La reina Isabel II salió el miércoles del Palacio de Buckingham por última vez, luego de que su ataúd fue llevado en un carruaje tirado por caballos al Salón Westminster del Parlamento británico.
Su hijo, el rey Carlos III, y sus hermanos e hijos caminaron detrás del ataúd, que tenía una ofrenda floral de rosas blancas y su corona sobre una almohada de terciopelo púrpura.
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La procesión militar desde el palacio fue diseñada para destacar las siete décadas de la reina como jefa de Estado, al trasladarse el luto nacional a las avenidas y sitios emblemáticos de Londres. Ocho portadores cargaron el ataúd al histórico salón y lo colocaron sobre una plataforma elevada.
El ataúd con el cuerpo de la reina permanecerá en el salón durante cuatro días hasta su funeral el lunes. Se tiene previsto que cientos de miles de personas pasen delante de él.
Poco después de las 5 de la tarde, el público comenzó a ingresar al amplio salón medieval. La gente fluía en dos filas en un silencioso río humano.
Algunos vestían de negro o con traje y corbata, otros traían pantalones de mezclilla y zapatillas deportivas. Esperaron horas para un recorrido junto al ataúd que duraba solo unos minutos.
Muchos lloraban al acercarse al féretro. Algunos se quitaron el sombrero y uno hizo una reverencia. Uno dobló una rodilla y lanzó un beso.