HILF, Israel (AP) — Ayoub Rumeihat elevó las palmas de sus manos hacia el cielo durante sus oraciones frente a las tumbas de beduinos que murieron en acción mientras servían en las fuerzas armadas de Israel.
Al terminar sus plegarias, observó hacia el mar Mediterráneo, detrás de un valle lleno de olivos y robles, donde su comunidad crio cabras por generaciones.
Rumeihat dice que los beduinos, cuyo conocimiento de la tierra es muy respetado por los militares israelíes, temen que el gobierno israelí trate de sacarlos precisamente de esas tierras.
Para Rumeihat y los beduinos en general, el proyecto de crear una reserva para la vida silvestre en sus tierras es una afrenta considerando el servicio que prestan a Israel. Dicen que es parte de las iniciativas tomadas por gobiernos israelíes nacionalistas en contra de la minoría árabe en años recientes.
El proyecto generó inusuales protestas de los beduinos de Galilea, al norte de Israel, donde algunos palestinos nativos acogieron a los primeros colonos judíos antes de la creación del estado de Israel en 1948. Muchos de sus descendientes han servido en la policía y las fuerzas armadas israelíes, luchando a menudo contra los palestinos.
“Estuvimos con ustedes desde el principio”, dijo Rumeihat frente a una tumba con la estrella de David en honor de un rastreador beduino que mataron los palestinos. “Somos como el limón y los olivos. ¿Cómo pueden tratar de sacarnos de aquí?”.
Los ciudadanos palestinos representan el 20% de los 9 millones de habitantes de Israel. Tienen la ciudadanía israelí y pueden votar. Algunos llegaron muy lejos en el gobierno y en los negocios. Pero la mayoría han sido discriminados y tienen dificultades para conseguir vivienda, empleo y servicios públicos.
Muchos judíos israelíes los consideran una quinta columna por su solidaridad con la causa palestina.
Dentro de esta minoría hay varios grupos, como el de los beduinos, que están más integrados que otros a la sociedad israelí.
En los últimos años, no obstante, los beduinos han acusado a Israel de menospreciar sus servicios. Particularmente irritante fue una ley del 2018 que define el país como la nación del pueblo judío. Los beduinos y los israelíes drusos, que también sirven en las fuerzas armadas, se sintieron catalogados como ciudadanos de segunda clase.
Esas comunidades ven la reserva para la vida silvestre como otra afrenta. Ya no tendrían control sobre las tierras de pastoreo y podrían ver limitadas sus opciones de vivienda en el futuro.
Los beduinos comenzaron a montar pequeñas protestas semanales con partidarios judíos en Galilea e incluso en Jerusalén, frente a las oficinas del primer ministro y de la dependencia que supervisa los parques y la naturaleza.
La reserva, de 1.050 hectáreas, facilitará el libre movimiento de zorros, codornices y otros animales alrededor de Haifa, la tercera ciudad más grande del país.
Los ambientalistas dicen que los corredores biológicos como el que se propone, que facilitan la migración de animales, son un componente importante de los esfuerzos por conservar la fauna.
Uri Shanas, profesor de ecología de la Universidad de Haifa-Oranim, dijo que el corredor es vital porque la zona está llena de construcciones y los animales, sobre todo las gacelas de montaña, que corren peligro de extinción, necesitan un pasaje terrestre para sus migraciones.
“El único sitio del mundo donde todavía hay gacelas es en Israel. Tenemos la obligación de protegerlas”, dijo Shanas.
En el pasado, los ciudadanos palestinos de Israel acusaron a las autoridades de usar excusas ambientales para justificar la confiscación de tierras. En enero, beduinos del sur de Israel realizaron protestas contra la plantación de árboles por parte de nacionalistas en tierras en disputa. Y grupos de activistas afirman que hay muchos bosques en Israel que fueron plantados encima de las ruinas de pueblos palestinos abandonados durante los eventos que desembocaron en la creación de Israel.
Una portavoz de la autoridad de parques, Daniela Turgeman, dijo que el corredor fue concebido inicialmente por dirigentes de la zona en la década de 1980. Añadió que permite un pastoreo controlado y que “solo un puñado de individuos tienen objeciones”.
Los beduinos cuestionan el que el plan no tome en cuenta el derecho tradicional al uso de la tierra y rechazan toda restricción al pastoreo. Se atribuyen la propiedad de ciertos terrenos y el derecho al pastoreo desde que se instalaron en la zona hace unos 100 años, adquiriendo tierras, plantando olivos, cultivando la tierra y construyendo viviendas.
Niegan además que se los haya consultado acerca de la propuesta, como dijo Turgeman.
Guy Alon, funcionario de la autoridad de parques, declaró al Canal 13 de Israel en julio que el corredor beneficiaría tanto a judíos como a árabes, que se respetarían los derechos a la propiedad y se aseguraría un balance ecológico.
“Los beduinos vienen y dicen ‘queremos espacios abiertos’, y la reserva natural ofrece eso precisamente”, expresó Alon. “Piden que permitamos el pastoreo, y respetamos eso”.
Una abogada que defiende los derechos de los árabes, Myssana Morany, dice que las autoridades no les dan a los beduinos el mismo trato que a los demás. Destaca que hay ejemplos en los que se planea integrar reservas naturales con las granjas ya existentes y con otros tipos de usos.
La protección del medio ambiente tampoco suena sincera a los lugareños, que ven cómo en localidades vecinas de judíos hay proyectos mucho más destructivos que el pastoreo de cabras y los árboles de olivos.
Fatima Khaldi, de 73 años, sentada en su casa en Khawaldeh, dice que los lugareños protegerán la tierra mucho mejor que cualquier experto de afuera. “El objetivo es sacarnos de aquí y destruir nuestra herencia”, sostuvo.
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Ariel Schalit (desde Hilf, Israel) r Ilan Ben Zion (Jerusalén) colaboraron en este despacho.