblo, una carretera divide al pueblo de una criba, un lugar de limpia del carbón extraído.
Fue la profesora la que decidió acercarse al predio para mostrar el montículo de carbón negro de varios metros sobre una superficie de tierra plana, donde no hay montaña o árbol alguno que le impida al viento esparcir el polvo negro, dañino para los pulmones.
“Estamos a metros de la carretera federal 57 y las primeras casas y todo este polvo que levanta la criba que trabaja de manera rústica, lo estamos respirando diario. Respiramos más polvo de carbón que los mineros que bajan a la mina, porque lo hacemos diario y estamos cerquita”.
“Se trabaja con plena impunidad, una los reporta, además hay mucho terreno al lado del río, pero aquí les conviene porque estamos cerca de la carretera y los camiones no tienen que gastar tanto. Lo hacen sin tomar en cuenta nuestra salud”, se queja con voz firme la profesora.
Mientras da la entrevista expresa que no tiene miedo de que le reclamen por estar ahí e incluso afirma que le gustaría lo hicieran, para poder replicarles todo el daño que le causan al pueblo. Pero ahí sólo hay un señor de la tercera edad con la camisa abierta que vigila y unos perros vencidos por el calor.
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“No tenemos un buen servicio de salud. Acá en San José de Cloete tenemos un cetro de salud en el que no hay médico, enfermeras y medicamento, a veces está cerrado. Si nos vamos a Coahuila tenemos el ISSSTE que no tiene especialistas, es hospitalización de apéndice, y en el Seguro Social se batalla mucho. Estamos padeciendo y nos mandan a Saltillo, son 5 horas de viaje y nos regresan como si nada hubiera pasado”.
PROBLEMA DE ANTAÑO
Rocha y Carrizales han documentado a lo largo de los años diferentes peticiones a autoridades de distinto orden para que las empresas mineras taparan las excavaciones, y luego pidieron al gobierno municipal de Sabinas que dejara de usar como basurero el tajo a la entrada del pueblo. Apenas les hicieron caso en este último punto.
Con documentos en mano muestran a La Silla Rota las peticiones que se han ido al cajón de asuntos sin atender por parte de las autoridades a lo largo de tres décadas.
En mayo de 1993 pidieron información sobre el proyecto denominado Pakatlán, consistente en aprovechar carbón mineral mediante tajo a cielo abierto, promovido por Álvaro Jaime Tamayo y la respuesta llegó del delegado estatal de Protección Ambiental, Rogelio Ramos Oranday, quien les dijo que el proyecto se sustentó en un informe preventivo, el cual no cumplía con la información necesaria, que se la había pedido presentar una manifestación de impacto ambiental, y además informó que no había “ninguna autorización de tajo por explotar en la Villa de Cloete”.
Pero Rocha dice que a pesar de esa respuesta, los tajos tienen ya 30 años.
Jaime Tamayo fundó el restaurante La Estaca. Es hijo del general Juan Jaime Hernández y padre de Álvaro Jaime Arellano, que fue regidor de Sabinas (durante el gobierno de Ignacio Lenin Flores Lucio) y que también extraía carbón de Cloete en la mina Cloete Norte, que fue clausurada en 2016 por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, pero que siguió trabajándola en asociación con el empresario Antonio Nerio Rodríguez, exalcalde de Sabinas y padre del legislador Antonio Nerio Maltos.
Álvaro Jaime Tamayo es a su vez tío de Regulo Zapata Jaime, cuyo nombre emergió como dueño de la mina donde ocurrió el más reciente siniestro ocurrido en los pozos de El Pinabete. A su vez, Zapata Jaime es familiar de Jaime Arellano.
CONTAMINACIÓN AMBIENTAL Y OTROS PROBLEMAS
Pero esa no es la única vez que se ha expuesto la preocupación de habitantes de Cloete a las autoridades por la presencia de un tajo.
Debido a ello, se han dirigido incluso a autoridades federales. Así se observa con un escrito dirigido a la exsecretaria del Medio Ambiente y Recursos Naturales, Julia Carabias, en 1995, hace 27 años.
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Ahí, Aurora Zavala y otros firmantes denuncian la emisión indiscriminada de gases tóxicos por la explotación de carbón mineral en la comunidad de Cloete “en virtud de los daños que vienen ocasionando en perjuicio de los habitantes de ese lugar”.
En 1999, vecinos recurrieron a la Dirección de Ecología Municipal, encabezada por Eloy Terrazas. Exponían que estaban sufriendo las consecuencias resultado de la “desmedida ambición de algunas personas, que no sabemos de qué se han valido para conseguir la anuencia de las autoridades para perjudicar y destruir a toda una comunidad”.
Se referían a la búsqueda de carbón por parte de concesionarios de una mina, que los llevaba a usar explosivos de gran alcance en los tajos a cielo abierto y cuyo alcance afecta “grandemente” sus viviendas. El tajo era el ubicado al lado de la carretera 57 y que aún se ve.
Pero, además de los explosivos, el agua usada en la mina la arrojaban a un arroyo, lo que constituía un grave peligro para las familias por lo riesgoso de su cauce, y por ser un foco de infección que preveían no se controlará, “tomando en cuenta el próximo verano con la proliferación de mosquitos”, añadía el documento.
El tema de la contaminación ambiental se expuso en julio de 2007 a la Semarnat, a través del Procurador Social y de Atención Ciudadana del gobierno del entonces gobernador Humberto Moreira. Pero no hay constancia de que haya habido respuesta.
REGIDOR Y CONCESIONARIO
El 18 de enero de 2014 fue la propia profesora quien le escribió al presidente municipal de Sabinas, Ignacio Lenin Flores, de quien fue regidor Álvaro Jaime Arellano, que a su vez era concesionario de una mina.
En la misiva Carrizales expone que ella y otros habitantes de Cloete viven en una zona minera donde se vive de ese recurso, pero expresa su desacuerdo con el “afán desmedido y sin control de que pasen por encima de nuestros derechos como seres humanos y habitantes de este lugar”.
Entre las anomalías que mencionaba, estaba que se abrían pozos y tajos sin ninguna consideración, “encima de nuestras viviendas, sin reparar los daños ocasionados al subsuelo. Pero además con daños a su salud y a las viviendas con el polvo”.
Sobre ese tema, vecinos denunciaron en un escrito del 30 de enero del mismo año, que se programaron dos reuniones con el alcalde, quien alegó no poder asistir para escucharlos y buscar soluciones, “que nos hagan sentir confianza y plena seguridad de que se va a cumplir con lo prometido en campaña (no más tajos ni pozos de carbón)”.
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La situación continuó y en mayo recurrieron a la Profepa para exponer que debido a los tajos, cuevas y la revoltura de carbón en cribas se estaba destruyendo a la flora nativa del lugar y afectando los cauces naturales del agua, Además, se contaminaba el aire por los gases del carbón “que huele muy fuerte” e incluso causando alergias. Además, la red de drenaje del pueblo comenzaba a dañarse y como consecuencia de las perforaciones que no tapan, “se han generado pantanos”.
MODUS OPERANDI
Por su parte, María Rocha dice que hay un modus operandi de los políticos, que a su vez son los dueños de los predios y por eso cuando se extrae carbón de una manera que afecta a la población, nadie los sanciona.
Dice que los políticos tienen cubierto el Registro Público de la Propiedad, recuerda el caso del regidor que era a su vez concesionario, en referencia a Jaime Arellano. “Entonces con quién nos quejábamos, era juez y parte”.
“Acá hay desorden en Cloete, no se reparan los daños, siguen emanando gases, usan maquinaria pesada y bárrenos y casi todas las casas están minadas (por abajo) y siguen buscando carbón”, asevera sobre la situación actual.
Lo que ella y la profesora piden es que se reparen las áreas donde se hicieron los boquetes y se haga un parque ecológico.
HASTA LOS ZETAS EXPLOTARON MINAS EN CLOETE
De acuerdo con el informe Carbón rojo, documento elaborado por la Organización Familia Pasta de Conchos y la Fundación Heinrich Böell, durante la era en que Los Zetas se asentaron en Coahuila, que coincidió con el gobierno de Humberto Moreira, se decía que el grupo delictivo manejaba minas en Agujita y Cloete.
“En el gobierno de Humberto Moreira este mensaje (de que eran de Los Zetas) se daba en voz baja a los inspectores de la Secretaría del Trabajo y Prevención Social, quienes en más de una ocasión fueron intimidados por hombres armados, para evitar que el centro de trabajo fuera inspeccionado.
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“Esto sucedió en dos pozos del poblado de Cloete, uno está en la concesión Cloete Norte y el otro en un área libre (espacio no concesionado), es decir, que en este pozo se estaban robando el carbón que pertenece a la Nación”, se lee en el texto.
El ‘área libre’ está entre las concesiones Cloete Norte y Cloete Centro, ambas de Álvaro Jaime Arellano, y ninguna de las dos estaba inscrita en ese momento en el Manifiesto de Impacto Ambiental, añade el estudio.
“Álvaro Jaime Arellano ‘visitaba a las familias’ para obtener el permiso para extraer el carbón cerca de sus casas -permiso ridículo porque no tenía el Manifiesto de Impacto Ambiental. La OFPC ha recabado testimonios de cuando las familias se negaban, entonces se metía a la fuerza y les decía: ‘no son mis minas, son de los Zetas y no puedo hacer nada’.